G¨¦nero caducado
Faltan menos de catorce meses para las elecciones auton¨®micas y municipales. Pero dar¨ªa lo mismo que hubiese transcurrido un trimestre desde las ¨²ltimas o que faltaran 20 a?os para las siguientes. La sociedad valenciana es lo m¨¢s parecido a un escaparate de g¨¦nero caducado en mitad de un p¨¢ramo. Los sondeos que se difunden, incluso los m¨¢s fiables en relaci¨®n con el tama?o de la muestra, nivel de confianza y margen de error, ilustran una realidad que invita al exilio. No tanto por una derecha encantada de retozar en su lodazal de corrupci¨®n con cargo al erario p¨²blico, como por la atm¨®sfera cero que anida al otro lado de la cama. Una cuarta parte de la ciudadan¨ªa carece de opini¨®n sobre las implicaciones de Francisco Camps en el sumario del caso G¨¹rtel. La brecha digital ser¨¢ un problema en el tercer mundo, pero la Sociedad de la Informaci¨®n es una quimera en el Pa¨ªs Valenciano. Algo tendr¨¢n que ver los presuntos profesionales. De la devastaci¨®n en los servicios p¨²blicos, la ruina econ¨®mica, el endeudamiento may¨²sculo y otros dislates, el PP apenas sufre desgaste. Que sus electores aplaudan la hecatombe ¨¦tica y el sablazo econ¨®mico, incluso en sus carnes, ya es de por s¨ª un ejercicio de sadomasoquismo. Pero que la leal oposici¨®n apenas consiga transmitir signos de vida, es para hac¨¦rselo mirar. A pesar del papel que la Constituci¨®n -un f¨®sil de 31 a?os- atribuye a los partidos, no se avistan colas para afiliarse como forma de participaci¨®n pol¨ªtica. Acaso derivaron en centros de d¨ªa, locales recreativos o agrupaciones de socorros mutuos que luchan, no por conquistar poder para transformar la sociedad, sino por mantenerse en la reserva activa luchando contra los adversarios, que a menudo son los propios. Un desaf¨ªo biol¨®gico. As¨ª surgen movimientos y plataformas c¨ªvicas que pelean contra la arbitrariedad circunscrita a distritos, paisajes y desmesuras de toda clase y condici¨®n, all¨¢ donde la izquierda oficial no est¨¢, llega tarde y a veces ni se la espera. A otros factores disuasorios hay que sumar los sistemas electorales que con tres decenios de probada desproporcionalidad se apresuran a blindar sus beneficiarios, ajenos a cualquier mejora de calidad democr¨¢tica. Huelga a?adir que con candidaturas cerradas, bloqueadas y asegurando el monopolio de la propaganda. Si consideramos una generaci¨®n como el conjunto de personas nacidas en fechas pr¨®ximas, con influencias culturales y sociales semejantes, va para tres lustros que los nacidos en 1979, a?o uno del sistema y fuente de sus peores variantes como la aqu¨ª vigente, llegaron a la mayor¨ªa de edad. En cambio, la cohorte dominante vive en la Espa?a de los Botejara o bailando los ¨¦xitos de Boney M. Un d¨ªa de estos las nuevas hornadas descubrir¨¢n el harakiri de las Cortes franquistas y barruntar¨¢n sobre c¨®mo repetir la jugada. Avisados quedan.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.