Tecnolog¨ªa para los malos
ESTADOS UNIDOS HA puesto fin a la prohibici¨®n de exportar tecnolog¨ªas de la comunicaci¨®n a Ir¨¢n, Sud¨¢n y Cuba. "Cuanta m¨¢s gente tenga acceso a Internet y sus servicios m¨¢s dif¨ªcil ser¨¢ para el Gobierno iran¨ª reprimir la libre expresi¨®n", declar¨® al New York Times un miembro de la Administraci¨®n de Obama.
No es tan sencillo. Los dictadores y los fan¨¢ticos tambi¨¦n pueden inundarnos de tweets, servirse de Facebook y de YouTube. Lo hacen con creciente arte y maestr¨ªa, explica Evgeny Morozov en su blog albergado en ForeignPolicy.com. Morozov combate la creencia en la democratizaci¨®n a trav¨¦s de las tecnolog¨ªas de la informaci¨®n plasmada caricaturescamente en los art¨ªculos publicados sobre la "Revoluci¨®n de Twitter" de Ir¨¢n.
Sus argumentos pueden ser reagrupados en tres ¨®rdenes: primero, las concesiones. Al permitir que un movimiento de protesta sea seguido por un gran n¨²mero de personas, la web facilita que los simpatizantes t¨ªmidos se unan a los dem¨¢s. "Un estudiante iran¨ª apol¨ªtico, por ejemplo, puede encontrarse con que todos sus amigos en Facebook est¨¢n protestando y decide un¨ªrseles".
El movimiento puede tambi¨¦n crecer como una bola de nieve. De la misma manera, puede dificultar la represi¨®n brutal, y aunque a ciertos gobiernos, como Birmania y Corea del Norte, les tenga sin cuidado verse brutales, a otros gobiernos s¨ª les importa.
En un segundo punto, Morozov recuerda que en ciertos casos, como en Bielorrusia, Ir¨¢n y China, la utilizaci¨®n de la web por parte de los gobiernos ha sobrepasado el uso de los contestatarios. Se han servido de ella tanto para "infundir miedo" como para seguir la pista de los disidentes. "Acceder al buz¨®n de correo de un activista pone a la vista a todos sus interlocutores". Recurren, cada vez m¨¢s, al data mining para identificar a los revoltosos.
Nos hacemos demasiadas ilusiones, pues, y ¨¦se es su tercer argumento, sobre los beneficios democratizadores de Internet. "A menudo, la cascada de informaci¨®n no consigue involucrar a la muchedumbre, aunque no prevalezca el miedo impuesto por el estado".
Si bien Internet contribuye a reducir el poder de los reg¨ªmenes autoritarios, no lo transfiere necesariamente a los dem¨®cratas. Puede fluir hacia grupos que son peores que el r¨¦gimen mismo. "No nos hagamos ilusiones", concluye Morozov. "Nadie sabe c¨®mo crear esferas p¨²blicas digitales sostenibles capaces de promover la democracia".
Nuestra desafortunada tendencia a hacernos ilusiones es culpa, seg¨²n Morozov, de Clay Shirky, el gur¨² de la capacidad de "organizarse sin organizaci¨®n", sobre todo en el ¨¢mbito pol¨ªtico. Shirky pregona que las protestas de noviembre en Ir¨¢n no pudieron ser desencadenadas por medios sociales tipo Twitter (ni por los m¨®viles, todav¨ªa m¨¢s importantes). Manaron de la "la voluntad del pueblo de desafiar a su gobierno".
El punto central, sin embargo, es que "de la misma manera que la reforma protestante fue moldeada por la imprenta, la insurrecci¨®n iran¨ª fue y sigue siendo moldeada por medios sociales". Es m¨¢s, "la penetraci¨®n de los m¨®viles y de las conexiones a Internet transformaron la vida c¨ªvica al cambiar las formas en las que el p¨²blico interact¨²a entre s¨ª".
El Gobierno recurre a las TIC para reprimir, pero "aun si se toma en cuenta que ampl¨ªan su capacidad de vigilancia, el valor neto de los medios sociales ha desplazado el fiel de la balanza del poder a favor de los ciudadanos iran¨ªes".
Shirky asegura que si el Gobierno puede bloquear las comunicaciones durante una marcha, es poco probable que quiera aislar al pa¨ªs totalmente por mucho tiempo. Como de costumbre, en Ir¨¢n, "el estado tiene m¨¢s poder que los insurgentes. Sin embargo, la insurgencia ha logrado pasar de una diseminada disconformidad a ser un verdadero movimiento de protesta. Parte de esta transici¨®n es gracias a las herramientas de Internet".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.