El 'vermeer' favorito de Hitler, a juicio
Su propietario tuvo que vender la obra al F¨¹hrer para proteger a su esposa, de origen jud¨ªo - La familia reclama ahora el cuadro, que se expone en Viena
"Quiero ese vermeer", anunci¨® Adolf Hitler en 1935, dos a?os despu¨¦s de llegar al poder en Alemania. Lo que ansiaba el F¨¹hrer era El arte de la pintura, de Johannes Vermeer, pero hasta 1940 no consigui¨® compr¨¢rselo al conde Jaromir Czernin de Chudenitz y Morzin. Pag¨® 1,65 millones de marcos alemanes, cifra inferior al precio que hubiera alcanzado en el mercado y a los dos millones de marcos que quer¨ªa el conde. Ahora, el cuadro es objeto de una demanda de restituci¨®n de sus ex propietarios, la antigua familia arist¨®crata bohemia-austriaca de los Czernin, contra el museo de Historia del Arte, en Viena, su due?o desde 1946.
Hitler quer¨ªa que la obra (pintada entre 1666 y 1668) fuera una de las joyas del museo que planeaba levantar en la ciudad austriaca de Linz. Y Czernin, su due?o, crey¨® que vendi¨¦ndosela al dictador nazi pon¨ªa a su segunda esposa, Alix-May, y a su familia de sangre jud¨ªa, a salvo de la ley de pureza de la raza del Tercer Reich.
"Fue el precio que hubo que pagar para sobrevivir", dice el abogado El valor de mercado del lienzo se calcula entre los 150 y los 400 millones
El temor de Czernin no era infundado. Antes de que la Alemania nazi se anexionara a la vecina Austria en 1938, el r¨¦gimen hab¨ªa expropiado al conde sus bienes fuera del territorio austriaco y su mujer hab¨ªa tenido que abandonar la poblaci¨®n alemana de Stein en Nuremberg, donde v¨ªv¨ªa y en cuya residencia aparecieron pintadas amenazantes.
La "venta fue el precio para sobrevivir", afirma el abogado de los descendientes del conde, Andreas Theiss, quien recuerda que gracias a la transacci¨®n Alix-May no fue enviada a un campo de concentraci¨®n, pero tuvo que portar, como cualquier otro jud¨ªo, la estrella de David. Su marido fue expropiado, sufri¨® la c¨¢rcel de la temida polic¨ªa secreta oficial de la Gestapo y cay¨® en la pobreza. Alexander Czernin, primog¨¦nito del conde, recuerda que cuando su padre le ley¨® la carta que confirmaba la venta de aquella obra exclam¨®: "Ahora estamos a salvo".
El precio que esta obra, una de las 37 que se conocen de Vermeer, podr¨ªa alcanzar en el mercado oscila entre los 150 y los 400 millones de euros. Eso, claro, si la comisi¨®n de expertos independientes que se encarga del caso exige que se devuelva a sus antiguos propietarios. El veredicto se espera de junio a diciembre de este a?o.
Por si acaso, el museo en el que todav¨ªa est¨¢ la obra le dedica, hasta el 25 de abril, una exposici¨®n monogr¨¢fica, Vermeer, el arte de pintar. Quiz¨¢ la ¨²ltima en la que esta pieza, la m¨¢s grande (130 - 110 cent¨ªmetros) del pintor holand¨¦s se exponga p¨²blicamente.
En 2006, la pinacoteca estatal del palacio de Belvedere ya se vio obligada a devolver dos retratos de Adele Bloch-Bauer, de Gustave Klimt, que hab¨ªan sido robados por los nazis. Aqu¨¦lla fue la primera vez en que un tribunal de apelaciones de EE UU exigi¨® a un Gobierno extranjero actuar en un asunto ligado al Holocausto. "La situaci¨®n es diferente", subraya el museo, porque el vermeer "fue vendido".
El lienzo, hallado por las tropas aliadas estadounidenses en una mina de sal en Altaussee (Austria) y entregado a las autoridades austriacas, es una de las piezas m¨¢s valiosas de la pinacoteca vienesa. Vermeer desarroll¨® una t¨¦cnica distinta para cada uno de los motivos que muestra: el cortinaje, la pared, la ara?a de lat¨®n o el mapa de los Pa¨ªses Bajos orientado hacia el oeste. La obra, adem¨¢s, est¨¢ llena de mensajes y da la sensaci¨®n de que se observa un momento en el trabajo de un pintor que aparece de espaldas retratando a Cl¨ªo, musa de la historia en la mitolog¨ªa griega. Dos detalles refuerzan esta tesis: un libro en una mano y una trompeta en la otra, que se interpreta como s¨ªmbolo de llamada a la batalla.
Las diferentes consistencias de los colores, unos de textura pastosa y otros, aguada, y las tres capas de pintura que emplea a veces en el lienzo han contribuido al deterioro de esta obra, que colgaba en el taller del artista. Que, por cierto, nunca quiso desprenderse de ella y de la que se cree que ten¨ªa como fin ser una tarjeta de presentaci¨®n del buen hacer de Vermeer.
La exposici¨®n Vermeer, el arte de pintar presenta objetos de la ¨¦poca similares a los que aparecen en el cuadro y, por primera vez, el testamento original de Vermeer. La exposici¨®n es amplia y profunda y muestra la t¨¦cnica de la llamada c¨¢mara oscura, que ya era utilizada por los pintores coet¨¢neos y que se desconoce si ¨¦l lleg¨® realmente a usar. Completan la muestra otros documentos hist¨®ricos como una reproducci¨®n del mapa de las 17 provincias de los Pa¨ªses Bajos y sus 20 ciudades antes de la paz con Espa?a en 1609.
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