Jerusal¨¦n y m¨¢s all¨¢
La pol¨ªtica del Gobierno de Benjam¨ªn Netanyahu respecto de Jerusal¨¦n es err¨®nea. Qued¨® demostrado con el anuncio de la construcci¨®n de 1.600 nuevas viviendas en la zona ocupada al este de la ciudad durante lo que se supon¨ªa iba a ser una visita de cortes¨ªa del vicepresidente norteamericano, Joe Biden, el mejor amigo de Israel en el Gobierno de Barack Obama.
Sin embargo, aunque tal vez Netanyahu no sea un gran diplom¨¢tico, la Administraci¨®n de Obama, al calificar el anuncio como un intento deliberado por frustrar las inminentes conversaciones indirectas con los palestinos, exager¨® el incidente.
Por poco convincente que pueda parecerle a sus cr¨ªticos, Netanyahu est¨¢ interesado en las negociaciones. Esto, sin embargo, no significa que sea capaz de tomar las decisiones necesarias sobre las cuestiones centrales del conflicto, sin las cuales ser¨¢ imposible sellar un acuerdo. Netanyahu est¨¢ inmerso en todo un ejercicio de supervivencia, un intento imposible de complacer a demasiados actores con expectativas diferentes.
Si quiere neutralizar a Ir¨¢n, la pol¨ªtica de Netanyahu en la Ciudad Santa es un disparate estrat¨¦gico
Las negociaciones con los palestinos son un modo de complacer a Obama, cuyo respaldo Netanyahu necesitar¨ªa en caso de un ataque a las instalaciones nucleares de Ir¨¢n. Netanyahu tambi¨¦n ha promovido su idea de una "paz econ¨®mica" con los palestinos. Con esta pol¨ªtica ha hecho m¨¢s que muchos de sus antecesores para mejorar las condiciones de vida en Cisjordania. Y al hacerlo, ha debido asegurarse de que sus gestos de paz no fueran demasiado generosos y pudieran ser digeridos por la coalici¨®n de derechas en el poder.
Si tuviera ¨¦xito en estas misiones imposibles, Netanyahu bien pudiera ser candidato para el Premio Nobel, aunque no el de la Paz, sino el de F¨ªsica. Al construir nuevos asentamientos israel¨ªes en Jerusal¨¦n Este, Netanyahu responde a los deseos de la coalici¨®n que le sostiene en el Gobierno, pero pone en riesgo un logro central del Gobierno de Ehud Barak hace una d¨¦cada: el acuerdo con el presidente Bill Clinton que reconoci¨® los asentamientos jud¨ªos existentes por entonces en Jerusal¨¦n Este como parte de la capital de Israel.
Si neutralizar a Ir¨¢n es un objetivo israel¨ª, entonces la pol¨ªtica para Jerusal¨¦n de Netanyahu es un disparate estrat¨¦gico, ya que le ofrece al presidente iran¨ª, Mahmud Ahmadineyad, una plataforma ideal para congregar al mundo musulm¨¢n en contra de Israel y sus aliados norteamericanos. Tambi¨¦n plantea un serio problema para el sector ¨¢rabe moderado, que intenta ratificar su iniciativa de paz en una pr¨®xima cumbre a celebrar en Tr¨ªpoli. Jerusal¨¦n es un polvor¨ªn con demasiados candidatos dispuestos a encender la mecha.
Al Gobierno de Obama le gustar¨ªa, sin duda, que Ir¨¢n no culminara su proyecto nuclear, pero no por ello comparte la voluntad de Israel de aplicar sanciones agobiantes contra Teher¨¢n, y ni mucho menos considera seriamente, como hacen los israel¨ªes, una opci¨®n militar. Las sanciones ligeras que hoy barajan los norteamericanos, y su persistente consejo a los israel¨ªes de abstenerse de atacar a Ir¨¢n, reflejan una gran disparidad en las estrategias de los dos aliados.
Para Netanyahu, frenar la bomba iran¨ª es una prioridad existencial. En cambio, las prioridades de Obama est¨¢n en Bagdad y Kabul y en la reconciliaci¨®n de Estados Unidos con el mundo musulm¨¢n. Su Gobierno da a entender que EE UU puede vivir con un Ir¨¢n nuclear.
Los principales objetivos de Obama al promover una paz entre israel¨ªes y palestinos son la seguridad de los soldados norteamericanos en los campos de batalla de Oriente Pr¨®ximo y la mejora de la visi¨®n que se tiene de EE UU en el mundo ¨¢rabe. Esto qued¨® de manifiesto en una reciente declaraci¨®n del general David Petraeus, su responsable militar en Oriente Pr¨®ximo. Petraeus defini¨® la cuesti¨®n de Palestina como la causa principal de inestabilidad en la regi¨®n y dijo que la percepci¨®n de un favoritismo de EE UU por Israel fomenta sentimientos antinorteamericanos.
Netanyahu har¨ªa bien en suponer que una paz palestino-israel¨ª est¨¢ relacionada con la cuesti¨®n iran¨ª, no porque ayudar¨ªa a crear las condiciones para un ataque militar, sino porque contribuir¨ªa a disolver la coalici¨®n regional liderada por Ir¨¢n, que incluye a Siria, Ham¨¢s y Hezbol¨¢.
La pol¨ªtica de Netanyahu para Jerusal¨¦n es peligrosa, pero tambi¨¦n lo es el juego de la Autoridad Palestina sobre las mezquitas de Al Aqsa y La Roca, en el Monte del Templo. En ning¨²n momento desde la ocupaci¨®n de Jerusal¨¦n Este en 1967 un Gobierno israel¨ª ha cuestionado la autoridad de los palestinos sobre estos santuarios. El llamamiento de l¨ªderes palestinos como Mohammed Dahlan a los israel¨ªes ¨¢rabes y a los ¨¢rabes residentes de Jerusal¨¦n Este "a proteger de los jud¨ªos el Haram (ciudad santa)" podr¨ªa terminar en una violencia impensada.
El juego de la Autoridad Palestina en la Ciudad Santa, al igual que la puesta en cuesti¨®n del statu quo por parte de Netanyahu, transmiten un mensaje inequ¨ªvoco: Jerusal¨¦n es demasiado central para una reconciliaci¨®n ¨¢rabe-israel¨ª y para atenuar la peligrosa histeria colectiva en toda la regi¨®n como para que quede como una herida abierta.
Shlomo Ben-Ami, ex ministro de Relaciones Exteriores israel¨ª, es vicepresidente del Centro Internacional Toledo para la Paz. ? Project Syndicate, 2010. Traducci¨®n de Claudia Mart¨ªnez.
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