Cinco horas con Miguel
La muerte de Miguel Delibes deja hu¨¦rfana a la mejor narrativa actual espa?ola, que se ahoga entre el narcisismo eg¨®tico y la nada narcisista. Delibes, a pesar de lo que diga la propaganda oficial, no gozaba de los favores de la progres¨ªa iconoclasta, que ve¨ªa en ¨¦l a un carca campesino castellano obsesionado con la caza, la angustia existencial, la herej¨ªa y la muerte
Miguel Delibes casi siempre narraba en contra de las tendencias experimentales y se decant¨® por la forma tradicional de contar historias. Nunca estuvo de acuerdo con las cr¨ªticas de sus cr¨ªticos, incluso los de buena voluntad, porque -como ¨¦l confesaba- no sab¨ªa de etapas en sus novelas, ni quer¨ªa teorizar sobre su obra. Afirmaba humilde e ir¨®nico que no merec¨ªa la pena. Siempre reconoci¨® con sobriedad sus tanteos iniciales, que culminaron en obras tan impactantes como Los santos inocentes.
Delibes, hombre religioso e incluso piadoso, a su manera s¨®lo necesitaba para escribir una gran novela, como ¨¦l mismo confesaba: un hombre, un paisaje y una pasi¨®n engranados por el tiempo. Lo dem¨¢s era cuesti¨®n puramente ling¨¹¨ªstica, por eso su estilo avanza hacia un dominio magistral de las t¨¦cnicas narrativas basadas en un uso de la lengua cada vez m¨¢s rico y expresivo, maestro en todos los niveles de la lengua: culto, popular y vulgar, adem¨¢s de los tecnicismos propios del campo sem¨¢ntico de la caza, de la zoolog¨ªa y de la bot¨¢nica castellanas.
Estos d¨ªas, en Valladolid principalmente, han sido muchos los que han velado el cuerpo sin alma no de Mario, sino de Miguel Delibes. Descanse en paz.
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