Fusi¨®n a¨¦rea
La nueva Iberia-British responde a los cambios del mercado, pero mantiene muchas inc¨®gnitas
La fusi¨®n de Iberia y British Airways, firmada ayer, plasma una buena intuici¨®n y unos cuantos interrogantes. As¨ª lo han entendido los esc¨¦pticos mercados, que recibieron la noticia con un receloso descenso en la cotizaci¨®n de la compa?¨ªa espa?ola de bandera. La buena intuici¨®n consiste en que la globalizaci¨®n del mercado a¨¦reo, la nueva competencia de las l¨ªneas de baja calidad y los crecientes costes del combustible obligan a econom¨ªas de escala con las que hacer frente a esos avatares.
La compa?¨ªa resultante responde a las exigencias de tama?o, solidez y mercados que exigen esos desaf¨ªos: con 58 millones de pasajeros anuales, ser¨¢ la quinta aerol¨ªnea mundial y la segunda europea por n¨²mero de pasajeros. Esas exigencias se completan con la dimensi¨®n euroatl¨¢ntica. Ambas compa?¨ªas han trabado una alianza con American Airlines, ya autorizada por Washington y Bruselas tras los oportunos ajustes.
El dise?o global parece sensato y adecuado a las nuevas realidades del tr¨¢fico a¨¦reo. Pero tambi¨¦n es cierto que este maridaje anglo-espa?ol, pese al aplazamiento de la fusi¨®n, no ha logrado a¨²n despejar las numerosas inc¨®gnitas que suscita desde que se plante¨®. Primero, por culpa de su composici¨®n accionarial. La compa?¨ªa fusionada tendr¨¢ como primer accionista (con el 12% del capital) a una entidad semip¨²blica, Caja Madrid, que reci¨¦n finaliza el episodio m¨¢s chusco de politizaci¨®n sectaria registrado en el sector financiero espa?ol, un augurio poco recomendable.
Y en segundo t¨¦rmino, por la habilidad de Iberia de enajenarse rentables mercados ex cautivos, como era el derivado del aeropuerto de El Prat, confiado a una subsidiaria subest¨¢ndar. Un error ahora demostrado por el intento de la compa?¨ªa de restablecer vuelos transatl¨¢nticos desde Barcelona.
Por el lado de la componente brit¨¢nica tampoco es oro todo lo que reluce. La principal es de orden socio-laboral. Iberia ha establecido una cl¨¢usula de escapatoria seg¨²n sea la soluci¨®n al problema del fondo de pensiones de British, por una cuant¨ªa cercana a los 3.000 millones de euros. Adicionalmente, el clima laboral de la compa?¨ªa brit¨¢nica es todo menos brillante, como lo demuestra la reciente convocatoria de una huelga de personal auxiliar de cabina. Tan s¨®lo cabe confiar en que, pese a todos los interrogantes, acabe imponi¨¦ndose la buena intuici¨®n.
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