La 'cultura' del toro
++En la Conferencia Mundial sobre las Pol¨ªticas Culturales, celebrada en M¨¦xico en 1982, se acord¨® que "la cultura... puede considerarse... como el conjunto de los rasgos distintivos, espirituales y materiales, intelectuales y afectivos que caracterizan a una sociedad o a un grupo social. Engloba, adem¨¢s de las artes y las letras, los modos de vida, los derechos fundamentales del ser humano, los sistemas de valores, las tradiciones y las creencias". Me gusta. Es una definici¨®n amplia, en la que cabe casi todo y que impide, entre otras cosas, que utilicemos la cultura como arma arrojadiza, los unos contra los otros. Se acab¨® aquello de que "...cuando oigo la palabra cultura, echo mano a la pistola..."
En ese contexto, es innegable que las corridas de toros forman parte de la tradici¨®n, y por tanto, de la cultura espa?ola, y los bous al carrer, de la cultura valenciana. Hasta ah¨ª de acuerdo. Pero cuando los defensores de esas sanguinarias fiestas comienzan a mezclar la tradici¨®n y las artes para justificarlas, las cosas se complican. Una de las razones que la se?ora Esperanza Aguirre en Madrid y el se?or Seraf¨ªn Castellano en Valencia aducen para declarar las fiestas de toros como Bien de Inter¨¦s Cultural (BIC) es el hecho de que han inspirado a grandes maestros de la pintura, como Goya o Picasso. Es verdad que ambos han pintado cuadros sobre temas taurinos. Pero si seguimos el razonamiento y no decimos verdades a medias, tendremos que declarar Bien de Inter¨¦s Cultural a los fusilamientos en masa (Los fusilamientos de la Moncloa, de Goya) o a los bombardeos de ciudades indefensas (el Guernica, de Picasso).
El problema no consiste en saber si las fiestas de toros forman parte o no de nuestra cultura. S¨ª, forman parte de ella. El problema consiste en decidir qu¨¦ tipo de cultura queremos. El hecho de que en Estados Unidos exista la cultura de llevar armas de fuego y de la pena de muerte, no implica que aqu¨ª esas atrocidades formen parte de nuestra identidad cultural. Aunque no estoy del todo seguro, conf¨ªo en que a nadie se le ocurrir¨¢ sugerir que incluyamos todo eso en el tipo de cultura que queremos. ?O quiz¨¢ s¨ª?
Puestos a hablar del tipo de cultura que deseamos, hace unos meses, el Consell Valenci¨¤ de Cultura (CVC) aprob¨® un informe en el que, con la timidez que nos caracteriza, se solicitaba s¨®lo la prohibici¨®n de una de las pr¨¢cticas m¨¢s b¨¢rbaras de nuestra cultura del toro: el bou embolat. Nuestro conseller de Interior, el se?or Seraf¨ªn Castellano, a quien iba dirigido el informe, no lo dud¨® ni un instante. Aun antes de conocer oficialmente su contenido, afirm¨® ante la prensa, en la misma sede del CVC, que le daba igual, que seguir¨ªa autoriz¨¢ndolos. M¨¢s chulapo incluso que la se?ora Aguirre. Despu¨¦s lo ha ratificado en declaraciones oficiales: "Mientras gobierne el PP, habr¨¢ toros en Valencia". S¨®lo le ha faltado decir: "Y, al que no le guste, que se vaya". ?Qu¨¦ les recuerda este tono?
Ese informe del CVC, cuya utilidad hemos podido comprobar, llevaba un voto particular, m¨ªo, al que se adhiri¨® una querida colega. En ¨¦l defend¨ªa que la fiesta de los toros deber¨ªa tener un trato similar al que tienen otros espect¨¢culos poco edificantes. Creo que no se debe prohibir, pero s¨ª es necesario regularla, para, por lo menos, apartarla de la vista de los ni?os. Si las corridas de toros se celebran en recintos cerrados y no trascienden (no se televisan), s¨®lo afectan a los que voluntariamente quieren serlo, y adem¨¢s, pagan por ello. Mientras no se autorice la entrada de menores, nada que objetar. Si hay adultos que disfrutan con la tortura y muerte p¨²blica de animales, all¨¢ ellos.
Pero los bous al carrer, en cualquiera de sus variedades, son otra cosa. La calle, mal que les pese, no pertenece al se?or Fraga, ni al se?or Castellano, ni siquiera al Ayuntamiento del pueblo. Pertenece a los ciudadanos, que la pagan con sus impuestos. Y los bous al carrer ocupan la calle y llevan la crueldad a la misma puerta de su casa, sin posibilidad de escapatoria, a los ni?os y a las gentes que se oponen al bochornoso espect¨¢culo de ver pinchar al toro con grandes clavos, ensartados en largas ca?as. Ya s¨¦ que me dir¨¢n que el nuevo reglamento impide tales barbaridades, pero est¨¢ por ver el grado de cumplimiento que tendr¨¢. Veo dif¨ªcil que los polic¨ªas municipales se enfrenten a sus convecinos por nimiedades como estas.
Lo curioso es que todo esto tiene una f¨¢cil soluci¨®n. H¨¢gase, en cada pueblo, un refer¨¦ndum entre los vecinos censados para ver si quieren o no tener el espect¨¢culo de los toros frente a su casa. La opini¨®n de los vecinos que pagan las calles debe prevalecer sobre cualquier otra. Hasta ahora, donde se ha hecho una consulta, ha ganado el no. Claro que, para hacer referendos y cumplir su veredicto, aunque no tenga fuerza legal, hay que creer firmemente en la democracia.
Manuel Sanchis-Guarner Cabanilles es miembro del Consell Valenci¨¤ de Cultura.
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