Reyes, reinas y mucho miedo al paro
Desde la omnipresencia de Abdal¨¢ de Jordania al papel casi testimonial de Harald de Noruega, las monarqu¨ªas del mundo buscan su sitio
? Reino Unido. La monarqu¨ªa brit¨¢nica estuvo al borde del colapso en los a?os ochenta y noventa, cuando la opini¨®n p¨²blica se aline¨® con lady Di en su tormentosa relaci¨®n con el pr¨ªncipe Carlos. Isabel II pas¨® por un mal momento en 1997, cuando sus reticencias a sumarse al dolor popular por la muerte de la princesa Diana la pusieron en el ojo del hurac¨¢n. Pero la Reina, aunque fr¨ªa como un t¨¦mpano, es un valor seguro para los Windsor, y los brit¨¢nicos aprecian su profesionalidad. La monarqu¨ªa brit¨¢nica cuenta con dos grandes ventajas. Primero, el Reino Unido es un pa¨ªs extraordinariamente apegado a sus tradiciones, y eso favorece a una instituci¨®n tan arraigada en el pasado y proclive a la pompa. Segundo, aunque pol¨ªticamente hay mucha resistencia a ver alg¨²n sentido a la transmisi¨®n hereditaria, el movimiento republicano no tiene ning¨²n apoyo popular. Sin embargo, hay ciertas resistencias. Desde la crisis de los ochenta el monarca paga determinados impuestos, y los gastos de la realeza son escrutados con todo detalle por la prensa. La Reina a¨²n posee algunos poderes como el de declarar la guerra o nombrar al arzobispo de Canterbury, pero en la pr¨¢ctica los ejerce el Gobierno o el Parlamento.
El pr¨ªncipe Carlos, heredero de la Corona, sigue sin ser popular, pero ya no est¨¢ marcado por la tragedia de Diana. Su matrimonio con su amante de siempre, Camilla, actualmente duquesa de Cornualles, ha sido aceptado de m¨¢s o menos mala gana por los brit¨¢nicos, que se han resignado a que Carlos sea rey alg¨²n d¨ªa. Mejores augurios hay para su hijo, el pr¨ªncipe Guillermo, al que algunos quisieran ver heredando el trono directamente de su abuela. Aunque antes probablemente tendr¨ªa que casarse y tener hijos.
? Holanda. A Isabel II de Inglaterra se le atribuye una frase lapidaria sobre la monarqu¨ªa holandesa. Informada en 1980 de que la entonces reina Juliana hab¨ªa cedido el trono a su hija, Beatriz, la actual soberana, dijo lo siguiente: "Abdicar S¨®lo se les ocurre a los holandeses". Ap¨®crifo o verdadero, el pensamiento refleja la visi¨®n que la propia casa de Orange, que se remonta al siglo XVI, tiene de su labor. En su momento, y tras una vida de servicio, llega la regia jubilaci¨®n. Juliana pas¨® a ser princesa y ten¨ªa 71 a?os cuando abdic¨®. La reina Beatriz ha cumplido ya 72. Bien vista por la ciudadan¨ªa, que la considera muy eficaz, aunque tal vez algo distante, ella no habla todav¨ªa de su partida. Aunque casi con sordina, en la calle s¨ª se oyen voces a favor de una pronta cesi¨®n de poderes.
? Dinamarca. La dinast¨ªa m¨¢s antigua de todas, ostenta el r¨¦cord mundial de reyes (50) y reinas (2) en sus mil a?os de existencia. De los vikingos a la modernidad, los soberanos daneses han sabido que simbolizaban la uni¨®n del reino. Traducido a la actual sociedad, estable, democr¨¢tica y con un jefe de Estado constitucional, se trata de que conseguir que el pueblo se reconozca en su monarca. La actual reina, Margarita II, de 70 a?os, parece haberlo conseguido.
Poco ortodoxa, inquieta y una artista por derecho propio que dibuja, pinta, dise?a vestuarios y coreograf¨ªa de ballet, y traduce libros, sus bi¨®grafos la describen como "una mujer vibrante".
Un momento delicado del reinado de Margarita ha sido su supuesto rechazo inicial a la boda del heredero. El pr¨ªncipe Federico est¨¢ hoy casado con la abogada australiana Mary Donaldson, y tiene dos hijos. Muy popular, sobre todo ella, la pareja trabaja para ganarse a la ciudadan¨ªa. En su caso, un deber milenario.
? Jordania. La figura del monarca es omnipresente: el rey Abdal¨¢, fotografiado junto a su padre el fallecido rey Husein, o de uniforme militar, o junto a su esposa, Rania, y sus cuatro hijos, o en el ejercicio de cualquiera de sus funciones, que no se limitan en absoluto a la representaci¨®n del pa¨ªs. Abdal¨¢ reina y gobierna. Designa al primer ministro y a los mandos militares, y gestiona los asuntos m¨¢s trascendentales para su pa¨ªs y los contactos diplom¨¢ticos sobre el asunto que trae de cabeza a Oriente Pr¨®ximo desde hace d¨¦cadas: el conflicto ¨¢rabe-israel¨ª. Tiene la ¨²ltima palabra sobre todo. Dif¨ªcilmente puede hallarse un aliado m¨¢s fiel de Occidente y menos ¨¢spero con Israel que el r¨¦gimen jordano. Un pa¨ªs del que Winston Churchill dijo que lo hab¨ªa creado "en una tarde de domingo".
? B¨¦lgica. El t¨ªtulo de Alberto II, al igual que el de sus predecesores, es el de Rey de los Belgas, no rey de B¨¦lgica, lo que ya dice mucho de su posici¨®n en la c¨²pula del Estado. En un pa¨ªs dividido estrictamente en dos entre el norte flamenco y el sur val¨®n, con la capital Bruselas, franc¨®fona al 95%, enclavada geogr¨¢ficamente en Flandes, el Rey de los Belgas es la clave que mantiene el arco en su sitio. De ah¨ª que la mayor¨ªa de las cr¨ªticas y ataques (serios o anecd¨®ticos) a la Corona o a la familia real procedan casi siempre del norte, donde las fuerzas secesionistas tienen presencia.
Alberto mantiene la corona en su sitio, con una bonhom¨ªa y un talante que los belgas agradecen. Pero tambi¨¦n se ha visto inmerso en pol¨¦micas a costa de ciertas propiedades o por sus cr¨ªticas al separatismo "expl¨ªcito o disimulado" del norte.
M¨¢s dif¨ªcil lo tiene el pr¨ªncipe Felipe que, tocando hace a?os la misma tecla de la unidad nacional y atacando a los m¨¢s montaraces de los flamencos, se ech¨® encima a la opini¨®n p¨²blica norte?a. Bien aconsejado, huye ahora de las pol¨¦micas. Mantiene Felipe, a punto de cumplir 50 a?os, su actividad como embajador de las exportaciones belgas, da nombre a un fondo que aboga por el di¨¢logo multicultural, y se prepara para subir al trono asistiendo, incluso como simple espectador, a seminarios pol¨ªticos de calado.
Un sondeo de opini¨®n revelaba hace ya cuatro a?os que el 60% de los belgas aceptaba la monarqu¨ªa (menos de la mitad en Flandes, en torno al 70% en Valonia), mayor¨ªa preocupante para los mon¨¢rquicos por suponer una notable p¨¦rdida con respecto a 2003, cuando el 80% de la naci¨®n estaba de acuerdo con la f¨®rmula.
? Suecia. Va a contar con una reina en el siglo XXI, Victoria, que suceder¨¢ a su padre, Carlos Gustavo. Se trata de una mujer joven y de su tiempo, que entiende que su trabajo debe de ser de representaci¨®n y poco m¨¢s. Comprometida con el medio ambiente, participa en varios proyectos para combatir el cambio clim¨¢tico.
? Noruega. El pr¨ªncipe Haakon estuvo a punto de renunciar a sus derechos al trono por amor. Su padre, el rey Harald, le imped¨ªa casarse con una divorciada, Mette Marit, madre de un hijo. La monarqu¨ªa en Noruega tambi¨¦n es de bajo perfil, pero muy aceptada por los ciudadanos.
Con informaci¨®n de: Isabel Ferrer, Ricardo M. de Rituerto, Juan M. Mu?oz y Walter Oppenheimer.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.