Ganarse la vida
La locuci¨®n "ganarse la vida" indica que la vida no es un regalo. So?amos, s¨ª, con una "vida regalada", pero en la inmensa mayor¨ªa de los casos pesa sobre nosotros la obligaci¨®n de trabajar para lograr una posici¨®n en el mundo. Durante algunos a?os, la infancia y la adolescencia, vivimos en una situaci¨®n de ociosidad subvencionada por los padres, por el Estado. Pero la educaci¨®n que recibimos tiene la finalidad de hacernos aut¨®nomos, dotarnos de los instrumentos para valernos por nosotros mismos. ?sa es la paradoja que sienten los padres cuando de verdad se comprometen en la formaci¨®n de sus hijos: su extra?a misi¨®n consiste en crear individuos distintos de ellos, independientes. Sabemos que hoy a la juventud le resulta dif¨ªcil y costoso obtener ingresos para pagar esa independencia -piso, alimentos, ocio- y eso explica actitudes dilatorias que prorrogan la permanencia en el hogar familiar y que permiten a esa juventud la aplicaci¨®n de todos sus medios econ¨®micos a la ¨²ltima de las partidas (el ocio), compatible a menudo con una reclamaci¨®n de libertad sin l¨ªmites en lo tocante a los estilos de vida, no s¨®lo independientes, sino muchas veces contrapuestos a los de los padres subvencionadores de las otras dos partidas (piso, alimentos). Pero hay que reconocer tambi¨¦n que el imperativo de "ganarse la vida" y de desarrollar alguna especializaci¨®n profesional ha carecido, desde el romanticismo a esta parte, de todo prestigio cultural y moral. El romanticismo nos ha legado al menos dos duraderos errores: el primero, comprender la subjetividad seg¨²n el modelo del artista; y el segundo, comprender al artista seg¨²n el modelo del genio. El resultado es la extendida creencia de que el verdadero hombre es aquel que, como el genio, vive exclusivamente para su propio mundo y sus necesidades interiores. En consecuencia, el modo de ganarse la vida se le antoja a este sujeto moderno -artista genial en potencia- algo enojoso, indigno de ¨¦l, un accidente de la vulgar exterioridad ajena a su mundo. Si abandona su vida regalada, ser¨¢ sin convicci¨®n y forzado por razones meramente utilitarias, mezquinas, cuyos detalles velar¨¢ por pudor.
?Es irrelevante que el artista pueda vivir de las rentas heredadas o que se vea obligado a desarrollar una actividad productiva?
Mi tesis, que he desarrollado en otro lugar, es que el modo en que uno se gana la vida y -tan importante como lo primero- la disposici¨®n, positiva o negativa, de conformidad, rebeld¨ªa o resentimiento respecto al deber de gan¨¢rsela y el medio elegido por cada uno para hacerlo, dentro de las limitadas posibilidades que la sociedad le ofrece, determina esencialmente en el hombre la constituci¨®n de su personalidad y de su mundo interior.
Los manuales de historia de la literatura, de la filosof¨ªa, del arte o de la m¨²sica presuponen generalmente la tesis contraria, la rom¨¢ntica. Tras una r¨¢pida y vergonzante nota alusiva a las circunstancias biogr¨¢ficas del autor, en la que es mucho m¨¢s f¨¢cil conocer sus amor¨ªos y aventuras er¨®ticas, generalmente extramatrimoniales, que el modo como se gan¨® la vida, esas historias se sumergen apresuradamente en el estudio de su obra y su mundo art¨ªstico. Se dir¨ªa que en ellas los movimientos filos¨®ficos, las escuelas literarias, los estilos art¨ªsticos, se suceden conforme a leyes espirituales inmanentes, y que los creadores flotan en un continuum cultural, sin que el modo en que se ganan la vida tenga una aparente influencia en su personalidad y en su obra. El an¨¢lisis marxista trajo en su d¨ªa un saludable realismo a los estudios culturales, pero fue miope al imperativo existencial y moral involucrado en la decisi¨®n sobre c¨®mo "ganarse la vida" porque, conforme a su m¨¦todo, dilu¨ªa lo individual del mundo po¨¦tico en ideolog¨ªa de clase.
?De verdad es indiferente para la comprensi¨®n de las obras maestras de nuestra cultura que durante siglos los creadores las produjeran por encargo de la Corona, las casas nobles, la Iglesia o las instituciones municipales? ?Qu¨¦ significado existencial y art¨ªstico atribuimos a que Beethoven se sacudiera el viejo mecenazgo y tratara de ganarse la vida con los ingresos producidos por la venta de sus partituras y de sus estrenos, o que los impresionistas franceses hicieran lo propio poco despu¨¦s con sus lienzos? ?Qu¨¦ es la bohemia de Baudelaire sino una toma de postura sobre c¨®mo debe el artista moderno ganarse la vida? ?Es irrelevante para su creaci¨®n que el artista pueda permitirse vivir de las rentas heredadas (Lord Byron, Tolst¨®i), case con una mujer que las tenga (Thomas Mann) o se las cedan admiradoras (Rilke), o que, por el contrario, se vea obligado a desarrollar una actividad productiva, socialmente pautada y no orientada al cultivo de su mundo interior? ?Carece de importancia est¨¦tica que esa actividad sea el objeto mismo de su vocaci¨®n, como, para el novelista, escribir libros o folletines de consumo masivo (Balzac, Dickens), de cuyo ¨¦xito depende enteramente su subsistencia? ?O que, no pudiendo vivir s¨®lo de su arte, funja de hombre de letras en los peri¨®dicos, las revistas literarias o las editoriales (T. S. Eliot)? ?O que, fuera del ¨¢mbito cultural, acceda de grado o por fuerza a emplearse como alto ejecutivo de una empresa (Gil de Biedma) o como t¨¦cnico competente en ella (Kafka), o sea ¨¦l mismo un empresario emprendedor (Charles Ives) o un funcionario p¨²blico, de la Universidad (la inmensa mayor¨ªa de los fil¨®sofos contempor¨¢neos) o del servicio diplom¨¢tico (Claudel, Neruda)?
Yo leer¨ªa con avidez -y creo que proyectar¨ªa nueva luz sobre el fen¨®meno creativo- una historia de la cultura desde la perspectiva de c¨®mo se ganaron la vida poetas, novelistas, dramaturgos, pintores, fil¨®sofos y m¨²sicos, y de su propia disposici¨®n ¨ªntima de identificaci¨®n o rechazo hacia el modo elegido o impuesto de hacerlo, que incluyera extensas y minuciosas precisiones sobre c¨®mo ambos aspectos -modo y disposici¨®n interior- determinaron el tipo de hombre que el artista en ¨²ltimo t¨¦rmino es, y c¨®mo contribuyeron decisivamente a conformar su mentalidad, su sentimentalidad y, en suma, su mundo personal. La usual exposici¨®n de un resumen de sus obras, su contexto y la cadena de influencias entre creadores ser¨ªa aqu¨ª secundaria. -
Javier Gom¨¢ Lanz¨®n (Bilbao, 1965) es autor de Ejemplaridad p¨²blica (Taurus, 2009); Imitaci¨®n y experiencia (Pre-Textos, 2003; Cr¨ªtica, 2005), premio Nacional de Ensayo de 2004, y Aquiles en el gineceo (Pre-Textos, 2007). Es director de la Fundaci¨®n Juan March desde 2003.
![Ilustraci¨®n de Albert Robida<i>: Francisco I de Francia compra la Mona Lisa de Leonardo da Vinci. Castillo de Cloux, 1516.</i>](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/6B5UZMPZDCCN355XTADDGQCEEM.jpg?auth=090a4f34213687e2f39108acea988deb8a90b2778e9c89614bcc03fe5cc45b60&width=414)
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