Memoria de los esclavos de Franco
Centenares de nuevos documentos evocan la vida de los presos en los campos de concentraci¨®n de la dictadura - El Tribunal de Cuentas cede sus fondos a Cultura
La burocracia lo justifica todo por escrito. Tambi¨¦n la ignominia y la miseria. "Vale por dos botes de leche para un evadido enfermo procedente del campo rojo, por prescripci¨®n del m¨¦dico". El 23 de febrero de 1938, el cabo de guardia autoriz¨® en una nota manuscrita el extra alimenticio (?dos botes de leche!) a un enemigo enfermo. Luego estamp¨® el sello de la Comandancia Militar de Fraga (Huesca). Mientras los espa?oles se mataban entre s¨ª, la miseria y la ignominia avanzaban haciendo estragos.
La nota de los botes de leche viaj¨® por un intrincado laberinto hasta acabar en el Tribunal de Cuentas. Igual que centenares de documentos similares. Vales donde se da cuenta de las latas de at¨²n, sardinas, "vaca ajardinada", libras de chocolate, alubias, caf¨¦ o mermelada que se distribu¨ªan a soldados y prisioneros durante la Guerra Civil y la posguerra. Es una peque?a memoria de la miseria. Pero el Tribunal de Cuentas conserva tambi¨¦n la gran memoria de la ignominia: los movimientos en 132 campos de concentraci¨®n y 541 batallones de prisioneros forzados a trabajar en obras militares o civiles tras ser apresados por el ej¨¦rcito sublevado. Sus integrantes fueron la avanzadilla de los llamados "esclavos de Franco", que reconstruyeron buena parte de lo destruido durante la Guerra Civil. A partir de ma?ana (viernes), este fondo podr¨¢ ser consultado en el Centro Documental de la Memoria Hist¨®rica de Salamanca, donde la subsecretaria de Estado de Cultura, Mercedes de Palacios, depositar¨¢ las 145 cajas procedentes del Tribunal de Cuentas, tras el convenio firmado entre el presidente del organismo, Manuel N¨²?ez y la ministra de Cultura, ?ngeles Gonz¨¢lez-Sinde, hace un a?o. EL PA?S ha tenido acceso a su contenido.
El Centro de la Memoria de Salamanca acoger¨¢ el legado
Los papeles hablan de entre 360.000 y 500.000 prisioneros en una d¨¦cada
Durante a?os, los historiadores no pudieron acceder a ese tesoro
"Este archivo estaba silenciado, hab¨ªa pereza burocr¨¢tica" (Francisco Espinosa)
Hubo un continuo trasvase de mano de obra entre c¨¢rceles y empresas
El campo de Miranda de Ebro funcion¨® toda una d¨¦cada (1937-1947)
- Altas y bajas. En estos fondos se pueden rastrear numerosas identidades de quienes pasaron por 132 campos de concentraci¨®n y quienes nutrieron 541 unidades de trabajadores forzosos (acu?adas bajo diferentes denominaciones: batallones disciplinarios de soldados trabajadores, batallones de trabajadores...). Hay listados con las altas y bajas de cada mes. Una copia se remit¨ªa al Tribunal de Cuentas para justificar el dinero necesario para alimentar a los detenidos y, en el caso de los batallones, para pagarles por su trabajo. Un ejemplo: el campo de concentraci¨®n de Huelva comienza a funcionar en febrero de 1939 con 3.202 prisioneros. En julio se cierra con 662. Los listados detallan los nombres de cada recluido y su destino: a disposici¨®n del gobernador civil, pendiente de la comisi¨®n clasificadora, al inspector de carabineros, hospitalizado, en libertad o fallecido.
- Documentos perdidos. Durante a?os, los investigadores han ignorado el fondo del Tribunal de Cuentas. Por puro desconocimiento. El historiador Francisco Espinosa fue el primero en acceder a ¨¦l a finales de 2008. Hace dos d¨ªas, como quien dice, y tuvo que batallar, con el apoyo de la abogada Eva Moraga, contra el hermetismo del Tribunal de Cuentas. "Ese archivo estaba silenciado, no ten¨ªan inter¨¦s en que se conociera, supongo que por simple pereza burocr¨¢tica", reprueba Espinosa. "Carec¨ªamos de espacio para atender a investigadores, se hizo un esfuerzo por habilitarlo y desde entonces hemos recibido a 16 investigadores", contrapone la subdirectora jefe de archivo del Tribunal de Cuentas, Soledad Cases. "No fue para ocultar ni para negar", agrega. Lo cierto es que, a¨²n el 3 de junio de 2008, el secretario general del Tribunal de Cuentas, Jos¨¦ Antonio Pajares, afirmaba en un escrito que no se pod¨ªan consultar los fondos de batallones y campos de concentraci¨®n debido a que "las deficiencias constructivas del edificio" donde se almacenaban hab¨ªa obligado a clausurarlo "por motivos de seguridad". En la carta de respuesta a Espinosa, se omit¨ªa se?alar que los fondos ya hab¨ªan sido digitalizados. Javier Rodrigo, que manej¨® una apabullante documentaci¨®n para su tesis sobre los campos, no pudo acceder a estos datos. "Cuando prepar¨¦ mi tesis, no lo sab¨ªa. No estaba recogida en los fondos hist¨®ricos estatales, aunque intu¨ªa que ten¨ªa que existir una documentaci¨®n econ¨®mica sobre las altas y bajas de cada campo". Y lamenta que no cumplieran los requisitos de un archivo: publicidad, catalogaci¨®n y disponibilidad.
- Iron¨ªas de los archivos. Antes que los historiadores, llegaron los represaliados con sus peticiones. Desde 2002, al ritmo de las indemnizaciones p¨²blicas para quienes hab¨ªan sido encarcelados y castigados por sus ideas pol¨ªticas, 3.229 personas pidieron al Tribunal de Cuentas que certificase su paso -o el de un familiar- por un batall¨®n o un campo de concentraci¨®n. Seg¨²n Soledad Cases, en 1.820 casos se dio una respuesta negativa. Con la transferencia de estos fondos al Ministerio de Cultura, corresponder¨¢ a partir de ahora al Centro Documental de la Memoria Hist¨®rica expedir los futuros certificados para los represaliados republicanos. Un ir¨®nico giro administrativo: el fichero general del centro salmantino sirvi¨® para rastrear las veleidades "rojas" de los demandantes de empleo durante la dictadura.
- Campos de reeducaci¨®n. Javier Rodrigo, el historiador que ha investigado m¨¢s a fondo el sistema de campos del franquismo, ha contabilizado 188, que permanecieron operativos en alg¨²n momento entre 1936 y 1947. "Fueron internamiento, clasificaci¨®n, reeducaci¨®n y origen de explotaci¨®n. Tambi¨¦n fueron humillaci¨®n, hambre, maltrato, disciplina, descontrol, lucha por la integridad y transformaci¨®n. Y, en muchos casos, eliminaci¨®n f¨ªsica. Pero que nadie se llame a enga?os: su objetivo no fue nunca asesinar a sus internos (de eso se encargar¨ªa la justicia militar), sino ser el bistur¨ª social con el que separar el bien del mal, la Espa?a de la anti-Espa?a", escribe en su libro Cautivos. Campos de concentraci¨®n en la Espa?a franquista (1936-1947) (Cr¨ªtica). Por esos recintos pasaron entre 367.000 y 500.000 prisioneros de guerra republicanos y, a partir de 1940, refugiados de la II Guerra Mundial. Los campos nutr¨ªan masivamente a los batallones de trabajadores.
- Reconstruir la ruina. Se destruy¨® entre todos, se reconstruy¨® en buena parte con los perdedores. Los prisioneros republicanos, agrupados en batallones y unidades de trabajo, acometieron significativas obras, como se constata en los fondos del Tribunal de Cuentas. El batall¨®n de trabajadores n¨²mero 31, formado por 388 prisioneros, lo hizo en el aeropuerto de Labacolla, en Santiago. Cobraban en febrero de 1940, seg¨²n lo firmado por el comisario de guerra, 2,50 pesetas diarias. Del campo de concentraci¨®n de la plaza de toros de Zaragoza, donde se hacinaban 2.148 republicanos en abril de 1939, sali¨® la mano de obra para trabajar en el pantano de la Muedra (189 prisioneros), el ferrocarril entre Soria y Castej¨®n (299), las minas de Utrillas (199) y los puertos de Castell¨®n y Vinaroz (393). La explotaci¨®n laboral se mantuvo tambi¨¦n con los presos de las c¨¢rceles -que s¨ª hab¨ªan sido juzgados y condenados- en un complejo entramado de cesi¨®n de mano de obra a instituciones y empresas privadas que har¨ªa las delicias de una empresa de trabajo temporal inmisericorde. Entre las obras m¨¢s simb¨®licas legadas por este sistema figuran el Valle de los Ca¨ªdos o el Canal del Guadalquivir, construidas ambas por presos que cre¨ªan redimir penas.
- V¨ªveres recortados. El lenguaje repetitivo y plano de los papeles militares esconde pistas. Se podr¨ªa decir que el jefe del batall¨®n de trabajadores de Belchite era m¨¢s generoso con sus prisioneros que el jefe del campo de San Pedro de Carde?a, en Burgos. Ver¨¢n por qu¨¦. En abril de 1939, el primero certifica que "en el mes anterior no se ha podido obtener ninguna econom¨ªa en la compra de v¨ªveres para la confecci¨®n de ranchos". El segundo, por el contrario, escribe ufano que "las econom¨ªas realizadas durante el mes de la fecha importan la cantidad de 14.277,6 pesetas, diferencia entre lo reclamado y lo invertido, cuya cantidad ser¨¢ ingresada en el Banco de Espa?a en la cuenta corriente de la Inspecci¨®n de Campos de Concentraci¨®n".
- Miranda de Ebro, el m¨¢s longevo. Se cerr¨® en 1947. Su historia est¨¢ casi m¨¢s vinculada a la II Guerra Mundial, ya que alberg¨® a numerosos refugiados. En los listados del Tribunal de Cuentas se suceden apellidos como Wilson, Weil, Van Derber, Roux, Rivi¨¨re, Sorel, Zalewski o Zielinski. En agosto de 1943 hab¨ªa 3.265 extranjeros. Durante un tiempo se mezclaron sin sentido alemanes, jud¨ªos, franceses, brit¨¢nicos y polacos, hasta que los conflictos obligaron a delimitar zona aliada y zona germana en el campo.
LA HUELLA DOCUMENTAL DEL DRAMA
- En la reconstrucci¨®n del nuevo pueblo de Belchite trabajaron prisioneros extranjeros que hab¨ªan combatido en las filas de la Rep¨²blica. En febrero de 1940 hab¨ªa 303 extranjeros. Cada uno cobraba 2,50 pesetas diarias.
- Adem¨¢s de Miranda de Ebro, que funcion¨® entre 1937 y 1947, en Burgos se abrieron campos en Aranda de Duero, Lerma, San Pedro de Carde?a y Valdenoceda.
- C¨®rdoba, con 17, fue la provincia con m¨¢s campos de concentraci¨®n. Le siguieron Granada (10), Badajoz (8) y Alicante (8).
Babelia
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