?De verdad esto lo arreglamos entre todos?
El pesimismo agrava la crisis igual que la euforia y la sensaci¨®n de riqueza engordaron la burbuja - Mejorar el humor econ¨®mico es clave para salir de la recesi¨®n, pero no basta una campa?a
Dicen algunos comerciantes que cuando gana el equipo de f¨²tbol local, sus ventas se benefician. Alguno cuenta que cuando el Bar?a se hizo con la Champions League el a?o pasado, se not¨® en la caja registradora. Como cuando llega la primavera o se celebra una fiesta mayor en la ciudad y las calles se llenan de gente con ¨¢nimo festivo. El d¨ªa que el gigante textil sueco H&M present¨® unos buenos resultados econ¨®micos, el 28 de enero, el valor en Bolsa de su rival espa?ola Inditex, el propietario de Zara, empez¨® a subir por la confianza que mostraron en ella y en el conjunto del sector los inversores, pese a que Inditex no hab¨ªa publicado una sola cifra ese d¨ªa.
Cuando vienen bien dadas, la econom¨ªa dibuja c¨ªrculos virtuosos. La gente gasta, las empresas venden, los bancos les prestan dinero y se atreven a invertir y crear empleo, con lo que todo el mundo piensa que las cosas van bien y se sigue gastando cada vez m¨¢s, vendiendo cada vez m¨¢s... El problema es cuando ese mismo c¨ªrculo se vuelve vicioso, y las fichas de domin¨® se vuelcan en sentido contrario. A la crisis econ¨®mica que lleva dos a?os castigando Espa?a, le acompa?a desde el principio su propio fantasma, la psicosis de esa crisis, que agrava el declive del mismo modo que la euforia contribuy¨® a la burbuja durante la bonanza.
El gasto de las familias equivale al 57% del producto interior bruto (PIB)
La psicolog¨ªa influye, pero los factores de fondo son otros
Con la crisis, la tasa de ahorro de los hogares ha crecido a niveles de 2000
Para el PP, la campa?a encargada por las C¨¢maras es pura propaganda
El consumo de los hogares comenz¨® a aflojar a finales de 2007, antes de que los indicadores econ¨®micos diesen carta de naturaleza a lo m¨¢s grave de la crisis.
A mediados de 2008, cuando a¨²n no se hab¨ªa entrado en recesi¨®n, el comercio anotaba grandes ca¨ªdas, del 20% al 40%, en moda, muebles o autom¨®viles, muy castigados por la sequ¨ªa de cr¨¦dito. El gasto de las familias es la locomotora de la econom¨ªa espa?ola, supone el 57% del producto interior bruto (PIB). Y el ?ndice de Confianza del Consumidor, que elabora el Instituto de Cr¨¦dito Oficial, muestra que la confianza de los espa?oles se derrumb¨® a mediados de 2008, antes de que la econom¨ªa entrase en recesi¨®n y que, desde inicios de 2010, ha vuelto a bajar, pese a que el declive econ¨®mico se est¨¢ conteniendo.
"Los factores psicol¨®gicos son muy importantes a la hora de agravar tendencias, aunque desde luego los factores de fondo son otros. En la bonanza, lo que hab¨ªa eran tipos de inter¨¦s muy bajos, cr¨¦dito f¨¢cil y toda una serie de incentivos para inversores... A todo esto se a?adi¨® la euforia", reflexiona Xavier Vives, catedr¨¢tico de Econom¨ªa de la Universidad Pompeu Fabra, profesor de IESE y miembro del instituto alem¨¢n para la investigaci¨®n econ¨®mica IFO.
La Confederaci¨®n Espa?ola de Comercio hizo una encuesta al acabar el a?o 2009 a sus asociados. Para el 60% de ellos las ventas hab¨ªan sido "malas o muy malas" y la mitad lo atribu¨ªa especialmente al "pesimismo o la desconfianza". Para el secretario general de esta patronal, Miguel ?ngel Fraile, "la mitad de la bajada no se debe a problemas econ¨®micos reales, sino al pesimismo, ahora s¨®lo falta confianza para salir adelante". En plena crisis, con cuatro millones de parados y una bajada de la renta disponible en los hogares, la tasa de ahorro se elev¨® a un 18,7% hasta el pasado mes de septiembre, el nivel m¨¢ximo logrado desde 2000.
Lo que ha quedado atr¨¢s es una ¨¦poca de consumismo feroz, motivado por m¨²ltiples factores como la subida de la renta y la facilidad del cr¨¦dito, pero decisivamente influido tambi¨¦n por la psicolog¨ªa, por la sensaci¨®n de riqueza. Jos¨¦ Garc¨ªa Montalvo, catedr¨¢tico de Econom¨ªa Aplicada de la Universidad de Barcelona (UB), lo describe bien: "Se produjo una exteriorizaci¨®n de ese estado de ¨¢nimo. La gente no s¨®lo pensaba que su casa val¨ªa tanto, sino que se lo comentaba a sus amigos y eso iba creando el relato. Pensaba: 'Si mi casa tiene un valor de un mill¨®n de euros, ?por qu¨¦ no me voy a poder comprar un Porsche Cayenne?' El problema es que el valor de esa casa, hoy derrumbado, no serv¨ªa de mucho si la necesitabas para vivir". El efecto riqueza a¨²pa el consumo: algunos estudios del Banco de Espa?a apuntan que por cada euro extra, sube de siete a 12 c¨¦ntimos, pero el problema surge si ese euro no es l¨ªquido.
Ahora, el efecto es contrario. ?Por qu¨¦ mucha gente consume menos pese a que no ha perdido el empleo? "Pues porque se sabe menos rico, su casa vale menos, y reduce el consumo incluso aunque sea funcionario. Luego est¨¢ el que tiene miedo al paro, l¨®gico, porque en esta crisis las probabilidades de perder el empleo han crecido", agrega Montalvo.
Son reacciones individuales, en el fondo, muy racionales, pero multiplicadas por miles de espa?oles generan una desconfianza que s¨ª es superior, se retroalimenta, y la profec¨ªa se cumple.
Esta teor¨ªa es la que ha llevado al Consejo de C¨¢maras de Comercio a lanzar una campa?a en los medios de comunicaci¨®n con el apoyo de 18 grandes empresas en la que famosos y an¨®nimos animan a los espa?oles a recuperar eso, la confianza, a trabajar entre todos para salir adelante: "Llevamos demasiado tiempo viendo en todas partes lo mal que est¨¢ todo. Es casi lo ¨²nico que nos cuentan. Pero la crisis no solo est¨¢ ah¨ª fuera, tambi¨¦n est¨¢ en nuestras cabezas. Nos ha hecho perder la confianza, nos ha contagiado el pesimismo, el des¨¢nimo", insta un sitio de Internet.
La iniciativa www.estosololoarreglamosentretodos.org ha supuesto una inversi¨®n de seis millones de euros y ha suscitado pol¨¦mica en varias direcciones. Mientras el PP lo tacha de "propaganda gubernamental" y ha logrado que RTVE retire el anuncio, otras plataformas han lanzando su particular contracampa?a, como la de la p¨¢gina www.estosololoarreglamossinellos.org, a la que le enerva que detr¨¢s de la campa?a est¨¦ la gran empresa: "Somos trabajadores conscientes, y nos irrita ver c¨®mo los que nos quitan el pan y nos explotan se r¨ªen en nuestra cara. Somos su enemigo. Somos los que se han dado cuenta de que lo que necesitamos de verdad para salir de esta crisis y de todas las que vengan, producto de un sistema econ¨®mico injusto y explotador, es una sola cosa: que se vayan todos", reza la presentaci¨®n de su portal.
Y es que pedir el regreso de la confianza de los ciudadanos en los mercados, en el sistema, resulta m¨¢s dif¨ªcil tras conocerse los desmanes del sector financiero, con casos sonados, como los malabarismos en las cuentas de Lehman Brothers, el banco que ha protagonizado la mayor bancarrota de la historia de Estados Unidos.
Guillermo de la Dehesa, presidente del Centre for Economic Policy Research, es uno de los economistas que apadrin¨® la presentaci¨®n de esta campa?a. A su juicio, las alarmas en las fases de euforia "no saltan porque todo va bien, todo el mundo gana y adem¨¢s muchos vuelven a pensar que 'esta vez es diferente' olvid¨¢ndose de que ya se hab¨ªa pensado igual en 2000, antes de que pinchase la burbuja del punto.com. Lo que ocurre es que la memoria es muy corta. Deber¨ªa haber saltado la alarma del sector p¨²blico y del regulador y supervisor. Por ejemplo, en el caso de Espa?a, el Gobierno podr¨ªa haber eliminado las ayudas fiscales a la vivienda para reducir la burbuja inmobiliaria".
Al margen de la pol¨¦mica, el mensaje de esta campa?a s¨ª tiene algo de llamamiento patri¨®tico. Pero no es una reacci¨®n at¨ªpica en ¨¦pocas duras. El 1931, el peri¨®dico Times de Londres public¨® un editorial bajo el t¨ªtulo The Duty of confidence (El deber de la confianza) y dec¨ªa as¨ª: "El declive de la confianza constituye una grave flaqueza nacional. Podr¨ªamos definirlo como un peligro y un desastre si no fuera por el desgaste que han sufrido estas palabras debido a un uso excesivo y poco sincero (...) El n¨²mero de desempleados crece cada semana en parte por la falta de confianza, que evita la creaci¨®n o desarrollo de nuevas empresas (...) Es obvio que la confianza ha dejado de ser una simple recompensa alternativa por los servicios realizados y se ha convertido en el deber simple y continuado de todos los ciudadanos".
Los economistas George A. Akerloff (Nobel en 2001) y Robert J. Schiller recogen esta an¨¦cdota en su libro Animal Spirits y recuerdan que cuando la econom¨ªa brit¨¢nica se empez¨® a recuperar de la Gran Depresi¨®n, se atribuy¨® en buena parte a estos esfuerzos por recuperar la fe en los negocios.
El t¨ªtulo se lo debe precisamente a la teor¨ªa de los "esp¨ªritus animales" que, seg¨²n Keynes, mov¨ªan la econom¨ªa m¨¢s all¨¢ de los motivos fundamentales: el humor econ¨®mico, en definitiva, que ahora est¨¢ en horas bajas.
Las c¨¢maras de comercio defienden su iniciativa. "Javier G¨®mez-Navarro (presidente del consejo y ex ministro del PSOE) se plante¨® con economistas qu¨¦ pod¨ªa hacer la sociedad en esta situaci¨®n, sin eximir a los pol¨ªticos de su responsabilidad. Esto no es propaganda gubernamental en absoluto, el PP conoc¨ªa la campa?a a altas instancias y le parec¨ªa bien, el 90% de la sociedad est¨¢ de acuerdo con las ideas de las que habla la campa?a", dicen.
El problema es que nadie llam¨® a filas cuando la burbuja econ¨®mica iba engordando, nadie llam¨® a la calma ni trat¨® de corregir los desmanes del mercado cuando vinieron bien dadas. Al periodista que preguntaba por la burbuja inmobiliaria le trataban de indocumentado.
Los mercados financieros saben algo de humor econ¨®mico. Los movimientos de la Bolsa -es decir, las cientos de impresiones individuales convertidas en legi¨®n- se basan "m¨¢s en razones an¨ªmicas que fundamentales ¨²ltimamente", opina Miguel ?ngel Bernal, profesor del Instituto de Estudios Burs¨¢tiles (IEB). "Hay que distinguir entre la econom¨ªa real y la del inversor, que es quien anticipan la crisis real", recalca. Por el contrario, "mensajes en firme, como las declaraciones de apoyo a Grecia, calman a los mercados, aunque a¨²n no se hayan dado los pasos".
El humor econ¨®mico tambi¨¦n pesa en las decisiones empresariales. Las propias c¨¢maras de comercio elaboran un indicador de confianza empresarial que permite adivinar por d¨®nde ir¨¢n los tiros, si se lanzar¨¢n o no a realizar una inversi¨®n o a reforzar su plantilla. Para De la Dehesa, "los ¨ªndices de confianza del consumidor y de los empresarios, si est¨¢n bien hechos, suelen ser buenos predictores de las fases del ciclo en situaciones normales, pero pierden capacidad predictiva a partir de la mitad de la fase de auge y de la fase recesiva, en que suelen ser m¨¢s optimistas y m¨¢s pesimistas respectivamente".
Un consumidor puede ir modulando poco a poco lo que gasta, pero el empresario llega el momento en el que debe decidir llevar a cabo una inversi¨®n o no, y entonces no sabe qu¨¦ pasar¨¢ con el mercado, as¨ª que acaba por decidir con las tripas.
Pero las campa?as sobre la confianza son un arma de doble filo, advierte Xavier Vives. "Porque si, despu¨¦s de todo, esto no lo conseguimos arreglar entre todos, el efecto es a¨²n peor".
Despu¨¦s de la recesi¨®n, a los espa?oles les queda por delante la crisis, que no es un concepto t¨¦cnico. Algunas variables macroecon¨®micas, como la facturaci¨®n de la industria, abonan el optimismo. Pero el mejor term¨®metro para el ¨¢nimo ciudadano es el mercado de trabajo, y este a¨²n no ha empezado a recuperarse. El domin¨® sigue dando la espalda al optimismo.
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