La ¨²ltima carrera del 11.001
Un corredor fallece tras cruzar la meta del Medio Marat¨®n de Madrid
Jornada negra para el atletismo popular en Madrid. Mientras cerca de 10.600 participantes terminaban la X edici¨®n del Medio Marat¨®n de Madrid, Alberto Ceballos Quesada, el corredor con el dorsal 11.001, de 31 a?os y residente en Barakaldo (Vizcaya), mor¨ªa a mediod¨ªa de ayer tras pasar la l¨ªnea de meta en el parque del Retiro. Hab¨ªa hecho una marca de 2 horas 10 minutos y 38 segundos. Justo tras sobrepasar el arco que marcaba el final de la carrera, el atleta se desplomaba ante la mirada de centenares de personas. Sanitarios del SAMUR-Protecci¨®n Civil intentaron reanimarlo durante unos 30 minutos en una UVI m¨®vil. Lograron que estuviera semiconsciente durante unos segundos, aunque de nuevo se volvi¨® a desmayar. El deportista falleci¨® a su llegada al servicio de urgencias del hospital Cl¨ªnico. Otros dos corredores, de 25 y 38 a?os, fueron ingresados en estado grave despu¨¦s de sufrir un s¨ªncope por esfuerzo y un golpe de calor, respectivamente, informa Arantza Coullaut.
La carrera arrancaba a las nueve de la ma?ana en el paseo de Coches del Retiro. De los 12.796 corredores inscritos, 10.596 participantes recorrieron los 21 kil¨®metros. Los primeros en atravesar la meta fueron el keniano Allan Ndiwa (1h 4m 15s) y la marroqu¨ª Soud Kambuchia (1h 12m 55s). El ¨²ltimo corredor, Juan Antonio Rubio, lo hac¨ªa con un tiempo 2h 50m 45s.
El participante m¨¢s joven, que no corredor, fue Nicol¨¢s, un beb¨¦ de siete meses que se pas¨® durmiendo pl¨¢cidamente toda la carrera, mientras su padre, David, un economista, iba tirando de un carrito adaptado para corredores. "Salgo a entrenarme con ¨¦l, y aguanta muy bien", declaraba Carlos en la calle de Almagro."Estamos pensando a ver si corremos la marat¨®n", aseguraba despu¨¦s, ya en la meta.
Los puestos de avituallamiento estaban situados cada cinco kil¨®metros, y en ellos se ofrec¨ªan al corredor tan s¨®lo agua embotellada. Conforme se acercaba el fin de la prueba se hac¨ªa m¨¢s necesario beber algo para hidratarse. En los ¨²ltimos cinco kil¨®metros, ya en la avenida de Men¨¦ndez Pelayo, donde la carrera se hac¨ªa m¨¢s dura, la organizaci¨®n no hab¨ªa previsto repartir ya agua. Algunos participantes prefirieron traerse el sustento de casa, como Mar¨ªa P¨¦rez, que corr¨ªa con una mochila por la que iba bebiendo por una pajarita. Tanto ella como su compa?era de batalla maratoniana estaban entrenadas: "Acabamos de correr el medio marat¨®n de Lisboa. Esa s¨ª que es dura", afirm¨® en medio de la carrera.
Varios corredores contaban con un entrenamiento extra, como los numerosos equipos formados por miembros del Ej¨¦rcito. "Nosotros estamos acostumbrados a correr como poco 10 kil¨®metros todos los d¨ªas", comentaba un cabo de la Unidad Militar de Emergencias (UME). El buen entrenamiento de las Fuerzas Armadas lo atestiguan tambi¨¦n las marcas del equipo formado por la Biat 61, con marcas entorno a la 1 hora y 45minutos. En algunos casos, incluso menos.
El p¨²blico animaba y reconfortaba a los corredores. "?Despu¨¦s de la carrera hay masajes gratis aqu¨ª!", ofrec¨ªa, meg¨¢fono en mano, uno de los bomberos de la calle de Santa Engracia, que subido con otros agentes en un cami¨®n iban tocando las sirenas para levantar la moral a los corredores. No sobraban entre los atletas distintas estrategias para aguantar el paso de los kil¨®metros. La m¨¢s curiosa la de Carlos, que iba rodeado de un grupo de cinco corredores mientras les explicaba c¨®mo hab¨ªan llegado los hom¨ªnidos a Am¨¦rica a trav¨¦s del estrecho de Bering.
El final se hac¨ªa duro, quiz¨¢ demasiado para una carrera en la que el grueso de los participantes son simples aficionados. La cuesta de la calle de Alfonso XIII se prolongaba ya dentro del Retiro, por el paseo del Duque Ferr¨¢n N¨²?ez, hasta la estatua del ?ngel Ca¨ªdo. "De ¨¢ngel, nada. Esta es la cuesta del diablo, del infierno", se oy¨® comentar a uno de los participantes entre jadeos, mientras la mayor¨ªa optaba por tom¨¢rselo con calma y culminar la ascensi¨®n andando. La recompensa final, tras desgastar las zapatillas por 21 kil¨®metros de asfalto de un Madrid lleno de baches, era un pl¨¢tano, una botella de agua, con suerte una bebida isot¨®nica y una toalla roja, que para los ¨²ltimos del pelot¨®n no llevaba el bordado con el logo de la carrera. "?C¨®mo se nota la crisis!", era el comentario m¨¢s sarc¨¢stico que se o¨ªa ya dentro del parque del Retiro.
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