Las regionales en Italia miden el desgaste de Berlusconi

Dos a?os despu¨¦s del arrollador triunfo de Silvio Berlusconi en las ¨²ltimas elecciones generales, Italia se dispone a votar de nuevo en las administrativas los pr¨®ximos domingo y lunes. Trece regiones, de las cuales 11 est¨¢n hoy gobernadas por el centro-izquierda; 11 provincias y 1.000 ayuntamientos renovar¨¢n sus Gobiernos. La cita ser¨¢ un term¨®metro del desgaste de Berlusconi. Unos 44 millones de electores dir¨¢n si es cierta o no la presunta decadencia del pol¨ªtico-magnate y medir¨¢n la salud del populismo medi¨¢tico patentado por ¨¦l mismo.

El temor a una alta abstenci¨®n alarma esta vez m¨¢s a la derecha que a un centro-izquierda ya balbuceante y atemorizado de natural. Las huestes del magnate milan¨¦s se presentan a la cita con cinco asignaturas suspendidas, lo que en un pa¨ªs normal supondr¨ªa una derrota sin paliativos: censura de la informaci¨®n pol¨ªtica en la televisi¨®n p¨²blica; graves esc¨¢ndalos de corrupci¨®n en la propia sede de la presidencia del Gobierno; creciente y visible divisi¨®n interna, caos e ilegalidad en la presentaci¨®n de las listas, y optimismo desaforado m¨¢s propaganda como ¨²nicas recetas anticrisis.

La izquierda ganar¨¢ la mayor¨ªa de las 13 regiones en juego, seg¨²n los sondeos

El escritor Roberto Saviano alerta contra posibles fraudes mafiosos

Los sondeos, cuya publicaci¨®n se cierra 15 d¨ªas antes del voto, deben ser peores de lo esperado para la derecha, porque ayer el coordinador nacional del Pueblo de la Libertad, Ignazio La Russa, declar¨® que ganar m¨¢s de cuatro regiones ser¨ªa un triunfo, y que ganar en tres ser¨ªa una victoria p¨ªrrica. Pero los comentaristas m¨¢s avezados no dan un euro por una victoria clara, a la francesa, de un Partido Democr¨¢tico anquilosado y autorreferencial, al que le cuesta horrores articular un discurso coherente y distinguirse del poder personalista de su rival ofreciendo una fuerza de cambio real y din¨¢mica.

Las dudas tienen mucho que ver con el lenguaje y la simplicidad del mensaje. El polit¨®logo Giovanni Sartori recordaba ayer en Il Corriere della Sera un estudio del prestigioso ling¨¹ista Tullio de Mauro, seg¨²n el cual un 70% de los italianos no lee nunca y aunque entienden una frase simple como "el gato ma¨²lla", se l¨ªan si la frase se alarga en "el gato ma¨²lla porque quiere leche". Sartori engloba a esa masa "inconexa y sumaria" en la categor¨ªa homo videns u homo zappiens (de zapping). La amargura de su texto se resum¨ªa en lo que, elegantemente, no dec¨ªa: el 80% de los italianos decide su voto por televisi¨®n, feudo indiscutido del mensaje sumario e inconexo.

El 30% que lee conserva, eso s¨ª, una saludable conciencia cr¨ªtica. Lo que quiz¨¢ contribuir¨¢, vista la vulgaridad y pobreza del debate pol¨ªtico, a aumentar la abstenci¨®n. Ejerciendo m¨¢s como presidente de la C¨¢mara que como aliado -cada vez lo es menos- de Berlusconi, Gianfranco Fini llam¨® ayer a los italianos a no desertar de las urnas; Fini sabe que la antipol¨ªtica activa se ha convertido en una corriente parad¨®jicamente c¨ªvica y cada vez m¨¢s mayoritaria, sobre todo entre los j¨®venes, y no ignora que el ¨²nico partido organizado y capaz de mantener la fidelidad del electorado es la Liga Norte, su opuesto intelectual. Si el norte vota en masa a la Liga, las horas de Fini en el PDL estar¨¢n contadas.

La tolerancia ante la corrupci¨®n y la profusi¨®n de listas con candidaturas de honorables condenados o procesados en olor de mafia son otro enigma por descubrir. El escritor Roberto Saviano ha lanzado una idea provocadora: pedir a la ONU que env¨ªe observadores electorales. "El que piense que esto es una exageraci¨®n, debe saber que el pa¨ªs est¨¢ bajo asedio. En Calabria, de 50 consejeros regionales, 35 han sido procesados o condenados. Y todo eso sucede en la m¨¢s absoluta aquiescencia. En el silencio. ?Qu¨¦ otro pa¨ªs admitir¨ªa eso?", escribe Saviano.

La propuesta ha tenido eco inmediato en Facebook, donde 25.000 personas hab¨ªan firmado ayer el manifiesto Somos todos observadores, que propone enviar ciudadanos a las urnas para evitar los pucherazos y la compra de votos, sobre todo en el sur.