Si todos para uno, uno para todos
Alemania debe encabezar el apoyo a Grecia porque es el pa¨ªs l¨ªder de la UE, pero tambi¨¦n porque es el m¨¢s interesado en la estabilidad del euro. Hay que establecer un Fondo de Emergencia o un FME
Europa vuelve, hoy y ma?ana, a examinar a Grecia. Pero sobre todo, a s¨ª misma. El primer ministro griego, Yorgos Papandreu, ha prestado un enorme servicio, al acelerar el viaje hacia una verdadera uni¨®n econ¨®mica. Tras encajar el m¨¢s draconiano plan de austeridad, inici¨® su campa?a contra los especuladores antieuro. Y puso a la Uni¨®n Europea ante el espejo, anunciando que si ¨¦sta no cumple su parte del contrato, apoyar en caso necesario a Grecia, ¨¦sta recurrir¨ªa incluso al Fondo Monetario Internacional. Una salida equivalente a certificar la inanidad internacional de la moneda ¨²nica. "Si Grecia cae, el euro deja de tener sentido", apostillaba el presidente franc¨¦s, Nicolas Sarkozy.
La UE examina hoy las cuentas de Atenas, pero apuesta, sobre todo, su propio futuro econ¨®mico
Es falso que el Tratado de Lisboa impida ayudar a los Estados miembros con graves dificultades
De repente, ha cambiado el sesgo de la discusi¨®n p¨²blica. Ya no se enfatiza el peligro griego (que se exager¨®; su econom¨ªa supone s¨®lo un 0,3% de la eurozona), sino la necesidad de una respuesta europea. Menudean los enunciados de posibles recetas ad-hoc, a medida, para el caso (m¨¢s que posible) de que Grecia necesite ayuda con que evitar el encarecimiento excesivo de sus emisiones de deuda soberana, e incluso la suspensi¨®n del pago de ¨¦sta.
Tres son las f¨®rmulas comunitarias m¨¢s comentadas: avales de la UE para la deuda de sus Estados miembros con problemas; ampliaci¨®n a la zona euro del fondo de 50.000 millones de euros del que dispone la Comisi¨®n para apoyar a socios europeos exteriores al euro, ya usado para Rumania, Letonia y Hungr¨ªa; emisi¨®n de deuda de alcance y respaldo europeo. Y dos son las f¨®rmulas preferidas para un rescate bilateral, a cargo de algunos Estados. El aval a las nuevas emisiones de Atenas (unos 40.000 millones en lo que queda de a?o); o la compra directa de esos bonos por la banca privada, sobre todo francesa y alemana (las m¨¢ximas tenedoras ya ahora), con el apoyo de la banca p¨²blica de sus pa¨ªses.
Si se produce una urgencia, habr¨¢ que recurrir a cualquiera de esas f¨®rmulas o a variantes o vecinas suyas. Pero como ya han dejado claro los mercados, la cuesti¨®n de Grecia no es s¨®lo un asunto griego, sino el problema del euro: la necesidad de completar los mecanismos de la uni¨®n monetaria y de avanzar hacia una uni¨®n econ¨®mica vinculante, no s¨®lo voluntaria. Entre esos mecanismos, permanentes y preventivos, debe figurar un Fondo de Emergencia para eventuales rescates de pa¨ªses, bien reglado y con unas condiciones de acceso tan duras como sea preciso (a fin de evitar el riesgo moral, o incentivo a la laxitud y la mala gesti¨®n), pero claras y universales.
Lo l¨®gico es que ese Fondo se nutra del presupuesto com¨²n: disponer de un Tesoro blinda ante los reveses y permite reaccionar r¨¢pido, como demostr¨® Washington tras la quiebra de Lehman Brothers. Para ello habr¨ªa que ampliarlo, del 1% del PIB de los 27 en que hoy se cifra (133.800 millones), progresivamente, quiz¨¢ hacia el 2%. Ni siquiera se necesitar¨ªa llegar al entorno del 30% del presupuesto federal de EE UU, pues aqu¨ª los jueces (que aplican el derecho europeo) y los m¨¦dicos y los militares son funcionarios estatales, y as¨ª seguir¨¢n o mucho tiempo o siempre. La gesti¨®n de ese Fondo podr¨ªa encomendarse a una autoridad distinta a la presupuestaria (que es la Comisi¨®n), para sortear ciertas reticencias.
Una variante de esta idea acaba de ser lanzada por Daniel Gros, director del m¨¢s conspicuo think tank de Bruselas, el Center for European Policy Studies (CEPS) en comandita con un relevante economista del Deutsche Bank, Thomas Mayer, en un paper titulado C¨®mo manejar una suspensi¨®n de pagos soberana en Europa: hacia un Fondo Monetario Europeo. Ese FME ser¨ªa una copia continental del FMI, cuya intervenci¨®n no conviene, argumentan, porque si el pa¨ªs problem¨¢tico se atrincherara (como Argentina en 2001) ser¨ªa incapaz de disciplinarlo, y el drama para el euro acabar¨ªa en tragedia. El FME plasmar¨ªa la proclamada solidaridad europea y ser¨ªa parad¨®jicamente financiado por los pa¨ªses m¨¢s incumplidores de los requisitos de Maastricht (tope de deuda del 60% del PIB; tope de d¨¦ficit del 3%), el aspecto m¨¢s pol¨¦mico de la sugerente propuesta.
Como un resorte, esta vez en positivo, el ministro de Hacienda alem¨¢n Wolfgang Schauble ha postulado para la eurozona una instituci¨®n as¨ª, "con el mismo mando y los mismos poderes ejecutivos que el FMI". ?Cu¨¢nto ha llovido desde que el pasado 12 de febrero declarase al Frankfurter que "Grecia deber¨¢ ayudarse a s¨ª misma (...) no veo que a los contribuyentes alemanes les corresponda el papel de rescatadores"! Otros conciudadanos suyos, como Jurgen Stark, el talib¨¢n y economista-jefe del Banco Central Europeo (BCE), ya protestan porque el FME "crear¨ªa un est¨ªmulo falso" y "minar¨ªa la aceptaci¨®n del euro". O como su antecesor Otmar Issing: "un rescate de Grecia ser¨ªa un desastre para Europa". Pero lo que cuenta es que la canciller Angela Merkel apoya la idea, aunque duda de su viabilidad legal, sin antes, oh tortura, volver a reformar el Tratado.
Ella, pero sobre todo los militantes anti-rescate de un pa¨ªs socio, partidarios de dejarlo en la ruina (?aunque no, por supuesto, a la banca privada del propio pa¨ªs!), leen restrictivamente el Tratado de Funcionamiento de la UE. Alegan que su art¨ªculo 123 proh¨ªbe al BCE y a los dem¨¢s bancos centrales dar cr¨¦ditos o comprar deuda de los Estados: cierto, pero s¨®lo a esas entidades, no a otras. Sostienen que el art¨ªculo 125 proh¨ªbe el rescate: "La Uni¨®n [tampoco los Gobiernos] no asumir¨¢ ni responder¨¢ de los compromisos de los Gobiernos", reza su primer p¨¢rrafo. Pero una cosa es responder, y otra contribuir a resolver. Y la apariencia de rotundidad quiebra en el p¨¢rrafo tercero, que reconoce que la prohibici¨®n deber¨ªa especificarse.
Y, sobre todo, olvidan que el art¨ªculo 122 (previo en numeraci¨®n) legitima el rescate: "En caso de dificultades o en caso de serio riesgo de dificultades graves en un Estado miembro" producidas por cat¨¢strofes naturales o hechos excepcionales, se "podr¨¢ acordar una ayuda financiera de la Uni¨®n al Estado miembro en cuesti¨®n".
Pues si las ayudas concretas son legales a la luz del Tratado, nada impedir¨ªa que se otorgasen a trav¨¦s de un mecanismo permanente, un Fondo de Emergencia o un FME, sin necesidad de reformarlo... todo ello con la venia del Tribunal Constitucional de Karlsruhe, cada vez m¨¢s nacionalmente quisquilloso en sus tres sentencias sobre Maastricht, el paso a la tercera fase de la moneda ¨²nica, y el Tratado de Lisboa.
Si hasta ahora era el momento de Grecia, de que demostrase la seriedad olvidada, ahora ha llegado el de Alemania, de que evidencie el liderazgo necesario. De que deje ya en el ba¨²l de los recuerdos el l¨®gico enfado del contribuyente neto porque un gorr¨®n tramposo false¨® sus cuentas e incumpli¨® sus compromisos, a su costa.
Ser¨¢ mejor apelar al inter¨¦s que al liderazgo. Porque la uni¨®n monetaria ha beneficiado a todos. Con su estabilidad, que ahuyent¨® tormentas internas y movimientos especulativos externos durante un decenio. Con sus bajos tipos de inter¨¦s. Con la relevancia internacional de la divisa, configurada como moneda de reserva en mayor medida que el marco. Con su incitaci¨®n al saneamiento de las finanzas p¨²blicas.
Cierto que los pa¨ªses menos pr¨®speros, receptores netos (los mediterr¨¢neos y otros) hallaron en la pol¨ªtica estructural que facilit¨® su convergencia, una palanca esencial para su acceso al euro. Lograron una manguera de ayudas para modernizarse por una media anual de un 1% de su PIB. Pero a cambio, Alemania y otros contribuyentes netos afianzaron su super¨¢vit comercial (su d¨¦ficit fiscal es la contrapartida equitativa de aqu¨¦l) gracias a la ocupaci¨®n industrial de los mercados menos desarrollados: tranv¨ªas alemanes Siemens en Atenas, fragatas francesas Frem en Pireo.
Adem¨¢s, Europa ha sido solidaria con la unificaci¨®n de Alemania. Sus l?nder orientales son la segunda zona receptora de ayudas estructurales. Y la unificaci¨®n del marco oriental y el occidental oblig¨®, antes, a una pol¨ªtica monetaria restrictiva, de altos tipos de inter¨¦s, exportada a todos. M¨¢s a¨²n, la UE permiti¨® a Alemania (y a Francia) ejercer un heterodoxo diktat cuando fue ella la que en 2003 incumpli¨® los l¨ªmites del Pacto de Estabilidad. Hasta el punto que lo suspendi¨® y reform¨® en 2005 su reglamento para poder detraer de las cuentas de su d¨¦ficit "las contribuciones financieras para (...) la unificaci¨®n de Europa". ?Menudo traje a medida! De modo que si todos para uno, tambi¨¦n uno para todos.
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