La memoria es la vida
Jorge Sempr¨²n marca con su recuerdo de la barbarie la conmemoraci¨®n del cierre del campo de Buchenwald
Su fidelidad a la memoria puede m¨¢s que sus huesos. Jorge Sempr¨²n venci¨® el dolor que domina estos d¨ªas su osamenta y vino Buchenwald a conmemorar el fin del campo de concentraci¨®n que representa un s¨ªmbolo del "archipi¨¦lago del infierno nazi", con Auschwitz y Birkenau.
Aqu¨ª, en este lugar esquel¨¦tico y gris, pas¨® el autor de La escritura o la vida dos a?os de su juventud resistente, hasta el 11 de abril de 1945, cuando unos soldados norteamericanos, a los que evoc¨® en su discurso, abrieron las cancelas de la prisi¨®n y ¨¦l y todos gritaron de j¨²bilo. "Fue como salir de la muerte". Ayer ¨¦l y los otros supervivientes del horror del campo de Buchenwald conmemoraban la prolongaci¨®n milagrosa de una segunda vida.
"Europa empieza a construirse en este lugar", dice el escritor y ex pol¨ªtico
"La Transici¨®n exigi¨® olvido. Demasiado olvido", reconoce
Sempr¨²n se encontr¨® con un centenar de supervivientes, y a todos les hel¨® la sangre tanta memoria. Dos de estos supervivientes, espa?oles, se le acercaron. "?Me conoces?", le dijo Virgilio Pe?a, un carpintero cordob¨¦s de 96 a?os, apresado en Par¨ªs, deportado a Buchenwald y liberado aquel 11 de abril. C¨®mo no le va a recordar este tit¨¢n de la memoria. Sempr¨²n le deletre¨® hasta el n¨²mero de su identificaci¨®n en el barrac¨®n 40 que compartieron. Vicente Garc¨ªa, un alba?il de Pola de Siero, de la quinta de Sempr¨²n, que tiene 86 a?os, comparti¨® con los dos supervivientes espa?oles esta sensaci¨®n que Sempr¨²n define as¨ª: "Nacimos de la muerte, otra vez".
Vicente Garc¨ªa lleva en la solapa, junto a la bandera republicana espa?ola, un pin que encierra el s¨ªmbolo de los supervivientes: contiene detalles del traje de los presidiarios de Buchenwald y el n¨²mero de preso (178284) de un antifascista alem¨¢n que se neg¨® a delatar a un comando saboteador y que muri¨® por ello a mano de los nazis. Hoy ese ejemplo figura en el pecho y en la memoria de los que se juntan en lo que fue el campo de exterminio.
Para Sempr¨²n esta es una memoria inacabable. Estuvo 14 a?os sin escribir una sola l¨ªnea de lo que hab¨ªa visto, y la explosi¨®n que fue La escritura o la vida revivi¨® ayer en Buchenwald como una herida que, en ese libro, le tiene de narrador que se mira a s¨ª mismo mientras la historia lo va sacando del centro del exterminio. "Claro que es emocionante", nos dijo. "Aunque no s¨¦ si de aqu¨ª me voy m¨¢s joven o m¨¢s viejo, viendo a los que conmigo sobrevivieron". No hay que elegir, dice, entre la memoria y la vida, "escribir es quedarse en la memoria de la muerte". Y a?ade, con un humor que parece madrile?o, como ¨¦l: "Ahora, ?que me quiten lo bailado!".
Est¨¢ en el centro mismo de los cimientos de Europa. En algunos de sus libros (y en La escritura o la vida, sobre todo) plantea la necesidad de que estos campos de exterminio se conviertan alguna vez en desiertos o bosques; "que alg¨²n d¨ªa alg¨²n arque¨®logo descubra lo que hubo una vez en ellos". Pero no le dieron respiro a Buchenwald: fue campo de concentraci¨®n sovi¨¦tico, enseguida que acab¨® el dominio nazi, y aqu¨ª estuvieron las fosas comunes de la Rep¨²blica Democr¨¢tica Alemana... De modo que es un cimiento tremendo de Europa, "pero muy instructivo, porque por aqu¨ª pas¨® la barbarie nazi y pas¨® tambi¨¦n la barbarie comunista. De modo que Europa debe saber qu¨¦ monstruos debe seguir combatiendo, y eso es especialmente nutritivo para la construcci¨®n de un continente fuertemente democr¨¢tico".
Es un emblema de la memoria. "Europa", dice Sempr¨²n, "empieza a construirse en Buchenwald. Aqu¨ª estuvimos todos los resistentes europeos, menos los ingleses, a los que Hitler no pudo dominar. Esa resistencia fue un conato de Europa". Era lo que ayer se recordaba, en definitiva: la resistencia como instrumento de lucha democr¨¢tica, simbolizada por ese n¨²mero que lleva en la solapa Vicente Garc¨ªa, un alba?il de Pola de Siero que ahora, como su amigo Virgilio, el cordob¨¦s, vive cerca de Pau, en un pueblecito franc¨¦s.
En un lugar con tanta memoria es imposible no hablar de la memoria hist¨®rica espa?ola. ?Por qu¨¦ tanta resistencia a hacerla posible? Sempr¨²n tiene esto que decir: "La Transici¨®n exigi¨® olvido. Demasiado olvido. Es cierto que despu¨¦s de grandes contiendas civiles hay periodos largos de olvido, porque no es bueno agitar enseguida los disturbios del pasado. Pero en Espa?a ese proceso ha sido quiz¨¢ demasiado prolongado. Y vino la ley de Memoria Hist¨®rica, que no lo resuelve todo, pero algo podr¨ªa hacer. Lo cierto es que no ha habido un apoyo mayoritario, y eso conduce al fracaso. La memoria de los vencidos no se tiene en cuenta, y sigue predominando la memoria de los vencedores, como ocurri¨® desde la posguerra hasta bien tarde. La ret¨®rica de la memoria de los vencedores es la que sigue predominando".
?Qu¨¦ hacer? "Esa memoria hay que abordarla cr¨ªticamente, sin descalificar, sin insultar a aquellos que la proponemos". En ese contexto, ?qu¨¦ opina Sempr¨²n del proceso abierto al juez Garz¨®n, que quiso investigar los cr¨ªmenes del franquismo a la luz de la ley de la Memoria Hist¨®rica? "Yo no soy jurista, as¨ª que ignoro si desde ese punto de vista haya cosas discutibles en la instrucci¨®n de Garz¨®n. Ahora bien, lo que me parece imposible es que la Falange (que no s¨¦ si es la aut¨¦ntica o lo que sea esa Falange) consiga llevar al banquillo a un juez como Garz¨®n. Es una cosa de locos que no se entiende en Europa".
Escribi¨®: "Por ¨²ltima vez, pues, el 11 de abril, ni resignado a morir ni angustiado por la muerte, sino furioso, extraordinariamente irritado por la idea de que pronto ya no estar¨¦ aqu¨ª, en medio de la belleza del mundo o, por el contrario, en su gris¨¢cea insipidez -que en este caso concreto son la misma cosa-, por ¨²ltima vez, dir¨¦ lo que tenga que decir". Ayer lo dijo en Buchenwald, pero es evidente que este hombre al que los huesos tratan de romper la voluntad tiene en la memoria la fuerza de un tit¨¢n que adem¨¢s parec¨ªa en el campo el l¨ªder natural de los resistentes de Europa. Su amigo el cineasta franc¨¦s Franck Apprederis, con el que acaba de hacer dos pel¨ªculas y prepara una tercera, nos cont¨® que, despu¨¦s de acabar el ¨²ltimo gui¨®n, este hombre al que los dolores a veces le hacen torcer el gesto le pregunt¨®: "Franck, ?y para cu¨¢ndo el siguiente encargo?".
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