No estemos siempre a la defensiva
Suele decirse que la mejor defensa es un buen ataque. Esta frase, tan com¨²n en los ambientes deportivos, a menudo se aplica tambi¨¦n a las relaciones personales.
Un marido le comenta a su esposa: "Hoy s¨ª que te ha quedado buena la comida"; a lo que ella replica: "?Qu¨¦ quieres decir?, ?que normalmente no cocino bien?"; y ¨¦l, enojado, responde: "Ni siquiera es posible hablar contigo". Se trata de un ejemplo com¨²n sobre el absurdo en que pueden caer ciertas relaciones cuando prevalece la actitud de estar a la defensiva. Incluso comentarios aparentemente bienintencionados pueden hacer saltar la chispa si se juzgan como claros ataques a la integridad personal.
Pero ?por qu¨¦ surge esta necesidad exagerada de defenderse? ?Y qu¨¦ consecuencias tiene? El instinto de conservaci¨®n, que lleva a un individuo a marcar con recelo su propio territorio, es el responsable en gran parte de los conflictos y malentendidos que se generan en la interacci¨®n con los dem¨¢s. Al considerar el mundo un lugar hostil y amenazador, las relaciones se convierten autom¨¢ticamente en un terreno peligroso donde los dem¨¢s se ven m¨¢s como rivales que como aliados.
"El recelo lleva a exagerar los peligros, a esperar la ofensa, a gastar tiempo y energ¨ªa escrutando la actitud de los dem¨¢s"
C¨®mo crearse enemigos
"El hombre cree que lo que piensa es verdad" (an¨®nimo)
Cualquier persona puede sentirse en alg¨²n momento herida y sospechar de las intenciones de los dem¨¢s. Sin embargo, s¨®lo algunas alcanzan la maestr¨ªa en detectar el m¨¢s m¨ªnimo mensaje malintencionado. Para lograrlo se puede seguir este manual de instrucciones:
1. El primer paso consiste en convertirse en un verdadero experto en captar cuchicheos, burlas o prop¨®sitos secretos. Para ello hay que tener en cuenta los indicios m¨¢s nimios: una mirada, un gesto, un gui?o pueden ayudar a desvelar una mala intenci¨®n disfrazada de cortes¨ªa.
2. Perseverar en este empe?o permitir¨¢ aprender a leer los pensamientos ajenos. Se podr¨¢ as¨ª estar m¨¢s preparado ante el enfado o los celos de otras personas, incluso cuando ellas no sepan o no quieran admitir que abrigan tales sentimientos. Cualquier precauci¨®n es poca.
3. Hay que resistir la tentaci¨®n de infravalorar las pruebas. Aunque parezcan banales, pueden ser parte de un ataque casi imperceptible hacia nuestra persona. No se debe permitir que las apariencias enga?en, y al comentar las sospechas con conocidos se debe desconfiar de entrada de quienes intenten disuadirnos.
4. Es obvio que si alguien quiere da?arnos evitar¨¢ a toda costa ser descubierto o confesar abiertamente su intenci¨®n, por lo cual resulta por completo contraproducente hablar directamente del tema con ¨¦l. Mejor, pues, contraatacar cuanto antes, sin dejarse engatusar por los intentos de la otra persona para ganarse nuestra confianza. S¨®lo mediante una actitud firme y severa le haremos saber que no estamos dispuestos a dejarnos pisotear.
Siguiendo al pie de la letra estas prescripciones se conseguir¨¢ prevenir y contrarrestar los ataques, tanto los reales como? los imaginarios. Y ah¨ª reside precisamente la trampa de la actitud defensiva: erige un muro de desconfianza entre uno mismo y los otros. Eso conlleva protecci¨®n, pero tambi¨¦n aislamiento e importantes errores de interpretaci¨®n.
Paul Watzlawick, un psic¨®logo experto en comunicaci¨®n humana, populariz¨® hace a?os el concepto de la profec¨ªa autocumplida, seg¨²n el cual las conductas de evitaci¨®n tienen la curiosa virtud de atraer justamente lo que pretenden evitar.
Piensa mal y acertar¨¢s
"Mi esposa era b¨¢sicamente inmadura. Cuando yo estaba en la ba?era, ven¨ªa ella y me hund¨ªa los barcos" (Woody Allen)
La actitud defensiva se construye sobre el miedo a ser herido por los dem¨¢s. Sin embargo, ese mismo recelo y las estrategias que se utilizan para defenderse facilitan que se encuentre precisamente la realidad que tanto se teme: el rechazo o la ofensa ajena.
Como hemos visto, basta con seguir unas simples indicaciones para crear una atm¨®sfera de desconfianza. Estar a la defensiva supone vivir con la alarma continuamente encendida, sin posibilidad de relajarse. Sin embargo, lo m¨¢s problem¨¢tico es que la persona no se da cuenta de hasta qu¨¦ punto las reacciones que percibe en los dem¨¢s se deben a su propia actitud recelosa o incluso agresiva.
Si alguien observa vigilante los gestos de quienes le rodean, tarde o temprano encontrar¨¢ alg¨²n indicio sospechoso. Cuando existe una hip¨®tesis en la mente, como, por ejemplo: "No me puedo fiar", lo m¨¢s probable es que la atenci¨®n se decante por buscar pruebas que corroboren esa teor¨ªa, desestimando todo aquello que pueda contradecirla. De ese modo, la duda se convierte en una evidencia que la persona utiliza para justificar su actitud defensiva.
As¨ª como hay personas que poseen este rasgo en su car¨¢cter, que puede ir desde una tendencia a ser suspicaz hasta trastornos m¨¢s severos, con frecuencia aparece esta actitud en el seno de una relaci¨®n, demostrando que existen dificultades importantes a la hora de comunicarse.
Resulta com¨²n, por ejemplo, que en la adolescencia se adopte esta actitud defensiva hacia la familia. Se buscan aliados entre los iguales, mientras que los padres pasan a ser, muy a su pesar, los contrincantes. En esta ¨¦poca resulta dif¨ªcil entenderse, no s¨®lo porque chocan los deseos de unos y otros, sino porque muchos adolescentes necesitan romper, aislarse y poner l¨ªmites con la familia para construir su propia identidad. Estar a la defensiva les resulta ¨²til para lograrlo.
Se recurre tambi¨¦n a esta actitud cuando se quiere proteger una esfera privada, lo cual es una forma de decir: "Aqu¨ª no puedes entrar". Esta respuesta, que en muchas ocasiones resulta apropiada y razonable, en otras se utiliza como escudo para ocultar dificultades que la persona se niega a reconocer. As¨ª, por ejemplo, se trata de una postura muy caracter¨ªstica en las personas que tienen problemas de adicci¨®n no asumidos cuando se pretende abordar ese tema.
Otras veces, sin embargo, estar a la defensiva indica que existe una relaci¨®n de competencia o un resentimiento soterrado. En el mundo de la pareja a menudo se producen juegos de este tipo, donde ambos luchan por controlar la situaci¨®n o reivindicar su punto de vista. Es f¨¢cil entonces que crezca la incomprensi¨®n y la sensaci¨®n de impotencia. No hace falta decir que mantener ese pulso constante en el que se pone continuamente a prueba qui¨¦n gana a qui¨¦n, genera un tremendo desgaste que puede minar la relaci¨®n.
La inseguridad interior
"La mente es como un paraca¨ªdas; trabaja mejor cuando est¨¢ abierta" (Thomas Dewar)
As¨ª como las serpientes muerden, a pesar de ser la mayor¨ªa inofensivas, los seres humanos atacan cuando se sienten amenazados por alguien. Tras la necesidad exagerada de defenderse, a menudo se esconde una persona que teme no ser escuchada o que se siente d¨¦bil o insegura, aunque su apariencia refleje todo lo contrario. La ira, los celos, el orgullo, el odio? son los venenos que puede inocular, pero cuanto m¨¢s los propaga, mayor es tambi¨¦n la reserva t¨®xica que se genera en su interior.
La actitud defensiva se basa en la anticipaci¨®n de un posible da?o, lo cual provoca que en muchas ocasiones se reaccione de manera exagerada. Sin embargo, para quien se siente atacado y ve la causa de los problemas en la reacci¨®n de los dem¨¢s, no resulta nada f¨¢cil admitir que las cosas pueden ser diferentes de c¨®mo las percibe y que su defensa a ultranza tambi¨¦n puede ser considerada un ataque.
Ser consciente de la propia actitud defensiva no basta, pero supone un paso importante. Por tanto, estar dispuesto a cuestionarse a uno mismo resulta indispensable para transformar esta actitud en algo distinto.
Ganar Y ganar
"Ir a la derecha o la izquierda es f¨¢cil. Ganar y ser vencido es f¨¢cil tambi¨¦n. Pero no ganar ni ser vencido es muy dif¨ªcil" (proverbio)
La postura defensiva parte del supuesto de que en las relaciones siempre hay quien gana y quien pierde: si uno no se anda con cuidado, los dem¨¢s se aprovechan. Sin embargo, las relaciones tambi¨¦n pueden entenderse y vivirse de un modo bien distinto. Stephen R. Covey, autor de renombrados best sellers, habla en sus libros de la filosof¨ªa del yo gano/t¨² ganas. La relaci¨®n realmente satisfactoria es aquella que en lugar de crear dos bandos enfrentados busca la cooperaci¨®n y la uni¨®n de fuerzas, con lo que cada persona obtiene un beneficio.
Sin embargo, no hay colaboraci¨®n sin confianza. El recelo lleva a exagerar los peligros, a esperar el enga?o y la ofensa, a gastar tiempo y energ¨ªa escrutando la actitud de los dem¨¢s. No se trata de ser ingenuo, ni dejarse pisar, sino de aprender a defenderse de un modo muy diferente: sin necesidad de atacar.
Estar a la defensiva significa reaccionar en el presente con la carga del pasado y anticipando una amenaza futura. Genera confusi¨®n y malentendidos. Para desactivar esta actitud ser¨¢ preciso aprender a comunicarse de manera m¨¢s franca y clara. Una mayor confianza real en uno mismo ayudar¨¢ a expresar de manera m¨¢s directa lo que disgusta, manteniendo con los dem¨¢s una relaci¨®n abierta y confiada donde el otro se considere un aliado y no un enemigo.
Aprender para cambiar
- 'El arte de amargarse la vida', de Paul Watzlawick. Editorial Herder.
- 'Peque?os grandes cambios', de Bill O'Hanlon. Editorial Paid¨®s.
Trampas en la comunicaci¨®n
La comunicaci¨®n est¨¢ presente en cualquier relaci¨®n humana. Normalmente facilita la interacci¨®n, pero en ocasiones tambi¨¦n puede bloquearla. Ciertas trampas comunicativas generan f¨¢cilmente malentendidos:
1. Lectura de la mente. Supone que los dem¨¢s deben entendernos y saber lo que necesitamos sin que sea preciso expresarlo.
2. La bola m¨¢gica. Ante los mensajes ambiguos se realiza una interpretaci¨®n subjetiva en lugar de concretar o preguntar directamente.
3. El m¨¦todo indirecto. Consiste en hablar de asuntos sin nombrarlos, quejarse de algo cuando lo que molesta de verdad es otra cosa, dejar frases sin acabar
4. Ilusi¨®n de alternativas. Se proponen dos alternativas. Si la persona escoge A, deber¨ªa haber elegido B. Si escoge B, se prefiere A. Es un buen modo de tener el conflicto asegurado.
5. Ataque y defensa. La actitud del otro siempre se considera un ataque, la propia es una mera y leg¨ªtima defensa.
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