Quien todo lo quiere puede quedarse sin nada
Netanyahu lo quiere todo, la paz, los territorios y la democracia. Pero es bien conocido el axioma: s¨®lo cabe escoger dos de los tres t¨¦rminos. Y tres son las combinaciones a que da lugar la elecci¨®n. Si escoge la paz y la democracia, como desear¨ªan todos los amigos de Israel, optar¨¢ por la entrega de los territorios, con los intercambios que haga falta para las colonias de mayor peso demogr¨¢fico, y surgir¨¢ con ayuda de todos una Palestina al lado con unas fronteras seguras reconocidas por sus vecinos. Si escoge la paz y los territorios, deber¨¢ desposeer de derechos ciudadanos a los ¨¢rabes que residan entre el Jord¨¢n y el Mediterr¨¢neo, para evitar que traduzcan su pr¨®xima mayor¨ªa demogr¨¢fica en una mayor¨ªa pol¨ªtica y as¨ª se convierta Israel en un Estado binacional israelo-palestino, que termine con el sue?o sionista. Si escoge los territorios y la democracia, posponiendo la paz, que es lo que est¨¢ haciendo ahora, deber¨¢ seguir acrecentando su control militar sobre Cisjordania y cargando con el peso creciente del desprestigio internacional.
Son tres combinaciones, pero no tres salidas. El Estado binacional es el fin de Israel. El sionismo y sus admiradores y amigos no pueden bendecirlo, aunque el cansancio, la sangre derramada y los efectos desestabilizadores del conflicto puedan erosionar su posici¨®n hasta convertirlos en partidarios de un ¨²nico Estado para jud¨ªos y palestinos capaz de conservar la democracia. Era la posici¨®n de Hannah Arendt, que milit¨® con el sionismo bajo la bota nazi, pero tom¨® distancias con la creaci¨®n de Israel en 1948. El Estado jud¨ªo desde el Jord¨¢n hasta el Mediterr¨¢neo es insostenible en democracia y requiere de un r¨¦gimen de abierto apartheid. Queda el actual estado de las cosas: una paz precaria; un Estado sin fronteras precisas ni reconocimiento de los vecinos, y una democracia erosionada por el trato crecientemente desigual que reciben sus propios ciudadanos ¨¢rabes y por la discriminaci¨®n que sufren los palestinos en su propio pa¨ªs, donde son expulsados y despose¨ªdos para hacer hueco a cualquier ciudadano del mundo que se acoja a su identidad jud¨ªa.
La ¨²nica f¨®rmula viable son los dos Estados, lo que significa devolver los territorios, Jerusal¨¦n-Este incluido, y regresar a las fronteras de 1967, con todos los matices y retoques que exige la sensatez negociadora. Cuanto m¨¢s se aleja el Gobierno de Israel de esta salida ¨²nica, m¨¢s se incomodan sus amigos y se alejan sus aliados. Tambi¨¦n se va acercando este momento cr¨ªtico, 10 o 15 a?os, en que la demograf¨ªa jugar¨¢ en contra del sionismo. Ni el sistema electoral ni el protagonismo de los colonos y sus partidos ayudan a realizar el paso dram¨¢tico pero obligado hacia la paz. Y lo grave es que si se renuncia a la paz, luego la vida obligar¨¢ a renunciar a la democracia y finalmente a los territorios.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.