Miguel Delibes, "un cazador que escribe"
Una entrevista in¨¦dita con las reflexiones personales del autor de 'El camino'
Acababa de superar un c¨¢ncer y hab¨ªa asombrado a los que le cre¨ªan silencioso para siempre con la publicaci¨®n de El hereje. Era el verano de 1999 y estaba en su caser¨®n de Sedano, rodeado de hijos, nietos y risas. Ten¨ªa, eso lo tuvo siempre, la melancol¨ªa de la p¨¦rdida de ?ngeles, su mujer; pero la fuerza de una familia extraordinaria le daba energ¨ªa para creer que, superado aquel c¨¢ncer, la vida a¨²n podr¨ªa dar de s¨ª un poco m¨¢s. ?O no? En ese clima le hicimos una pregunta para la radio. La SER la emiti¨® ese verano. No ha aparecido en forma impresa hasta ahora, y nos sirve para hacer una especie de diccionario de c¨®mo ve¨ªa el maestro la vida.
- Muerte. "Creo que la terrible relaci¨®n de la vida con la muerte nos viene dada desde que nacemos. Tengo la impresi¨®n desde chico que estaba amenazado por la muerte; no la m¨ªa, sino la muerte de quienes depend¨ªa. Yo era un rapaz de cuatro o seis a?os pero ten¨ªa miedo de que me faltaran aquellos que me proporcionaban elementos para vivir, mis padres".
- P¨¦rdida. "La p¨¦rdida es uno de los m¨®viles del escritor. El sentimiento de p¨¦rdida o de que las cosas no van bien ni son siempre tan florecientes como pensamos, eso es lo que nos da razones para escribir y para lamentarnos. Me defend¨ª de ese sentimiento a los 20 a?os, escribiendo una novela mala con buenas intenciones".
- Cazador. "He dicho a menudo que soy un cazador que escribe; es decir, tom¨¦ contacto con los elementos fundamentales de la Castilla profunda mediante mis excursiones de cazador y pescador. Entonces aprend¨ª a hablar como aquellos castellanos. Y todos mis libros tienen adentro a esos personajes, desde el ratero de Las ratas hasta el se?or Cayo de El disputado voto... Podemos decir que mi comunicaci¨®n con el pueblo y mi idioma del pueblo lo aprend¨ª en contacto con estos se?ores yendo yo all¨ª a una cosa distinta".
- Leer. "El comienzo de las lecturas suele ser fortuito. Mi padre ten¨ªa dos peque?as librer¨ªas con unos cuantos libros, hab¨ªa pocos que pod¨ªan llamar mi atenci¨®n. Ah¨ª empec¨¦ a leer. Pero mi furia lectora vino de mi novia ?ngeles; ella s¨ª era una lectora formidable".
- Literatura. "Ha sido una aut¨¦ntica dedicaci¨®n. He encontrado en ella el refugio que no encontraba tan perfecto en el cine o en el caf¨¦ o en el juego; la relaci¨®n de dos se establec¨ªa perfectamente entre una persona y un libro. Mi af¨¢n al escribir era intentar comunicar a dos personas, emplear la pluma como elemento de comunicaci¨®n con otros. Escribir es comunicarse con otro".
- Amor. "Hablar del amor es una cosa t¨®pica. El amor se establece desde el momento en que uno cede ante el otro o que el otro cede ante uno. ?sta es la f¨®rmula de avenencia que se sigue valorando a trav¨¦s del tiempo, y la forma en que se puede llegar a los 25 o 50 a?os de matrimonio, como se ve a menudo entre nosotros...".
- Novia. "Yo no era noviero. Era un hombre de una sola novia. Estamos en Sedano. Es mi origen como persona y mi origen como novio. Mi abuelo se enamor¨® de una monta?esa y se cas¨®, en Molledo. Vinimos de esa boda tres hijos y luego ocho nietos. Pero yo me enamor¨¦ de una chica que ven¨ªa a pasar los veranos aqu¨ª, a Sedano, y aqu¨ª ven¨ªa en bicicleta desde Valladolid. Hasta que salieron las primeras motos, la Montesa. Ahorr¨¦ y me compr¨¦ una Montesa. La novia fue la esposa y luego la madre de mis hijos. ?ngeles de Castro. Mi ¨²nica novia".
- Fidelidad. "He sido fiel a un peri¨®dico, a una novia, a unos amigos, a todo con lo que me he sentido bien. He sido fiel a mi pasi¨®n period¨ªstica, a la caza... Lo mismo que hac¨ªa de chico lo he hecho de mayor, con mayor perfeccionamiento, con mayor sensibilidad, con mayor mala leche. Siempre he hecho lo mismo".
- Ni?ez y guerra. "Yo era un ni?o melanc¨®lico, triste; no me gustaba nada ir al colegio. Y era muy callado. Nunca dije que no me gustara ir al colegio, me aguantaba e iba. Estudi¨¦ regularmente, y a los 15 a?os me plante¨¦ que deb¨ªa hacer una carrera... Pero Franco debi¨® pensar que yo era muy joven para entrar en la Universidad y abri¨® la Guerra Civil... Las universidades se cerraron y yo no ten¨ªa edad para ir a la guerra. Dur¨® m¨¢s de lo que uno pensaba, y cuando me vi que cumpl¨ªa los 17 me fui con otro mont¨®n de amigos a la Marina antes de que nos mandaran a Infanter¨ªa o a la Legi¨®n. Muri¨® uno de los nuestros, otro cay¨® enfermo, los dem¨¢s volvimos a Valladolid y nos encontramos con una situaci¨®n dif¨ªcil, de total censura. En las guerras no gana nadie, pierden todos, eso aprend¨ª. Y si la guerra es civil la p¨¦rdida es m¨¢s fuerte que la de cualquier otra guerra. Eso me familiariz¨® con la muerte".
- Fascismo. "M¨¢s dif¨ªcil que vivir bajo el fascismo era que cada grupo cre¨ªa estar en posesi¨®n de la verdad. Aquello rompi¨® las familias por completo. Unas familias se romp¨ªan, otras mor¨ªan en el Alc¨¢zar de Toledo; era el final m¨¢s triste que uno pod¨ªa imaginar para aquella guerra, iniciada como en broma en el norte de ?frica... Yo creo que Espa?a se jodi¨® mucho tiempo antes; yo no ten¨ªa edad para juzgar en qu¨¦ momento se jodi¨® Espa?a, pero s¨ª que la jodieron entre unos y otros. No hay la disculpa de que fue la derecha o fue la izquierda. Entre los dos jodieron Espa?a".
- Madrid. "Para m¨ª Madrid es la ciudad del miedo. A m¨ª Madrid me da miedo, porque si Valladolid me parece un enorme aparcamiento, Madrid me parece cinco veces ese aparcamiento. Vino aqu¨ª Jos¨¦ Ortega Spottorno a ofrecerme la direcci¨®n de EL PA?S, antes de que saliera el peri¨®dico. Y me dijo que ten¨ªa a mi disposici¨®n una redacci¨®n, un despacho magn¨ªfico y que hab¨ªa alquilado un monte para que fuera a cazar los domingos... Le dije: 'Mira, Jos¨¦, irme a Madrid a dirigir EL PA?S, necesito tiempo para pensarlo'. Era cambiar mi vida, despu¨¦s de la muerte de mi mujer. Lo pens¨¦ y le dije que no contara conmigo. Hay muy buenos periodistas en Espa?a, EL PA?S hay que dirigirlo con temple. Segu¨ª en El Norte de Castilla. En Madrid estaban algunos de los que se hicieron conmigo, como Leguineche, Umbral o el cura Mart¨ªn Descalzo, pero estaban a disgusto en Madrid. El ¨²ltimo conquistador de Madrid por las bravas fue Umbral, cogi¨® el hatillo y la carretera y lleg¨® a Madrid a conquistar la ciudad como se conquistaba anta?o. Es bonito haber sido el ¨²ltimo que lo hizo, le he dicho a Paco".
- Periodismo. "Esto del periodismo y de las comunicaciones ha tenido muchos altibajos. Dec¨ªan que la radio acabar¨ªa con la prensa y ah¨ª est¨¢n los dos. Y aparece la televisi¨®n, menudo invento. Hay un t¨ªo fum¨¢ndose un pitillo en Washington y te echa el humo en Madrid. Luego result¨® que este invento tampoco mataba a la radio aunque el humo lo ve¨ªamos. De modo que el periodismo, como la radio, como la televisi¨®n y como la prensa, no han muerto. ?Defectos del periodista contempor¨¢neo? El af¨¢n por el morbo, por sacar las cosas de quicio. Me preguntaron por la Guerra Civil y luego por mi afici¨®n a cazar perdices. Y el titular fue que Miguel Delibes se arrepent¨ªa de la sangre derramada como si yo hubiera ido por ah¨ª disparando tiros en la nuca. No se sab¨ªa si estaba arrepentido de las perdices que hab¨ªa matado o de los soldados que pudieron caer bajo mis hipot¨¦ticos disparos. Pero no soy rencoroso. Siempre he dicho que soy un hombre sencillo que escribe sencillamente".
Lecturas esenciales
- La sombra del cipr¨¦s es alargada, 1948.
- El camino, 1950.
- Mi idolatrado hijo Sis¨ª, 1953.
- Diario de un cazador, 1955.
- La hoja roja, 1959.
- Las ratas, 1962.
- Viejas historias de Castilla la Vieja, 1964.
- Cinco horas con Mario, 1966.
- La mortaja, 1970.
- El pr¨ªncipe destronado, 1973.
- Las guerras de nuestros antepasados, 1975.
- El disputado voto del se?or Cayo, 1978.
- Castilla, lo castellano y los castellanos, 1979.
- Un mundo que agoniza, 1979.
- Los santos inocentes, 1981.
- 377A, madera de h¨¦roe, 1987.
- Pegar la hebra, 1990.
- Se?ora de rojo sobre fondo gris, 1991.
- El ¨²ltimo coto, 1992.
- Diario de un jubilado, 1995.
- El hereje, 1998.
- Espa?a 1936-1950, muerte y resurrecci¨®n de la novela, 2004.
- La Tierra herida: ?qu¨¦ mundo heredar¨¢n nuestros hijos? (en colaboraci¨®n con su hijo Miguel Delibes de Castro). 2005
Babelia
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