El portavoz de las ra¨ªces
Ha muerto el portavoz de Castilla. Quiz¨¢s la ciencia consiga alg¨²n d¨ªa que las buenas cosechas no dependan de la suerte ni del pedrisco. Qui¨¦n sabe si los precios agrarios y la contaminaci¨®n de los r¨ªos ya no se someter¨¢n nunca a debate en las cantinas. Pero cuando todo resulte tan distinto, la imagen universal de Castilla seguir¨¢ arraigada en Miguel Delibes; y se comprender¨¢ que el presente -cualquiera que sea el presente en ese momento- continuar¨¢ hundiendo su ra¨ªz en el monte donde Lorenzo bajaba unas perdices, en la sabidur¨ªa natural del se?or Cayo y en la tenacidad d¨ªscola del difunto Mario, porque nada habr¨¢ descrito mejor esa tierra que el lenguaje preciso y seco de estos personajes.
Cont¨® en la literatura lo que la censura no le dejaba decir en el peri¨®dico
La literatura de Miguel Delibes sirvi¨® siempre para narrar la triste suerte de los castellanos, que el r¨¦gimen de Franco no le permit¨ªa contar en El Norte de Castilla. El peri¨®dico vallisoletano hab¨ªa recuperado poco a poco bajo la direcci¨®n de Delibes (1958-1963) la l¨ªnea liberal, agraria y castellanista que la dictadura arrebat¨® a la publicaci¨®n tras la Guerra Civil. Delibes ide¨® los suplementos Las cosas del campo y Ancha es Castilla, y acometi¨® campa?as informativas en favor de los intereses castellanos: Creaci¨®n y mejora de escuelas, En defensa del arte castellano, En defensa de la Universidad de Valladolid...; y una insistencia de 10 a?os en favor del Plan de Tierra de Campos, y la necesidad de dignificar la vida de los municipios castellanos, y de elevar el precio del trigo, y de elaborar un plan social para los pueblos.
Jos¨¦ Francisco S¨¢nchez cuenta con detalle y con documentos en el libro Miguel Delibes, periodista (Destino, 1989) ¨¦stas y otras valent¨ªas, as¨ª como los enfrentamientos que el entonces director de El Norte sostuvo con los sucesivos ministros de Informaci¨®n, entre ellos Manuel Fraga.
Y no hay que olvidar que en aquel tiempo los directores de peri¨®dico depend¨ªan de la Direcci¨®n General de Prensa, ni que la censura vigilaba cada rinc¨®n de una p¨¢gina. Delibes no pudo mantener por m¨¢s tiempo su pulso con el Gobierno y se refugi¨® de lleno en la literatura. Los censores acabaron, pues, escribiendo derecho con renglones torcidos, porque el novelista que ya hab¨ªa ganado el premio Nadal (1948) se adentr¨® a¨²n m¨¢s en los problemas y en las gentes, y hall¨® un lenguaje y un sentido que se hizo universal, y vade¨® as¨ª las tijeras represoras para dar a luz Las ratas o Viejas historias de Castilla la Vieja... Y al final su talento y sus novelas alcanzaron un efecto todav¨ªa mayor que sus censurados criterios period¨ªsticos.
Con la obra de Delibes, Castilla ha tomado conciencia de su pobreza material y de su riqueza et¨¦rea. De aquel lado, la austeridad irremediable; de este otro, el vigor de las ra¨ªces que alimentan al ser humano. De una parte, la gente desamparada; y gracias a eso, el pueblo que se basta a s¨ª mismo. La pobreza sin industria; pero la naturaleza persistente. Miguel Delibes, portavoz period¨ªstico y literario de Castilla, deja vivos todos los lenguajes del pueblo, el recuerdo de las servillas que visten los pies silenciosos por el pasillo, la imagen de los dujos donde duermen las abejas, el olor de la retama escarchada que disfruta el canelo antes de salir de caza con su amo. Cientos de palabras castellanas que ya iban a desaparecer le sobreviven en sus libros y seguir¨¢n dormidas en ellos durante siglos esperando sin prisa hasta que los ojos de un lector las desperecen.
?lex Grijelmo es presidente de la agencia Efe.
Babelia
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