La memoria de la resistencia
La propuesta de los diputados alemanes de vender islas deshabitadas para enjugar la deuda es un insulto para los griegos, un atentado a la memoria de la resistencia frente a los ocupantes extranjeros: venecianos, genoveses, otomanos, nazis, fascistas italianos. Por las islas griegas -y muy especialmente por Creta- han pasado todos los imperios del Mediterr¨¢neo; como aut¨¦nticos ¨®rganos vitales, las islas han filtrado los malos humores -el oprobio, la humillaci¨®n, las derrotas- de la historia, pag¨¢ndolo a veces con sangre, como en la matanza de Qu¨ªos de 1822, cuando los otomanos asesinaron a casi toda la poblaci¨®n de la isla. Por eso, y no s¨®lo por razones tur¨ªsticas, las islas son las joyas de la corona de Grecia.
Las del Egeo fueron los ¨²ltimos territorios incorporados al Estado griego: Creta pas¨® a formar parte de Grecia en 1908; las islas del Dodecaneso, frente a la costa turca, en 1948. Algunas de las C¨ªcladas est¨¢n ligadas estrechamente a la lucha por la independencia frente al Imperio Otomano, que Grecia alcanz¨® en 1821. Aun hoy, alg¨²n que otro pe?asco sigue en el punto de mira de Turqu¨ªa, pero la reclamaci¨®n se inscribe en la ret¨®rica diplom¨¢tica al uso entre las dos naciones.
La propuesta germana ha puesto el dedo en una llaga reciente, la de la ocupaci¨®n nazi de Grecia durante la II Guerra Mundial. Con escasa diplomacia, mientras Atenas ped¨ªa ayuda a Bruselas para superar la crisis, el vicepresidente Teodoros Pangalos reclamaba en Berl¨ªn la devoluci¨®n del oro que los nazis se llevaron del Banco Nacional griego. Es el riesgo de esgrimir s¨ªmbolos, estrepitosa munici¨®n que siempre hace mucho ruido y poco da?o.
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