No le pueden callar
Ha pasado siete a?os en la c¨¢rcel y vive vigilado por la polic¨ªa. Pero Bao Tong, a sus 77 a?os, no piensa ceder. Ex miembro del comit¨¦ central del Partido Comunista Chino y considerado el principal disidente al r¨¦gimen, relata a EL PA?S la represi¨®n que sufren los dem¨®cratas en China
Un d¨ªa de cielo semiazul. Una calle popular, a pocos metros de la avenida de Fuxingmenwai, que corta Pek¨ªn de este a oeste. Un edificio gris. Ni pobre ni rico. All¨ª, en esa torre, en el apartamento 602, vive uno de los hombres m¨¢s temidos por el Gobierno chino a pesar de sus 77 a?os, como atestigua la presencia permanente de dos agentes de paisano en el vest¨ªbulo del edificio, que anotan la identidad de quienes le visitan.
El hombre se llama Bao Tong. Un nombre que no dice nada a la mayor¨ªa de los chinos. Como tampoco lo dice el de Zhao Ziyang, secretario general del Partido Comunista Chino (PCCh) durante las manifestaciones a favor de la democracia de Tiananmen, en 1989, de quien Bao fue el m¨¢s estrecho colaborador. El Gobierno se ha ocupado de borrar sus apellidos de la memoria colectiva china. Zhao fue defenestrado por el m¨¢ximo l¨ªder del pa¨ªs, Deng Xiaoping, por negarse a respaldar el env¨ªo de los tanques a la plaza pequinesa, que finaliz¨® en una matanza, y fue puesto bajo arresto domiciliario -luego, vigilancia- hasta el final de sus d¨ªas en enero de 2005. Con ¨¦l cay¨® tambi¨¦n Bao, entonces miembro del Comit¨¦ Central del PCCh, director de la Oficina de Reforma Pol¨ªtica y autor de los discursos en los que el reformista Zhao apoy¨® la negociaci¨®n frente a las protestas estudiantiles.
"S¨®lo descansar¨¦ el d¨ªa que China emprenda la senda de la democracia. Yo no soy una amenaza, voy camino de los 78 a?os"
"Lo que est¨¢n haciendo va en contra del pa¨ªs. El Partido Comunista s¨®lo representa a los millonarios", dice Bao
"La dura represi¨®n a los activistas ha devenido en norma tras los Juegos Ol¨ªmpicos", seg¨²n Amnist¨ªa Internacional
Bao Tong pas¨® siete a?os en prisi¨®n por su posicionamiento ante Tiananmen, y desde que sali¨® en 1996 est¨¢ sometido a vigilancia las 24 horas. El que ha sido el m¨¢s alto dirigente del PCCh encarcelado por los sucesos de Tiananmen sigue hoy defendiendo lo mismo que le llev¨® a prisi¨®n y reclama una transici¨®n hacia la democracia, lo que le ha convertido en el m¨¢s representativo de los disidentes a los que el Gobierno acosa de forma inflexible. Un grupo de voces sobre las que el partido ha aumentado la represi¨®n ¨²ltimamente, seg¨²n aseguran los propios afectados y organizaciones como Amnist¨ªa Internacional (AI) y Human Rights in China (HRIC). Un grupo de voces que "no existen", seg¨²n el Gobierno.
El sal¨®n de una vivienda de clase media. Una librer¨ªa con la foto de Zhao Ziyang. Un ordenador, un piano y una pecera. Es la casa de la hija de Bao Tong, en Pek¨ªn. All¨ª vive el antiguo dirigente chino, contento de poder recibir a la prensa extranjera -la china tiene prohibido visitarle- desde que Pek¨ªn relaj¨® las normativas de trabajo para los informadores extranjeros en 2007.
"Lo que los l¨ªderes est¨¢n haciendo va en contra de la ley china y del pa¨ªs. El Partido Comunista s¨®lo representa a los millonarios", afirma. "La posici¨®n del partido autocr¨¢tico se est¨¢ haciendo cada vez m¨¢s dif¨ªcil, y la represi¨®n sobre los activistas y los ciudadanos est¨¢ aumentando. Es un indicio de su debilidad. En chino, hay un viejo dicho: 'Cuando el viento sopla, toda vegetaci¨®n parece un enemigo".
Bao no se molesta en medir las palabras. Y, a su edad, mantiene el esp¨ªritu de lucha. "No me arrepiento de los a?os que pas¨¦ en la c¨¢rcel, porque s¨¦ que tom¨¦ la decisi¨®n adecuada". El Gobierno, sin embargo, recela de la influencia de este hombre de discurso preciso y mirada clara. Le obliga a pedir autorizaci¨®n cada vez que sale de Pek¨ªn, controla su tel¨¦fono y sus visitas, se niega a darle un pasaporte y env¨ªa polic¨ªas para seguirle cada vez que se desplaza.
Bao Tong es uno de los signatarios de la Carta 08, un manifiesto que pide profundas reformas democr¨¢ticas, hecho p¨²blico en diciembre de 2008, que desemboc¨® en la condena a 11 a?os de prisi¨®n de uno de sus principales impulsores -Liu Xiaobo- por "incitar a la subversi¨®n del poder del Estado". El documento pide, entre otras cosas, la separaci¨®n de poderes; un sistema judicial independiente; democracia legislativa; libertad de asociaci¨®n, religi¨®n y prensa, y la reforma de la Constituci¨®n. Est¨¢ inspirado en la Carta 77, redactada en la antigua Checoslovaquia durante el entonces r¨¦gimen comunista.
La Carta 08 fue firmada inicialmente por 300 intelectuales -entre ellos, acad¨¦micos, abogados y artistas-, pero ha sido rubricada por m¨¢s de 10.000 personas, seg¨²n China Human Rights Defenders, una red de activistas localizados en China y el exterior.
El impacto del manifiesto entre la ¨¦lite intelectual caus¨® un gran nerviosismo a las autoridades, que con la dureza de la sentencia a Liu Xiaobo han querido desactivar lo que ve¨ªan como una bomba de relojer¨ªa y lanzar una clara advertencia a cualquiera que desaf¨ªe al partido. La mayor¨ªa de sus firmantes fueron interrogados por la polic¨ªa y algunos han perdido sus puestos de trabajo. Una pr¨¢ctica tradicional recogida en el refranero chino: "Matar a la gallina y ense?¨¢rsela a los monos".
"La situaci¨®n en China se ha deteriorado no s¨®lo para los disidentes. Hemos visto una represi¨®n creciente entre un amplio abanico de gente: periodistas, abogados, escritores y quienes protestan de forma pac¨ªfica", afirma Sharon Hom, directora ejecutiva de HRIC, organizaci¨®n con sede en Nueva York. "La Carta 08 env¨ªa un fuerte mensaje a las autoridades chinas de que, a pesar de sus esfuerzos para suprimir las voces cr¨ªticas y las sugerencias constructivas de reformas, hay ciudadanos valientes que continuar¨¢n presionando para pedir reformas democr¨¢ticas. Con la condena draconiana a Liu Xiaobo, env¨ªan el claro mensaje a los chinos de que la tolerancia con posiciones pol¨ªticas diferentes es cero y exhiben una muestra de su propia impunidad ante la comunidad internacional".
Sentado en un sill¨®n frente a un ventanal, vestido con pantal¨®n de ch¨¢ndal, un jersey azul oscuro y zapatillas deportivas, Bao Tong recuerda sus encuentros con Liu Xiaobo antes de su detenci¨®n. "Me ten¨ªan prohibido recibirle en mi apartamento, as¨ª que nos ve¨ªamos en una casa de t¨¦", dice mientras encadena un cigarrillo tras otro. "Liu pidi¨® la eliminaci¨®n de los privilegios del Partido Comunista, y tiene raz¨®n. Yo le apoyo, y cuando vienen funcionarios del Gobierno a visitarme, les digo que si han sentenciado a Liu Xiaobo, tambi¨¦n deber¨ªan sentenciarme a m¨ª. La estrategia de Mao era 'si uno est¨¢ contra ti, golpea a uno; si 10 est¨¢n contra ti, golpea a 10'. La de los l¨ªderes hoy es matar a la gallina y asustar a los monos. Es de una gran hipocres¨ªa. Como no pueden golpear a 10 de una vez, golpean a uno para mostrarlo a los dem¨¢s. Los chinos no son ciudadanos en este pa¨ªs".
Liu Xiaobo -condenado a 11 a?os de prisi¨®nl en diciembre de 2009-, Guo Quan -10 a?os en octubre de 2009-, Tan Zuoren -5 a?os en febrero de 2010-, Hu Jia -tres a?os y medio en abril de 2008- y Gao Zhisheng -3 a?os en 2006, con suspensi¨®n de sentencia- son algunos de los m¨¢s conocidos entre una larga lista de disidentes encarcelados, bajo continua vigilancia policial o que son sometidos a arrestos arbitrarios en fechas sensibles para Pek¨ªn, como el aniversario de Tiananmen, el 4 de junio. En la mayor¨ªa de los casos, los opositores son sentenciados por "incitar a la subversi¨®n del poder del Estado", el cargo utilizado habitualmente para silenciar las voces disonantes. Otros lo son por "revelar secretos de Estado", un t¨¦rmino de vaga definici¨®n legal, o "desorden p¨²blico".
"Amnist¨ªa Internacional dijo en 2008 que la situaci¨®n de los derechos humanos en China se hab¨ªa deteriorado en varias ¨¢reas debido a los Juegos Ol¨ªmpicos
[en contra de lo que hab¨ªa prometido Pek¨ªn para lograr la competici¨®n]. La dura represi¨®n a los activistas y otros que expresan descontento con las acciones o las pol¨ªticas del Gobierno se ha convertido en norma tras estos dos a?os, sin repercusiones significativas por parte de la comunidad internacional. Parece envalentonado y es improbable que cese las restricciones en un futuro cercano", afirma Roseann Rife, subdirectora de Amnist¨ªa Internacional para la regi¨®n Asia-Pac¨ªfico.
Shang Baojun, abogado de Liu Xiaobo, lo sabe de primera mano: "La situaci¨®n se ha endurecido, y los abogados tambi¨¦n tenemos m¨¢s restricciones", asegura. Shang visit¨® hace dos semanas a Liu, que est¨¢ a la espera de que se decida si debe cumplir la pena en una prisi¨®n de Pek¨ªn o es enviado a otra provincia.
El Gobierno rechaza las acusaciones y afirma que en China no hay presos pol¨ªticos. El pasado febrero, horas despu¨¦s de que un tribunal denegara la apelaci¨®n de Liu Xiaobo, el portavoz de Exteriores, Ma Zhaoxu, declar¨® que "en China no hay disidentes". Pek¨ªn se opone a las cr¨ªticas extranjeras sobre la situaci¨®n de los derechos humanos, que califica de "injerencia en los asuntos internos chinos", y afirma que los condenados lo son "de acuerdo con la ley".
"Injerencias" como la del Gobierno brit¨¢nico, que en su informe de 2009 sobre los derechos humanos en el mundo, hecho p¨²blico el mes pasado, nombra a 22 pa¨ªses en los que la situaci¨®n es "preocupante". Entre ellos ocupa un lugar destacado China, de quien dice que, mientras ha progresado econ¨®mica y socialmente, el avance ha sido "mucho m¨¢s lento en derechos pol¨ªticos y civiles, con un notorio empeoramiento en algunas ¨¢reas".
Algunos activistas chinos creen que Pek¨ªn piensa que puede ignorar las presiones exteriores, con un Occidente debilitado por la crisis econ¨®mica y la defensa de las libertades en el asiento trasero de la pol¨ªtica exterior de muchos pa¨ªses. Pero las presiones son importantes, seg¨²n Bao Tong, aunque deja bien claro que son necesarias "las exteriores y las interiores".
Bao critica, sin embargo, a algunos diplom¨¢ticos y pol¨ªticos extranjeros, "que adoptan una actitud de compromiso" con el Gobierno de Pek¨ªn. "Estoy en desacuerdo. Creo que son miopes". "Es imposible para un pa¨ªs ser responsable ante la comunidad internacional si no es responsable ante sus propias leyes y su pueblo".
Manos finas. Ojos brillantes. Delgado. Las zapatillas, desatadas. Bao Tong prosigue la conversaci¨®n sin hacer pausa, haciendo gala de una excelente memoria cuando vuela hacia el pasado, hacia su encarcelamiento el 28 de mayo de 1989 y aquellos d¨ªas de tumulto y sue?os de democracia perdidos que marcaron lo que hoy es China. "Lo ocurrido en 1989 fue una tragedia. El presidente de la Comisi¨®n Militar Central tom¨® la decisi¨®n de enviar tanques y m¨¢s de 200.000 soldados armados. Fueron utilizadas balas explosivas, que est¨¢n prohibidas por los tratados internacionales. Los estudiantes ped¨ªan 'castigar la corrupci¨®n y construir un sistema democr¨¢tico'. El entonces secretario general del partido, Zhao Ziyang, decidi¨® resolver la situaci¨®n de forma pac¨ªfica. Yo s¨¦ lo que ocurri¨® porque particip¨¦ en las reuniones del Politbur¨®".
Bao da una calada al cigarrillo y prosigue: "El 8 de mayo, Zhao aconsej¨® solucionar la crisis de forma pac¨ªfica, de acuerdo con la ley, y eso fue aprobado por el Politbur¨® y el Comit¨¦ Permanente. Pero el 17 de mayo Deng anul¨® las decisiones y decidi¨® resolver la situaci¨®n con las armas. Zhao dimiti¨® y Deng me envi¨® a la c¨¢rcel. Yo estaba de acuerdo con lo que ped¨ªan los estudiantes. Fue un rev¨¦s para todo el proceso de reformas". Bao no volvi¨® a ver nunca m¨¢s a Zhao. "S¨®lo me permitieron, tras mi insistencia, ir a ver su cad¨¢ver al hospital cuando muri¨®", dice, y se le quiebra la voz.
Bao, que fue condenado por "revelar secretos de Estado y propaganda contrarrevolucionaria", asegura que la decisi¨®n de Deng de emplear los tanques "fue ilegal". "Asumo que fue presionado por otros", se?ala sin mencionar al entonces primer ministro y rival pol¨ªtico de Zhao, Li Peng. "Pero fue Deng quien tom¨® la decisi¨®n final. ?l es el responsable de lo que ocurri¨® el 4 junio". En la supresi¨®n de las protestas murieron entre varios cientos y varios miles de personas, seg¨²n las distintas fuentes.
Bao Tong asegura que no s¨®lo el proceso de reformas pol¨ªticas muri¨® aquel d¨ªa, sino que el de reformas econ¨®micas tambi¨¦n sufri¨® un rev¨¦s, porque los cambios impulsados posteriormente por Deng, seg¨²n dice, fueron distintos. "Zhao Ziyang quer¨ªa que los trabajadores, los campesinos y todo el pueblo se beneficiara. La reforma de Deng fue para ayudar a los funcionarios del Gobierno, de las empresas estatales y de los monopolios a hacerse ricos. Por eso existen esas tremendas disparidades sociales en China hoy. El mundo dice que China se ha puesto en pie, que se ha hecho rica, que hay millonarios, pero lo que no sabe es que esos ricos son los hijos o los parientes de los revolucionarios. El mundo s¨®lo ve la punta de la pir¨¢mide, no la base".
Sharon Hom cree que la pol¨ªtica de mano dura del Gobierno se explica en parte porque "la crisis ha exacerbado la dislocaci¨®n social y econ¨®mica que ha acompa?ado el proceso de apertura y reforma". "Hay un n¨²mero creciente de protestas sociales". De ah¨ª que, en aras de la estabilidad y la llamada "armon¨ªa social", quienes se enfrentan a los abusos y se erigen en cabecillas son r¨¢pidamente silenciados, especialmente si ponen en duda la legitimidad del Partido Comunista y reclaman cambios pol¨ªticos.
Bao cree que en los pr¨®ximos 5 o 10 a?os "es posible que se produzcan algunos cambios, porque los ciudadanos luchar¨¢n por sus derechos". "S¨®lo descansar¨¦ el d¨ªa que China emprenda la senda de la democracia. Yo no soy una amenaza, voy camino de los 78 a?os. No tengo soldados, pistolas ni tanques, y adem¨¢s no son la forma de solucionar los problemas. Mao dijo que 'el poder pol¨ªtico nace del ca?¨®n de una pistola'. Yo pienso que la democracia no puede nacer del ca?¨®n de una pistola".
Hablaron demasiado alto
Muchos son quienes rechazan en China el Gobierno totalitario del PCCh. Pero son pocos si se compara con el ingente tama?o de su poblaci¨®n, m¨¢s preocupada por mejorar sus condiciones de vida o seguir las pautas de Deng Xiaoping -"hacerse rico es glorioso"- que por lograr unas libertades que nunca han tenido. Quienes alzan la voz demasiado alto -ya sea para pedir pluralidad pol¨ªtica, reivindicar libertades religiosas o denunciar la corrupci¨®n o los abusos- acaban en la c¨¢rcel, son v¨ªctimas de maltrato e incluso tortura, o terminan callando para no seguir sufriendo las presiones de las autoridades.
Liu Xiaobo es uno de los casos m¨¢s representativos. Este escritor de 54 a?os, que particip¨® en las protestas de Tiananmen, fue condenado en diciembre pasado a 11 a?os de prisi¨®n por su papel en la elaboraci¨®n de la Carta 08, un manifiesto que pide profundas reformas democr¨¢ticas. Liu fue acusado de "incitar a la subversi¨®n del poder del Estado". Anteriormente pas¨® 20 meses en la c¨¢rcel y fue internado 3 a?os en un campo de trabajo. Centenares de intelectuales de todo el mundo, como el ex presidente checo V¨¢clav Havel, los escritores Salman Rushdie y Umberto Eco y varios premios Nobel de Literatura, han pedido su liberaci¨®n. En enero pasado fue propuesto para el Nobel de la Paz de 2010 por V¨¢clav Havel y el Dalai Lama, entre otros. "El Gobierno chino ha endurecido el trato a los disidentes. El Partido Comunista no respeta la Constituci¨®n china", asegura por tel¨¦fono su esposa, Liu Xia.
Otro de los disidentes que han sufrido duras condenas recientemente es Guo Quan, un profesor universitario que fund¨® un partido opositor clandestino. Fue sentenciado a 10 a?os en octubre pasado por "subversi¨®n del poder del Estado". Su carta abierta al presidente chino, Hu Jintao, en 2007 pidiendo elecciones y sus cr¨ªticas a la respuesta gubernamental al terremoto de Sichuan -mayo de 2008- provocaron la ira de las autoridades.
La misma acusaci¨®n se emple¨® contra Hu Jia, de 36 a?os, un reconocido defensor de los enfermos de sida y del medio ambiente que simpatiz¨® con las v¨ªctimas de Tiananmen. Hu Jia, licenciado en Econom¨ªa, denunci¨® los Juegos Ol¨ªmpicos de Pek¨ªn como una farsa y un "juego pol¨ªtico". En abril de 2008 fue condenado a tres a?os y medio de c¨¢rcel. En diciembre del mismo a?o, el Parlamento Europeo le concedi¨® el Premio S¨¢jarov de derechos humanos.
Tan Zuoren, de 55 a?os, fue sentenciado a cinco a?os en febrero pasado, tambi¨¦n por "subversi¨®n", tras haber denunciado la construcci¨®n defectuosa de muchas de las escuelas que se derrumbaron durante el terremoto, sepultando a miles de ni?os. Tan fue acusado de atacar al PCCh en art¨ªculos sobre las manifestaciones de Tiananmen. Ai Weiwei, uno de los artistas m¨¢s prominentes de China y gran cr¨ªtico del Gobierno, que quiso asistir a su juicio en agosto pasado, fue golpeado por la polic¨ªa en el hotel de Chengdu (capital de Sichuan) en el que se alojaba. Los agentes se presentaron en su habitaci¨®n a las tres de la ma?ana y no le dejaron salir hasta que termin¨® la vista.
Otro opositor, el abogado Gao Zhisheng, de 44 a?os, que a finales de marzo dio se?ales de vida tras m¨¢s de un a?o en paradero desconocido, dijo, sin embargo, el mi¨¦rcoles pasado a la agencia Associated Press que abandona su activismo para intentar reunirse con su familia, que huy¨® en enero de 2009 de China y se refugi¨® en Estados Unidos.
Gao propugn¨® una reforma constitucional y ha defendido casos muy sensibles, como los miembros del ilegalizado movimiento de inspiraci¨®n budista Falun Gong. En 2006 fue condenado a tres a?os de c¨¢rcel por subversi¨®n, pero la sentencia fue suspendida por cinco a?os. Antes de su desaparici¨®n dijo que durante su detenci¨®n en 2007 recibi¨® descargas el¨¦ctricas en los genitales y le aplastaron cigarrillos encendidos cerca de los ojos. Esta semana, Gao pidi¨® perd¨®n por "defraudar" a quienes le han apoyado y dej¨® entrever que ha llegado a un pacto con las autoridades para poder contactar con su familia y quiz¨¢ alg¨²n d¨ªa reunirse con ella.
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