Obama lucha por una victoria hist¨®rica
Dem¨®cratas y republicanos agotan sus argumentos sobre la reforma sanitaria - La votaci¨®n de hoy en el Congreso puede marcar el futuro pol¨ªtico de EE UU
Barack Obama acudi¨® ayer al Congreso en busca, por ¨²ltima vez, de los votos que pueden inmortalizar su presidencia. Cuando se vote hoy en la C¨¢mara de Representantes la reforma sanitaria, se estar¨¢ votando algo m¨¢s que una ley: se votar¨¢ por una misi¨®n en la que fracasaron todos los presidentes desde Harry Truman a Bill Clinton, por la soluci¨®n, al menos parcial, de un problema que ha lastrado moral y econ¨®micamente a este pa¨ªs durante d¨¦cadas y por un paso que puede decidir el rumbo pol¨ªtico de Estados Unidos en los pr¨®ximos a?os.
La emoci¨®n estaba a la altura del acontecimiento. Los nervios en el Congreso, donde todav¨ªa no se conoc¨ªa anoche con seguridad si los dem¨®cratas cuentan con los 216 votos necesarios para su aprobaci¨®n, se hab¨ªan trasladado a la sociedad y a la calle. Todo el mundo parece consciente del momento que vive.
Los ciudadanos han saturado las l¨ªneas telef¨®nicas de sus congresistas
Los ciudadanos saturaron las l¨ªneas telef¨®nicas de sus congresistas, a los que quieren comunicar lo que tienen que votar. El personal del Capitolio, todos convocados este fin de semana, no daba abastos para atender correos electr¨®nicos y visitas. Los representantes del pueblo nunca se han visto tan claramente en ese papel ni tan presionados para actuar cabalmente. Saben que de este voto depende su reelecci¨®n el pr¨®ximo mes de noviembre.
Frente a eso, la presi¨®n de Obama, que ha hablado individualmente con 64 miembros de la C¨¢mara de Representantes a lo largo de esta semana, cuenta s¨®lo relativamente. Esto es pol¨ªtica en su versi¨®n m¨¢s brutal, esto es democracia en su versi¨®n m¨¢s esplendorosa: la pugna entre dos modelos de sociedad llevada al l¨ªmite y ante la mirada atenta de los electores, que son los que emitir¨¢n el ¨²ltimo veredicto.
En esa batalla, los conservadores agotaban ayer sus ¨²ltimos argumentos para caracterizar esta reforma sanitaria como la semilla de un sistema socialista, un intento de socavar los principios liberales sobre los que se asienta el modelo pol¨ªtico norteamericano.
"Los republicanos saben que cuando esta ley pase se acabar¨¢n las leyendas inventadas y se descubrir¨¢n sus beneficios", dijo ayer Obama a sus colegas en el Capitolio. La ley que se vota hoy no pretende, desde luego, la nacionalizaci¨®n del sistema de salud de Estados Unidos. De hecho, seguir¨¢ siendo privado, sin espacio para la opci¨®n p¨²blica que pretend¨ªa en un principio Obama.
Si es aprobada, se producir¨¢, eso s¨ª, una mayor intervenci¨®n del Estado en la administraci¨®n de la salud. Los precios y la actividad de los seguros de salud ser¨¢n regulados de forma similar a lo que ahora se hace con la energ¨ªa o las telecomunicaciones. Se revisar¨¢n las reglas que rigen en el servicio que se presta a los jubilados para que no sirva s¨®lo para enriquecer a m¨¦dicos y hospitales. El Estado extender¨¢ la asistencia gratuita a las personas sin recursos, exigir¨¢ a todos los ciudadanos disponer de un seguro de salud y ofrecer¨¢ subvenciones a quienes no puedan costearlo.
Es decir, estamos a las puertas de una profunda transformaci¨®n de la sanidad norteamericana, pero no de la traslaci¨®n a Estados Unidos del modelo sovi¨¦tico, como parece sugerir The Wall Street Journal, ni siquiera del modelo europeo, en el que el Estado se erige como ¨²nico administrador.
La incertidumbre sobre la votaci¨®n se explica por las caracter¨ªsticas del sistema pol¨ªtico de este pa¨ªs, en el que cada congresista act¨²a en conciencia y no como simple instrumento de la voluntad de su partido. Pero ese sistema produce tambi¨¦n desajustes, como el de un grupo de congresistas dem¨®cratas enemigos del aborto que quiere aprovechar la oportunidad para incluir m¨¢s fuertes restricciones a la ejecuci¨®n de este tipo de intervenciones m¨¦dicas con dinero p¨²blico. Este grupo era anoche el que m¨¢s resistencia ofrec¨ªa.
Otra dificultad de este proceso, que ha consumido m¨¢s de un a?o de debates, es el de la complejidad del sistema de votaci¨®n. Para sortear el hecho de que los dem¨®cratas perdieron la mayor¨ªa absoluta en el Senado, el partido del Gobierno tiene que recurrir a algunas maniobras parlamentarias que pueden a¨²n generar dificultades, incluso demandas de inconstitucionalidad.
La C¨¢mara de Representantes va a pronunciarse en votaciones separadas por el texto que aprob¨® el Senado el a?o pasado (cuando todav¨ªa hab¨ªa 60 esca?os dem¨®cratas) y, posteriormente, por un paquete de enmiendas que el Senado se compromete a votar la pr¨®xima semana por mayor¨ªa simple. Los republicanos creen que todav¨ªa pueden plantear obst¨¢culos en esa ¨²ltima fase. El texto que se apruebe ma?ana se convertir¨ªa en ley en cuanto lo firmase el presidente, pero es probable que ¨¦ste espere a que el Senado apruebe las reformas pactadas. Un enredo legislativo que empa?a ligeramente el logro hist¨®rico que hoy puede alcanzarse.
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