Aprendiendo de la crisis
La crisis econ¨®mica actual plantea cuestiones relevantes que podr¨ªan convertirse en lecciones. Sin mencionar todas, parto de admitir que muchas de las est¨¢n aflorando no debieran ser desde?adas sin an¨¢lisis s¨®lidos. Algunas parecer¨ªan ir en contra de la ortodoxia dominante. No es el caso. Est¨¢n planteadas en un reciente trabajo elaborado por expertos del Fondo Monetario Internacional (FMI).
A lo largo de estos dos ¨²ltimos a?os hemos podido comprobar c¨®mo muchas de las econom¨ªas que han sufrido una violenta recesi¨®n lo han hecho a pesar de que sus tasas de inflaci¨®n no eran en absoluto elevadas. El caso europeo es un claro ejemplo. Esto podr¨ªa llevar a concluir que bajas tasas de inflaci¨®n no constituyen ninguna garant¨ªa de protecci¨®n frente a las crisis. Esta mera y sencilla constataci¨®n ha abierto un debate encendido, interesante y necesario. Parec¨ªa una cuesti¨®n cerrada, pero, como el Guadiana, ha vuelto a surgir. El leitmotiv de la pol¨ªtica monetaria ha estado basado, en los ¨²ltimos a?os, en la necesidad de una tasa de inflaci¨®n positiva y baja; s¨®lo as¨ª es posible conseguir que la econom¨ªa funcione con suavidad. Pero ahora surge la pregunta de si ser¨ªa conveniente revisar la cifra m¨¢gica del 2% como tasa de inflaci¨®n ¨®ptima para sustituirla por otra m¨¢s elevada (?un 4% quiz¨¢?). Las ventajas y desventajas de este movimiento son amplias y complejas y no es el momento de tratarlas a fondo, pero habr¨¢ que aceptar que la propuesta puede requerir nuestra atenci¨®n.
Surge la pregunta de si ser¨ªa preciso revisar el 2% como inflaci¨®n ¨®ptima
Con la crisis econ¨®mica hemos reaprendido que la pol¨ªtica fiscal es muy importante y que el seguimiento del d¨¦ficit primario o el an¨¢lisis de cu¨¢l es la mejor senda temporal para reducir los d¨¦ficits siguen estando de actualidad. Tambi¨¦n aqu¨ª surgen preguntas: ?es mejor reducir los d¨¦ficits excesivos de forma r¨¢pida y decidida o, por el contrario, se debe cambiar el rumbo con algo m¨¢s de parsimonia para que los agentes econ¨®micos no sufran en exceso? ?Cu¨¢les son los gastos que prioritariamente deber¨ªan ser frenados una vez exceptuados los dedicados a la investigaci¨®n, innovaci¨®n y formaci¨®n?
A la pregunta de cu¨¢les son las pol¨ªticas macroecon¨®micas b¨¢sicas cualquier economista responder¨¢ que el conjunto integrado por la pol¨ªtica monetaria, la pol¨ªtica fiscal y la pol¨ªtica de tipo de cambio. La mayor¨ªa no incluir¨¢ a la pol¨ªtica financiera en este grupo. Pues bien, tambi¨¦n esta "verdad" precisa de reflexi¨®n y an¨¢lisis. Si la mala o escasa regulaci¨®n del sector financiero hizo estallar la crisis en EEUU quiz¨¢ sea hora de que la pol¨ªtica financiera se incorpore al conjunto de la pol¨ªtica macroecon¨®mica. No es tarea f¨¢cil, pero s¨ª la reconocemos como necesaria quiz¨¢ alg¨²n d¨ªa lleguemos a ponerla en pr¨¢ctica.
La crisis nos ha hecho comprender que la teor¨ªa y la pol¨ªtica siguen necesitando de investigaci¨®n y an¨¢lisis en cuestiones que parec¨ªan cerradas, lo que no es ¨®bice para que ciertas reformas sean inmediatas. La magnitud que ha alcanzado la tasa de paro obliga a ello. Es evidente que las reformas de los mercados laborales no deber¨ªan ir en contra de de la poblaci¨®n trabajadora ni de que la est¨¢ en paro. Y tambi¨¦n es cierto que no se pueden mantener sin reformas mercados que, ante impactos negativos ex¨®genos, responden generando paro masivo. Esperemos que el consenso en torno a qu¨¦ hacerse logre a la mayor brevedad. Hay sugerencias sensatas encima de la mesa que debieran facilitarlo.
Ante la propuesta de reformar la edad de jubilaci¨®n y el c¨®mputo de las pensiones las preguntas tampoco se han hecho esperar: ?por qu¨¦ no se procede a evitar que haya prejubilados con menos de 60 a?os? ?Por qu¨¦ no hacer frente al pago de las pensiones con los presupuestos p¨²blicos, es decir con impuestos? ?Qu¨¦ ocurre si el progreso hace que las generaciones futuras consigan mantener niveles de vida superiores a los nuestros? ?C¨®mo interpretar la solidaridad intergeneracional en estas circunstancias?
Pero no todos son dudas. Quedan "verdades" no cuestionadas, como el que econom¨ªas abiertas no pueden crecer en situaciones en las que la productividad y la competitividad no son las adecuadas. O que cuando topamos con situaciones en las que los ajustes se realizan v¨ªa cantidades (paro, stock de viviendas vac¨ªas) en lugar de a trav¨¦s de otras variables (horas trabajadas, precios) hay algo que no funciona bien. Y a¨²n as¨ª ser¨ªa reconfortante tener una respuesta bien fundamentada a la cuesti¨®n de por qu¨¦ mercados de trabajo como los de EEUU, regulados de forma bien distinta a los nuestros, han reaccionado generando tasas de paro bastante m¨¢s elevadas y persistentes que las previstas. O, de forma an¨¢loga, disponer de explicaciones de por qu¨¦ no se consigue eliminar la elusi¨®n y el fraude fiscal, algo que permitir¨ªa hacer frente al d¨¦ficit p¨²blico en tiempo record y sin recortes sustantivos en los gastos p¨²blicos. Si aceptamos que no todos los que est¨¢n pagan lo que deben ni que todos los que deben est¨¢n incluidos en los registros de la autoridad fiscal quiz¨¢ seamos capaces de actuar en consecuencia por dif¨ªcil que pueda parecer.
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