Un estudio que construye estadios
Los arquitectos madrile?os autores del nuevo Mestalla erigen un campo en Oslo
Los estadios de f¨²tbol son una tipolog¨ªa itinerante. Permanecen en su solar hasta que la ciudad crece y su antigua ubicaci¨®n semiperif¨¦rica pasa a ser de nueva centralidad. Entonces, el aumento del precio del suelo suele propiciar una mudanza a un lugar m¨¢s alejado del centro urbano.
Visto que los problemas derivados del tr¨¢fico y la asistencia masiva de espectadores son parte del juego, y asumido que resulta casi inevitable molestar a los vecinos, en los ¨²ltimos a?os son muchos los arquitectos que se han propuesto solucionar el segundo problema. Y lo han hecho d¨¢ndole al asunto un giro de 180¡ã. No es s¨®lo que hoy los estadios ya no quieran molestar, es que han decidido hacer de su mastod¨®ntico tama?o un espect¨¢culo.
Este tambi¨¦n est¨¢ asegurado dentro del estadio. Por eso los arquitectos que buscan hacer de la arquitectura para el f¨²tbol otro nuevo espect¨¢culo se han concentrado en la piel de los estadios: en su fachada y, por tanto, en su relaci¨®n con la ciudad. Los ciudadanos veremos cada vez menos rampas y escaleras para sorprendernos ante monta?as, nidos, rocas facetadas, pantallas cambiantes y pieles vivas que alteran gamas de colores a ritmo de gol. Envueltos en mares de leds, los nuevos estadios gritan sin alzar la voz. Pueden incluso celebrar con efectos luminosos en sus fachadas lo que sucede en el interior del recinto.
El estudio madrile?o RFA Fenwick Iribarren ya hizo ondular con luz los colores del Espa?ol en su nuevo campo. Tras dise?ar tambi¨¦n las instalaciones del Valencia, acaban de ganar el concurso para erigir el Estadio Nacional de Oslo.
En Noruega la fachada no tendr¨¢ colores, sino textura: la de la madera y las piedras locales. M¨¢s org¨¢nico que gal¨¢ctico, envuelto en lamas de madera y con gradas de granito, el campo quiere ser escult¨®rico. Pero busca tambi¨¦n estar preparado para una vida m¨¢s all¨¢ del f¨²tbol. As¨ª, el recinto contar¨¢ con un museo, comercios y restaurantes, una biblioteca y un auditorio.
Se trata de abrazarse a lo escult¨®rico y alzar la instalaci¨®n a la categor¨ªa de espect¨¢culo excepcional, pero a la vez se busca una cotidianidad que lleve a los ciudadanos a utilizar esas instalaciones todos los d¨ªas. As¨ª, en los nuevos estadios la forma es ahora m¨¢s impredecible, pero el uso m¨¢s definido. La funci¨®n se presupone, aunque ya no hace falta anunciarla. Es la piel la que comunica. Y la del estadio de Oslo, de madera, no transmitir¨¢ informaci¨®n sobre las instalaciones sino sentimientos de vinculaci¨®n a una cierta cultura y a un cierto lugar. En los nuevos estadios, el f¨²tbol gal¨¢ctico aparece envuelto en una piel de regalo que, por encima de deporte, quiere hablar de lo que ese deporte representa hoy: dinero, fiesta y espect¨¢culo.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.