Sobre el amor y la muerte
En este a?o del centenario de la muerte de Tolst¨®i, nada m¨¢s oportuno que una nueva traducci¨®n de la inmortal Anna Kar¨¦nina para celebrarlo. Al t¨¦rmino de la lectura que nos propone Alba, el lector agradece a V¨ªctor Gallego un trabajo que ha debido dejarle exhausto. ?ltimamente han venido apareciendo varias ediciones de las obras de Tolst¨®i, unas dedicadas al propio autor (los Diarios y la Correspondencia, en la editorial Acantilado) y otras de piezas cortas como Los cosacos (Atalanta) y Hadj¨ª Murat (Verticales) y El cup¨®n falso (N¨®rdica), a las que habr¨ªa que a?adir, como ediciones de referencia, los Relatos (Alba), la traducci¨®n de L¨®pez Morillas de La muerte de Iv¨¢n Ilich (Alianza), las Memorias de Sebastopol (Gredos), la versi¨®n completa de Resurrecci¨®n (Pre-Textos) y, c¨®mo no, Guerra y paz (del taller de Mario Muchnik).
Anna Kar¨¦nina
Lev N. Tolst¨®i
Traducci¨®n de V¨ªctor Gallego Ballestero
Alba Editorial. Barcelona, 2010
1.008 p¨¢ginas. 44 euros
La sensaci¨®n de presente continuo de 'Anna Kar¨¦nina' es un acto de magia narrativa
Que Tolst¨®i es un gigante de la novela no lo duda nadie, pero as¨ª como no conviene olvidarlo es absolutamente pertinente leerlo de vez en cuando para no perder de vista lo que es de verdad la Gran Literatura. Es un ejercicio muy sano porque permite colocar todo lo que actualmente reluce a la debida distancia. Una obra como Anna Kar¨¦nina produce en el lector atento una sensaci¨®n tal que todo parece empeque?ecerse a su alrededor y cobrar su verdadero tama?o y no el que suele otorgar la promiscua y rendida actualidad a las obras del momento. ?sta es una novela en la que hay que adentrarse con el asombro y la admiraci¨®n que producen las obras mayores, como el Pante¨®n de Roma. La comparaci¨®n no es gratuita, pues ambos -novela y monumento- se asemejan en su deseo de abarcar una totalidad.
?De qu¨¦ trata realmente Anna Kar¨¦nina? Pasa por ser una de las mejores novelas de amor de todos los tiempos. Lo es, en cuanto que ofrece una reflexi¨®n sobre el amor extraordinariamente ambiciosa, pero no se centra s¨®lo en la figura emblem¨¢tica, la de Kar¨¦nina, sino que contrapone dos parejas (la de los amantes Anna Kar¨¦nina y Vronski y la del matrimonio Kitty Scherbaski-Konstantin Levin), situando como referencia a una tercera, la que forman la hermana de Kitty, Dolly, y el hermano de Anna, Step¨¢n. Este artificio le permite desplegar el mundo de la aristocracia y el de la vida en el campo por medio de un centenar largo de personajes que configuran el escenario humano del libro, personajes todos ellos singularizados y caracterizados, lo que nos se?ala una de las cualidades sustanciales de Tolst¨®i, su maravilloso detallismo descriptivo, producto de una mirada excepcionalmente dotada para lo significativo. En comparaci¨®n con Guerra y paz, Kar¨¦nina es una novela intimista, pero, aparte de coincidir ambas en el deseo de crear un mundo completo, la intimidad de Anna Kar¨¦nina est¨¢ concebida dentro de una b¨²squeda del sentido del amor que necesariamente se convierte, por su ambici¨®n, en una b¨²squeda del sentido de la vida, y para ello Tolst¨®i se va a valer de toda una sociedad a la que personaliza en torno a los personajes centrales. Intimidad, s¨ª, pero encuadrada en un arco social sin el cual ser¨ªa menor o irrelevante.
El segundo elemento con el que juega el autor es el espacio y el tiempo. La novela transcurre -el lector lo advierte enseguida- en un orden sucesivo que integra al lector en el fluir del propio tiempo y espacio de los personajes. Leyendo Anna Kar¨¦nina uno tiene la sensaci¨®n de hallarse dentro de la novela o, m¨¢s precisamente, dentro del transcurso del tiempo de la novela. No importa que, por razones de estrategia de construcci¨®n, se produzcan saltos de tiempo entre las partes: la sensaci¨®n de presente continuo de la novela es un acto de magia narrativa, un acto integrador que, sin embargo, permite en todo momento mantener la distancia necesaria de lectura para abarcar toda la historia sin identificarse con ella, como har¨ªa un lector ingenuo; no, no hay identificaci¨®n sino acompa?amiento, pero ese acompa?amiento parece la invitaci¨®n a un acto de magia.
La descripci¨®n se mueve entre la exterioridad y la interioridad en las dos parejas centrales. Tanto el escenario f¨ªsico como el mundo de la mente est¨¢n descritos al detalle, sin perdonar lo importante y sin a?adir lo superfluo. La convincente elocuci¨®n con que muestra la vida de las cosas y el desarrollo de los pensamientos es su primer arma, pero lo que consigue poner en marcha y mantener en rumbo toda esta escritura es un minucioso sentido de la narratividad. Hay un momento en el que Levin, frustrado por un primer d¨ªa de caza calamitoso, escapa solo a los pantanos con su perra Laska para resarcirse. Para relatar esta simple escena, Tolst¨®i cruza los pensamientos de Levin y de su perra. S¨®lo est¨¢n al acecho de unas becadas, pero el relato de ese acecho desde la cabeza de la perra y los movimientos de Levin adquiere un vigor narrativo de verdadero tempo dram¨¢tico. Si es capaz de hacer esto con el simple acecho de una perra de caza ?qu¨¦ no conseguir¨¢ con una historia doble de amores desdichados?
M¨¢s que una historia de amor yo dir¨ªa que ¨¦sta es una historia sobre el amor y la muerte. La diversidad de puntos de vista que va concentrando sobre el verdadero asunto del libro requiere una laboriosa construcci¨®n que ha de converger en la intenci¨®n central y a ello se aplica. Tolst¨®i fue un hombre de convicciones firmes y de conciencia rotunda, lo cual antepuso a cualquier otro inter¨¦s en su propia vida y la de su familia, pero tambi¨¦n un hombre lleno de dudas dolorosas a las que no rehusaba enfrentarse. De hecho, hay una clara coincidencia en que Levin es un trasunto del propio autor. La defensa de la libertad y del bien com¨²n est¨¢ en boca de Levin lo mismo que el miedo a la muerte. Tolst¨®i aspir¨® a crear una "religi¨®n de Cristo sin fe y sin pecados" que le cost¨® la excomuni¨®n de la Iglesia ortodoxa y, de hecho, en las reflexiones finales de Levin ¨¦sa es la idea que expone. Se reprocha a Levin ser portaestandarte de las ideas de Tolst¨®i , pero lo cierto es que no se trata de una mera exposici¨®n de las mismas sino que a trav¨¦s de ellas se advierte narrativamente la evoluci¨®n del personaje; no son un mero pegote. Si acaso, la parte octava (una suerte de recuento tras la muerte de Anna) s¨ª puede considerarse un a?adido que no a?ade nada, aparte de facilitar alguna salida endeble a la situaci¨®n.
La perspicacia de Tolst¨®i en el desarrollo psicol¨®gico de los personajes es una verdadera obra de arte. La mediocridad de Vronski, la sensibilidad y el deseo de Anna, la zozobra infantil de Kitty, la emotiva ingenuidad de Levin y su entereza ante el desaliento, el sometimiento de Dolly a su funci¨®n de madre y esposa entregada y dolorosa, la alegre inconsciencia consciente del tarambana de Step¨¢n Oblonski, la progresiva miseria moral de Aleks¨¦i Karenin, cuya frialdad acaba siendo pareja de su cobard¨ªa vital... nos llevan a una doble visi¨®n de la vida amorosa: si el amor es sobre todo carnal, est¨¢ condenado a morir; si es un acuerdo de convicci¨®n, arrastra consigo una dependencia gravosa. Todo el mundo interior que se desprende de este planteamiento lo construye Tolst¨®i con una habilidad de filigrana y cogiendo al toro por los cuernos, es decir, afrontando todos y cada uno de los problemas que suscitan sus personajes. La entereza del Tolst¨®i escritor es tan grande como la del Tolst¨®i persona y por eso su vida ser¨¢ tan violentamente compleja como la de sus personajes. Y el esfuerzo expresivo al que se somete para dar cima a su obra lo empuja hasta donde haga falta: al final de la s¨¦ptima parte, con Anna Kar¨¦nina perdida en sus pensamientos y en su propia desdicha, en la estaci¨®n fat¨ªdica, Tolst¨®i la hace hablar nada menos que en forma de mon¨®logo interior cruz¨¢ndolo con la presencia de lo exterior al pensamiento, de lo que sucede a su alrededor. El sue?o de Virginia Woolf era el de situar la voz dentro de la mente, lo que consigui¨® al fin en el relato Mrs. Dalloway in Bond Street; Joyce lo pudo llevar a¨²n m¨¢s lejos por medio del stream of consciousness, pero asombra hallar esta experiencia en Tolst¨®i, tan can¨®nico en su escritura. Y es que en un creador de su talla no hay barreras ni costumbres que puedan oponerse a la libertad misma del acto creador.
Anna Kar¨¦nina es un drama dom¨¦stico y en ese ¨¢mbito se desarrolla, pero es un drama dom¨¦stico que hunde sus ra¨ªces hasta lo m¨¢s hondo de la tierra. Todas las conductas tienen una doble cara y de ese juego constante surge la calidad y complejidad de los personajes. Todos los escenarios cubren el espacio en que transcurren hasta el ¨²ltimo rinc¨®n: el baile (verdadera representaci¨®n del drama), la lecci¨®n de siega, la cacer¨ªa en la finca de Levin... Y todo fluye por la v¨ªa de una constante precisi¨®n de palabras que se trasmutan en im¨¢genes como ¨¦sta, por ejemplo: "En ese momento la serenidad y la suficiencia de Vronski chocaron, como una hoz sobre una piedra, con la fr¨ªa altivez de Aleks¨¦i Aleksandr¨®vich".
Anna Kar¨¦nina es una experiencia literaria tan rica y amplia que no debe de faltar en la vida de una persona culta. -
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