Lula y los Castro
PIEDRA DE TOQUE. Cuando se trata del exterior, el presidente brasile?o se desviste de los atuendos democr¨¢ticos y se abraza con la hez de Am¨¦rica Latina. Su foto con Ra¨²l y Fidel me retorci¨® las tripas
Mi capacidad de indignaci¨®n pol¨ªtica se embota algo los meses del a?o que paso en Europa. La raz¨®n, supongo, es que vivo all¨¢ en pa¨ªses democr¨¢ticos en los que, no importa los problemas que padezcan, hay un amplio margen de libertad para la cr¨ªtica, y los medios, los partidos, las instituciones y los individuos suelen protestar con entereza y ruido cuando se suscita un hecho afrentoso y despreciable, sobre todo en el campo pol¨ªtico.
En Am¨¦rica Latina, en cambio, donde paso tres o cuatro meses al a?o, aquella capacidad de indignaci¨®n retorna siempre, con la furia de mi juventud, y me hace vivir en el qui¨¦n vive, desasosegado y alerta, esperando (y pregunt¨¢ndome de d¨®nde vendr¨¢ esta vez) el hecho execrable que, generalmente, pasar¨¢ inadvertido para el gran n¨²mero, o merecer¨¢ el benepl¨¢cito o la indiferencia general.
Antes de viajar a Cuba, 50 disidentes le hab¨ªan pedido una audiencia. Lula se neg¨®
Se abraz¨®, risue?o y c¨®mplice, con los verdugos de Orlando Zapata Tamayo
Esta ma?ana he vivido una vez m¨¢s esa sensaci¨®n de asco e ira, viendo al risue?o presidente Lula del Brasil, abrazando cari?osamente a Fidel y Ra¨²l Castro, en los mismos momentos en que los esbirros de la dictadura cubana correteaban a los disidentes y los sepultaban en los calabozos para impedirles asistir al entierro de Orlando Zapata Tamayo, el alba?il opositor y pacifista de 42 a?os, del Grupo de los 75, al que la satrap¨ªa castrista dej¨® morir de hambre -luego de someterlo en vida a confinamiento, torturas y condenarlo con pretextos a m¨¢s de 30 a?os de prisi¨®n- tras 85 d¨ªas de huelga de hambre.
Cualquier persona que no haya perdido la decencia y tenga un m¨ªnimo de informaci¨®n sobre lo que ocurre en Cuba espera del r¨¦gimen castrista que act¨²e como lo ha hecho. Hay una absoluta coherencia entre la condici¨®n de dictadura totalitaria de Cuba y una pol¨ªtica terrorista de persecuci¨®n a toda forma de disidencia y de cr¨ªtica, la violaci¨®n sistem¨¢tica de los m¨¢s elementales derechos humanos, procesos ama?ados para sepultar a los opositores en c¨¢rceles inmundas y someterlos all¨ª a vejaciones hasta enloquecerlos, matarlos o empujarlos al suicidio. Los hermanos Castro llevan 51 a?os practicando esa pol¨ªtica y s¨®lo los idiotas podr¨ªan esperar de ellos un comportamiento distinto.
Pero de Luiz In¨¢cio Lula da Silva, gobernante elegido en comicios leg¨ªtimos, presidente constitucional de un pa¨ªs democr¨¢tico como Brasil, uno esperar¨ªa, por lo menos, una actitud algo m¨¢s digna y coherente con la cultura democr¨¢tica que en teor¨ªa representa, y no la desverg¨¹enza imp¨²dica de lucirse, risue?o y c¨®mplice, con los asesinos virtuales de un disidente democr¨¢tico, legitimando con su presencia y proceder la cacer¨ªa de opositores desencadenada por el r¨¦gimen en los mismos momentos en que ¨¦l se fotografiaba abrazando a los verdugos de Orlando Zapata Tamayo.
El presidente Lula sab¨ªa perfectamente lo que hac¨ªa. Antes de viajar a Cuba, 50 disidentes cubanos le hab¨ªan pedido una audiencia durante su estancia en La Habana y que intercediera ante las autoridades de la isla por la liberaci¨®n de los presos pol¨ªticos martirizados como Zapata en los calabozos cubanos. ?l se neg¨® a ambas cosas. Tampoco los recibi¨® ni abog¨® por ellos en sus dos anteriores visitas a la isla, cuyo r¨¦gimen liberticida siempre elogi¨® sin el menor eufemismo.
Por lo dem¨¢s, esta manera de proceder del mandatario brasile?o ha caracterizado todo su mandato. Hace a?os que, en su pol¨ªtica exterior, desmiente de manera sistem¨¢tica su pol¨ªtica interna, en la que respeta las reglas del Estado de derecho, y, en econom¨ªa, en vez de las recetas marxistas que propon¨ªa cuando era sindicalista y candidato -dirigismo econ¨®mico, nacionalizaciones, rechazo a la inversi¨®n extranjera, etc¨¦tera-, promueve una econom¨ªa de mercado y de libre empresa como cualquier estadista socialdem¨®crata europeo.
Pero, cuando se trata del exterior, el presidente Lula se desviste de los atuendos democr¨¢ticos y se abraza con el comandante Ch¨¢vez, con Evo Morales, con el comandante Ortega, es decir, con la hez de Am¨¦rica Latina, y no tiene el menor escr¨²pulo en abrir las puertas diplom¨¢ticas y econ¨®micas del Brasil a la satrap¨ªa teocr¨¢tica integrista de Ir¨¢n. ?Qu¨¦ significa esta duplicidad? ?Que el presidente Lula nunca cambi¨® de verdad? ?Que es un simple travestido, capaz de todos los volteretazos ideol¨®gicos, un politicastro sin espina dorsal c¨ªvica y moral? Seg¨²n algunos, los designios geopol¨ªticos para Brasil del presidente Lula est¨¢n por encima de peque?eces como que Cuba sea, con Corea del Norte, una de las dictaduras donde se cometen los peores atropellos a los derechos humanos y donde hay m¨¢s presos pol¨ªticos. Lo importante para ¨¦l ser¨ªan cosas m¨¢s trascendentes como el puerto de Mariel, que Brasil est¨¢ financiando con 300 millones de d¨®lares as¨ª como la pr¨®xima construcci¨®n por Petrobras de una f¨¢brica de lubricantes en La Habana. Ante realizaciones de este calado ?qu¨¦ puede importarle al "estadista" brasile?o que un alba?il cubano del mont¨®n, y encima negro y pobre, muera de hambre clamando por nimiedades como la libertad?
En verdad, todo esto significa, ay, que Lula es un t¨ªpico mandatario "democr¨¢tico" latinoamericano. Casi todos ellos est¨¢n cortados por la misma tijera y casi todos, unos m¨¢s, otros menos, aunque -cuando no tienen m¨¢s remedio- practican la democracia en el seno de sus propios pa¨ªses, en el exterior no tienen reparo alguno, como Lula, en cortejar a dictadores y demagogos tipo Ch¨¢vez o Castro, porque creen, los pobres, que de este modo aquellos manoseos les otorgar¨¢n una credencial de "progresistas" que los libre de huelgas, revoluciones, acoso period¨ªstico y de campa?as internacionales acus¨¢ndolos de violar los derechos humanos. Como recuerda el analista peruano Fernando Rospigliosi, en un admirable art¨ªculo, "Mientras Zapata mor¨ªa lentamente, los presidentes de Am¨¦rica Latina -incluido el s¨¢trapa cubano- se reun¨ªan en M¨¦xico para formar una organizaci¨®n -?otra m¨¢s!- regional. Ni una palabra sali¨® de all¨ª para demandar la libertad o un mejor trato para los m¨¢s de 200 presos pol¨ªticos cubanos". El ¨²nico que se atrevi¨® a protestar -un justo entre los fariseos- fue el presidente electo de Chile Sebasti¨¢n Pi?era.
De manera que la cara de cualquiera de estos jefes de Estado hubiera podido reemplazar a la de Luiz In¨¢cio Lula da Silva, abrazando a los hermanos Castro, en la foto que me retorci¨® las tripas al leer la prensa de esta ma?ana.
Esas caras no representan la libertad, la limpieza moral, el civismo, la legalidad y la coherencia en Am¨¦rica Latina. Estos valores se encarnan en personas como Orlando Zapata Tamayo, las Damas de Blanco, Oswaldo Pay¨¢, Elizardo S¨¢nchez, la bloguera Yoani S¨¢nchez, y dem¨¢s cubanos y cubanas que, sin dejarse intimidar por el acoso, las agresiones y vejaciones cotidianas de que son v¨ªctimas, se siguen enfrentando a la tiran¨ªa castrista. Y se encarnan, asimismo, en principal¨ªsimo lugar, en los centenares de prisioneros pol¨ªticos y, sobre todo, en el periodista independiente Guillermo Fari?as, que, cuando escribo este art¨ªculo, lleva ya ocho d¨ªas de huelga de hambre en Cuba para protestar por la muerte de Zapata y exigir la liberaci¨®n de los presos pol¨ªticos.
Curiosa y terrible paradoja: que sea en el seno de uno de los m¨¢s inhumanos y crueles reg¨ªmenes que haya conocido el continente donde se hallen hoy los m¨¢s dignos y respetables pol¨ªticos de Am¨¦rica Latina.
? Derechos mundiales de prensa en todas las lenguas reservados a Ediciones EL PA?S, SL, 2010 ? Mario Vargas Llosa, 2010
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