Barracones para nazis y jud¨ªos
Miranda de Ebro fue el ¨²ltimo campo de concentraci¨®n en clausurarse - En la II Guerra Mundial alberg¨® a 15.000 extranjeros, entre ellos a dos futuros Nobel
Juli¨¢n Moreno tuvo la osad¨ªa de tener hambre y comer. En el basurero del campo de concentraci¨®n de Miranda de Ebro descubri¨® un manjar: c¨¢scaras de naranja. A los militares no les gust¨®. "Le pon¨ªan una moneda en la frente y contra la pared, teniendo que sostenerse en una sola pierna. Cada vez que se le ca¨ªa ten¨ªa que recogerla y en ese instante los soldados le propinaban una paliza. Cada vez aguantaba menos, cada vez las palizas eran m¨¢s frecuentes, as¨ª durante horas", cont¨® el testigo Juli¨¢n del Olmo, tambi¨¦n prisionero. El otro Juli¨¢n, el que tuvo la osad¨ªa de comer c¨¢scaras, muri¨® maltratado en Miranda de Ebro, el ¨²ltimo campo que cerr¨® sus puertas en Espa?a (1937-1947). Lo cuenta el periodista Isa¨ªas Lafuente en Esclavos por la patria (Temas de Hoy), una obra que destap¨® lo silenciado: los trabajos forzosos de presos pol¨ªticos de los que se beneficiaron instituciones p¨²blicas y empresas privadas durante el franquismo.
Su dise?o se parec¨ªa al de los campos alemanes, pero la finalidad, no
La documentaci¨®n custodiada durante d¨¦cadas en el Tribunal de Cuentas, hurtada a los investigadores hasta 2008, ayudar¨¢ a esclarecer m¨¢s aspectos de lo ocurrido en los 132 campos de concentraci¨®n que se registran en ese fondo. Hubo alguno m¨¢s: hasta 190, seg¨²n el historiador Javier Rodrigo. Tal vez cuando se cruce la informaci¨®n del Tribunal de Cuentas, disponible desde esta semana en el Centro Documental de la Memoria Hist¨®rica de Salamanca, con la existente en los archivos militares de ?vila y Guadalajara se pueda trazar el mapa definitivo de los campos franquistas, a los que la historiograf¨ªa ha comenzado a dedicar atenci¨®n en los ¨²ltimos a?os.
Jos¨¦ ?ngel Fern¨¢ndez L¨®pez no es historiador, pero ha vivido 20 a?os obsesionado con el campo de Miranda de Ebro. En ese tiempo, ha rastreado las identidades de sus prisioneros, ha recopilado fotograf¨ªas tomadas por extranjeros y ha narrado la evoluci¨®n del recinto en un libro: Historia del campo de concentraci¨®n de Miranda de Ebro (1937-1947). "Se construy¨® inicialmente con el material de un circo abandonado, cerca de la v¨ªa del tren y del r¨ªo Bayas", explica. El tren facilitaba el trasiego de prisioneros en vagones de ganado y mercanc¨ªas. El r¨ªo impidi¨® infecciones mayores. "No hab¨ªa letrinas al principio. Los presos construyeron un andamiaje hasta el centro del r¨ªo para usarlo como letrina", describe.
En su dise?o, Miranda de Ebro se asemej¨® a los campos alemanes, con sus barracones y alambradas para cercar cuatro hect¨¢reas. En su finalidad, por fortuna, no. En los campos franquistas se reclu¨ªa, se clasificaba y se reeducaba. A estos criterios se ajust¨® al principio Miranda de Ebro. Tiempos duros. Los de las c¨¢scaras de naranja, el hambre, el fr¨ªo, el tifus, la disenter¨ªa, las palizas. Son los d¨ªas en los que fallece Juli¨¢n Moreno, cuando el campo acoge a derrotados que se clasifican -afectos, desafectos o indiferentes al nuevo r¨¦gimen- antes de decidir si engrosar¨¢n los batallones de trabajo, quedar¨¢n en libertad o se someter¨¢n a un consejo de guerra.
Las altas y bajas mensuales de cada campo remitidas al Tribunal de Cuentas muestran un cambio en Miranda de Ebro durante la II Guerra Mundial. S¨®lo en agosto de 1943, el listado detalla la identidad de 3.265 extranjeros: alemanes, italianos, polacos, franceses, ap¨¢tridas (la etiqueta aplicada a los jud¨ªos por el r¨¦gimen espa?ol). Se desataron tales conflictos entre ellos que se delimitaron dos ¨¢reas. "Hab¨ªa una alambrada entre las zonas para evitar enfrentamientos, pero el trato que recibieron los alemanes era distinto, ten¨ªan incluso permiso para pasear por el pueblo", explica Jos¨¦ ?ngel Fern¨¢ndez.
Por el campo pasaron 80.000 prisioneros, en los que se incluyen 15.000 extranjeros, la mayor¨ªa de nacionalidad francesa. Entre ellos, Jos¨¦ ?ngel Fern¨¢ndez descubri¨® la presencia de Jacques Monod y Fran?ois Jacob, que merecieron el Premio Nobel de Medicina en 1965 por sus trabajos en biolog¨ªa molecular, seg¨²n la informaci¨®n que le facilitaron ex combatientes franceses de la II Guerra Mundial. Tambi¨¦n hubo "celebridades" del otro bando en Miranda de Ebro, como Walter Kutschmann, un criminal de guerra que tuvo varias vidas. En su vida de jefe nazi orden¨® ejecutar a 1.500 jud¨ªos en Polonia. Cuando Kutschmann olfate¨® la derrota, aprovech¨® su traslado a Francia, desert¨® y cruz¨® los Pirineos. Y comenz¨® otra vida en el campo de concentraci¨®n de Miranda de Ebro, que abandon¨® bajo la identidad de un carmelita. Lleg¨® a Argentina en 1947 donde vivi¨® como jefe de compras de la casa Osram sin llamar la atenci¨®n hasta que el cazanazis Simon Wiesenthal le identific¨® en 1975.
Babelia
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