Gobierno sin rumbo
En el debate celebrado ayer en el Parlamento, el presidente de la Xunta estaba obligado a realizar un balance riguroso de la gesti¨®n realizada durante los meses de su mandato y a explicitar los ejes pol¨ªticos que dan coherencia a una acci¨®n de Gobierno. No hizo ni una cosa ni la otra. Dejando al margen el incre¨ªble intento de rehacer su biograf¨ªa pol¨ªtica, autoproclam¨¢ndose hagi¨®grafo de la Autonom¨ªa y el galleguismo del siglo XXI, Feij¨®o protagoniz¨® una de las intervenciones m¨¢s planas y carentes de alma que le recuerdo. Una intervenci¨®n que le sit¨²a como el paradigma del pol¨ªtico en permanente contradicci¨®n entre lo que dice y lo que hace, y en cuyos discursos existe una absoluta falta de coherencia entre medios y fines.
La oposici¨®n sali¨® airosa del trance, pero a¨²n est¨¢ en fase de construcci¨®n como alternativa
Pero, al parecer, Feij¨®o todav¨ªa cree que la ret¨®rica, aunque no puede crear la realidad, ayuda a ocultarla. As¨ª, al exponer la acci¨®n de su Gobierno contra la crisis mencion¨® un supuesto plan de choque que en realidad no result¨® ser otra cosa que poner bajo esa pomposa denominaci¨®n partidas presupuestadas por el bipartito, sin que nadie conozca, ni el presidente haya aclarado, cu¨¢l es su desarrollo y cu¨¢les su concreci¨®n y resultados. Por lo que respecta al anunciado Plan Estrat¨¦gico tampoco relat¨® en qu¨¦ consiste y cu¨¢les son los instrumentos a su servicio. Ni siquiera pudo concretar el plazo de su presentaci¨®n. Si nos atenemos a lo que hemos escuchado en la C¨¢mara, resulta evidente que Feij¨®o ha sido incapaz de dise?ar un proyecto econ¨®mico coherente y ha renunciado a utilizar las competencias e instrumentos de que dispone para luchar contra la crisis.
Tampoco hizo referencia alguna al creciente proceso de externalizaci¨®n y privatizaci¨®n de recursos sanitarios, y no explic¨® por qu¨¦ durante su mandato se han incrementado sensiblemente tanto el n¨²mero de pacientes en listas de espera como el tiempo medio de demora. Tambi¨¦n se le ha olvidado mencionar el creciente car¨¢cter dual de nuestro sistema educativo no universitario y la existencia subsiguiente de patrones desiguales de fracaso escolar entre los diferentes grupos sociales. Por supuesto, ni una palabra sobre la prometida regeneraci¨®n democr¨¢tica. No ha existido una sola menci¨®n al funcionamiento del Parlamento, a la necesidad de desgubernamentalizar los medios de comunicaci¨®n p¨²blicos ni a la pol¨ªtica seguida con los medios privados, destinada a poner a la Xunta fuera de todo control de la sociedad.
Habl¨® Feij¨®o, eso s¨ª, de la necesidad de una Galicia global superadora de est¨¦riles enfrentamientos localistas, pero se le olvid¨® recordar que ha sido ¨¦l, y s¨®lo ¨¦l, qui¨¦n ha dinamitado los consensos pol¨ªticos y sociales (Estatuto, lengua...) sobre los que se ha asentado el desarrollo de la Autonom¨ªa y en cuyo contexto se han producido las sucesivas alternancias de poder. El resultado de esta insensatez ha sido la divisi¨®n de los ciudadanos y la existencia de una fractura social de imprevisibles consecuencias. As¨ª entiende Feij¨®o la Galicia global. Finalmente, el presidente ofreci¨® dos pactos que calific¨® de estrat¨¦gicos. Uno sobre la ordenaci¨®n del territorio y otro para la revitalizaci¨®n demogr¨¢fica de Galicia. Salvo que el PSdeG renuncie a sus posiciones hist¨®ricas, y si nos atenemos a las posturas defendidas por la Xunta en el primer caso y a los antecedentes hist¨®ricos en el segundo, no parece que el ofrecimiento en Feij¨®o represente algo m¨¢s que un brindis al sol.
Por su parte, los l¨ªderes de la oposici¨®n cumplieron con su responsabilidad de representar una alternativa pol¨ªtica solvente. Tanto Carlos Aymerich, de forma brillante, como Pachi V¨¢zquez, a pesar del lastre que supone para el discurso socialista su posici¨®n sobre las cajas y sus ambig¨¹edades sobre la ordenaci¨®n del territorio, desmontaron con datos incontestables las fantas¨ªas con las que Feij¨®o hab¨ªa descrito la situaci¨®n pol¨ªtica. Pero no se limitaron a hurgar en la herida, sino que han dibujado las l¨ªneas maestras que configuran un proyecto pol¨ªtico y program¨¢tico, posible y realizable, pero radicalmente diferente al conservador. Y da la impresi¨®n, a juzgar por las caras de los miembros del Gobierno, que la oposici¨®n alcanz¨® de lleno la santab¨¢rbara del adversario. Si algo mostr¨® el debate con meridiana claridad es a un Gobierno de segunda divisi¨®n, paralizado y carente de rumbo definido, y a una oposici¨®n que, aun saliendo airosa del trance, est¨¢ a¨²n en fase de construcci¨®n como alternativa.
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