Punto de giro
Un playoff a cinco partidos es como una serie de televisi¨®n. Hay cap¨ªtulos, protagonistas principales, secundarios y puntos de giro, que son aquellos momentos en los que la historia da los quiebros necesarios para mantener la atenci¨®n del espectador. A partir de un punto de giro la trama enfila otra direcci¨®n hasta el pr¨®ximo cambio de rumbo y ah¨ª radica uno de los atractivos de este formato competitivo. Descubrir d¨®nde y por qu¨¦ las cosas que parec¨ªan ir hacia un lado se vuelven hacia otro. Esta serie, a priori, apuntaba hacia uno de esos telefilmes de domingo por la tarde donde desde los primeros minutos sabes qu¨¦, c¨®mo y cu¨¢ndo van a pasar las cosas. Antecedentes, potenciales y estados de forma no auguraban nada especialmente excitante o sorprendente. Pero lleg¨® el primer acto y el Madrid opuso m¨¢s resistencia de lo esperado, hasta el punto de tener muy cerca la victoria. Al terminar el encuentro, el marcador de la eliminatoria mostraba lo que apuntaba la l¨®gica, pero como siempre, una cosa es lo que dice el marcador y otra los efectos secundarios que provocan, que no siempre se limitan a lo m¨¢s evidente. Emitido el segundo cap¨ªtulo se puede asegurar que, a pesar de lo esperado del desenlace del primer acto, lo ocurrido el martes dej¨® una huella tan profunda que qui¨¦n sabe si dentro de una semana no lo veremos como el d¨ªa clave.
Tratar de t¨² a t¨² al gran favorito ha tenido un tremendo efecto estimulante en las filas de los chicos de Messina. Si bueno fue su comportamiento el martes, con el subid¨®n de autoestima se volvi¨® impecable a la segunda oportunidad. Domin¨® en todo y a todos. Volvi¨® a anular hasta extremos insospechados a Navarro y a Ricky, que por el momento fracasan de plano en esta serie. La defensa fue ejemplar, tan dura como solidaria, as¨ª como la entereza de esp¨ªritu. La diferencia para poder traducir esta vez el dominio en una victoria la puso la estrella del partido, Ante Tomic. Su demostraci¨®n de talento, temple y arrojo fue tal que su equipo encontr¨® lo ¨²nico que le falt¨® dos d¨ªas antes: un faro que le guiase en los momentos comprometidos hacia el ¨¦xito. Desde el principio hasta el ¨²ltimo arre¨®n protagonizado otra vez por Pete Mickeal en el meridiano del ¨²ltimo cuarto y que amenaz¨® con repetir faena, Tomic dio siempre la respuesta suficiente para sofocar cualquier rebeli¨®n y as¨ª poder volver a Madrid m¨¢s vivitos que nunca.
Y si lo ocurrido el primer d¨ªa ha multiplicado la confianza blanca, parece que el susto inicial ha metido miedo en el cuerpo azulgrana. Su partido no fue de recibo incluso d¨¢ndole todo el m¨¦rito que tiene a lo que hizo el Madrid. Desde el minuto uno al cuarenta estuvo como aletargado, bloqueado en cuerpo y mente y sin lograr que el partido se jugase al ritmo que le conviene. Todo lo contrario. En los 80 minutos que llevamos de serie, se ha jugado siempre al tempo que han marcado los madridistas. Pausado, muy masticadas tanto las defensas como los ataques y bajo un control f¨¦rreo desde la banda por parte de Messina. As¨ª, a 20 segundos por ataque y jugando a 70 puntos es como el Madrid se encuentra tan c¨®modo como inc¨®modo el Bar?a.
El punto de giro se ha producido. El favorito tiembla y los aspirantes reivindican su val¨ªa, lo que conforma un escenario no previsto. El gui¨®n de la serie funciona y si es tan bueno como parece, el triunfo del Madrid seguro que no va a ser la ¨²nica sorpresa que nos espera.
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