Un escritor del pueblo
Alrededor de 15.000 personas desfilan en Valladolid por la capilla ardiente
Sobria, lac¨®nica y llana. As¨ª defini¨® una vez Miguel Delibes la relaci¨®n del pueblo vallisoletano con la Semana Santa y as¨ª se podr¨ªa definir la despedida que ayer ese mismo pueblo le brind¨® a ¨¦l. El drama castellano, dijo el autor de Los santos inocentes, se muestra como lo que es, ni m¨¢s ni menos. "La belleza de sus procesiones, ha de buscarse pues, en su sobriedad, su llaneza y su laconismo. Otra cosa ser¨ªa una inconsecuencia, incompatible con nuestro temperamento".
El f¨¦retro con los restos del novelista lleg¨® a primera hora de la ma?ana al Ayuntamiento de una ciudad que s¨®lo mantuvo un acto oficial del d¨ªa: el preg¨®n de esa Semana Santa que tanto gustaba al escritor. En la sala: un retrato de 1977 depositado en las Cortes de Castilla y Le¨®n y un busto con el rostro del escritor que pertenece al teatro Calder¨®n. Su familia, una tribu que se abrazaba, sonre¨ªa o lloraba con la naturalidad de los que se protegen entre s¨ª. El bullicio de las primeras horas se fue dispersando a lo largo del d¨ªa. A la hora de comer se cerr¨® por una hora la sala y volvi¨® la aglomeraci¨®n a las puertas.
"No era s¨®lo un gran escritor sino un buen vecino", dice Mart¨ªn Garzo
En una mesa repleta de novelas suyas, desordenadas por los que se paraban a releer alg¨²n pasaje, el libro de condolencias abr¨ªa paso a sentimientos m¨¢s encendidos: "Gracias por dejarnos la conciencia, como me explican mis padres". "Gracias por descubrirme el mundo de la lectura". "Gracias maestro te echaremos de menos de nuestros paseos por el Campo Grande". "Un vecino con la cualidad de ser humilde. No necesitaba demostrar nada. Milana bonita". "Camino olvido, del p¨¢ramo sombr¨ªo, la luz atraviesa nuestras vidas, es cuando el aire vuela sobre aquel cipr¨¦s erguido". Ni los ni?os quisieron dejar de escribir su despedida.
"Hablar de Miguel Delibes es diferente desde Valladolid que desde otro lugar", afirmaba el escritor Gustavo Mart¨ªn Garzo. "Aqu¨ª pas¨® toda su vida y para Valladolid Delibes no era s¨®lo un gran escritor sino un buen vecino. Alguien que paseaba cada d¨ªa por la calle, un hombre generoso con su tiempo". Garzo record¨® c¨®mo el autor sol¨ªa acudir a las presentaciones de libros de j¨®venes autores o c¨®mo siempre devolv¨ªa cualquier atenci¨®n con una nota escrita a mano. "Ser¨¢ dif¨ªcil imaginar esta ciudad sin ¨¦l. Fue un gran moralista, un hombre en la estirpe de Camus, que escribi¨® sobre la relaci¨®n del hombre con su comunidad y con su entorno. Le bastaron dos palabras para alcanzar una de las cumbres de nuestra literatura: milana bonita".
La fama de hombre hosco, de castellano seco y duro, sonaba ayer a elogio en boca de sus compatriotas. Porque era tierno y generoso tambi¨¦n y porque son pocos los que no se traicionan a s¨ª mismos. A las seis de la tarde, el Ayuntamiento calculaba que ya hab¨ªan pasado unas 11.000 personas por la capilla ardiente. Y no pararon de llegar. De las cien coronas de flores (de la de claveles y rosas rojas que envi¨® el Ayuntamiento del valle de Sedano a la blanca y gigantesca del Real Madrid), s¨®lo una estaba a los pies del f¨¦retro. Pon¨ªa: "Parte de lo que soy se lo debo a Miguel Delibes". No la firmaba nadie.
Consciente de lo que significaba para su tierra y a pesar de ser poco amigo de cualquier tipo de fasto, Delibes acept¨® en vida una capilla ardiente p¨²blica y un funeral en la catedral de la ciudad. Ser¨¢ enterrado hoy en el Pante¨®n de Hombres Ilustres de Valladolid. Un honor al que accedi¨® con una sola e innegociable condici¨®n: que all¨ª, junto a sus cenizas, descansaran las de su mujer, ?ngeles, fallecida hace 35 a?os. Y ?ngeles estar¨¢, junto a Jos¨¦ Zorrilla, Rosa Chacel, el general Jos¨¦ Almirante Torroella, el bailar¨ªn Vicente Escudero y, por supuesto, Miguel Delibes.
El adi¨®s de Leguineche
As¨ª se despidi¨® el periodista Manuel Leguineche de su amigo: "Querido Miguel, recuerdo el telegrama de Fraga dici¨¦ndote: 'Miguel, me est¨¢s jodiendo el experimento...' Hasta los ¨²ltimos a?os de tu vida te salvaste de todas las vicisitudines, como siempre, con tu buen sentido del humor, que aplicaste a todo lo que hiciste en la vida.
Te merec¨ªas algo mejor que esto. Los ¨²ltimos a?os fueron algo tristes, aunque la tristeza no cabe tom¨¢rsela al pie de la letra, acentuando la visi¨®n m¨¢s sombr¨ªa de la vida. Pero te has salvado. Como siempre, por tu sentido del humor".
Babelia
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