Rep¨²blica
En el libro IV de la Rep¨²blica, el fil¨®sofo griego Plat¨®n identificaba la armon¨ªa social como una situaci¨®n de consenso en torno a dos cuestiones fundamentales: qui¨¦n debe regir el Estado y la adecuada instalaci¨®n de los ciudadanos de acuerdo con par¨¢metros de justicia. En su Carta VII se?alaba adem¨¢s Plat¨®n que hab¨ªa de ser el fil¨®sofo, el sabio, el amante del conocimiento, quien asumiera las riendas de la sociedad, que ¨¦l cre¨ªa inmanejable para un estadista ignorante de la filosof¨ªa. M¨¢s de dos mil a?os despu¨¦s, los aires de la Ilustraci¨®n acentuaron la confianza en el poder de la raz¨®n para organizar la sociedad y aunque Kant y Rousseau cuestionaron el optimismo moral de ese racionalismo, las revoluciones en Francia y Estados Unidos iniciaron un largo proceso de construcci¨®n del ideal universal de ciudadan¨ªa y de transformaci¨®n de la sociedad a partir de los valores c¨ªvicos: libertad, igualdad y fraternidad. Aquellos valores republicanos guiaron en 1931 a nuestros antepasados a poner fin al pesimismo hist¨®rico y a la decadencia de tanta sumisi¨®n a los tres grandes poderes tradicionales que hab¨ªan apartado a la sociedad espa?ola de la modernidad y las vanguardias: la dictadura militar, el fanatismo religioso y una monarqu¨ªa corrupta y decadente.
Las hondas ra¨ªces del pasado siguen vivas en nuestro cuerpo social como un c¨¢ncer
Poco dur¨® entonces la ilusi¨®n republicana, porque los poderes derrocados se sublevaron y sacaron partido de un contexto internacional que les result¨® favorable. Los republicanos fueron reprimidos o exiliados. A las cuatro d¨¦cadas de represi¨®n pol¨ªtico-militar, de corrupci¨®n y de restricci¨®n de las libertades p¨²blicas del franquismo, la transici¨®n democr¨¢tica devolvi¨® a la sociedad espa?ola la fuerza de los valores republicanos, la confianza en la pol¨ªtica como instrumento de participaci¨®n c¨ªvica y de transformaci¨®n social. La resistencia al franquismo, los a?os setenta y los primeros ochenta fueron una etapa de optimismo hist¨®rico. Pero han transcurrido m¨¢s de tres d¨¦cadas desde que entrara en vigor la Constituci¨®n de 1978, y el panorama ha cambiado radicalmente. ?Qu¨¦ ha sido de aquellos viejos valores republicanos de 1931 o del fervor transformador de la transici¨®n democr¨¢tica? Algunos elementos de la realidad actual resultan ciertamente preocupantes. Sin duda, los pol¨ªticos que nos gobiernan dif¨ªcilmente podr¨ªan calificarse de estadistas, en el sentido plat¨®nico de hombres sabios y prudentes, o simplemente de hombres de Estado. M¨¢s bien se dir¨ªa que el gobernante-estadista ha sido sustituido por el int¨¦rprete, actor sin ideas propias que repiten los esl¨®ganes que diariamente se le entregan, para desempe?ar bien papel al servicio del m¨¢rketing electoral. Por otra parte, los viejos partidos pol¨ªticos, que surgieron como instrumento de participaci¨®n organizada en la res p¨²blica, se han transformado en aparatos bien engrasados de poder econ¨®mico y social, con sus propios espacios de poder interno y sus jerarqu¨ªas. Los sindicatos, a pesar de la ret¨®rica de la huelga, han adelgazado su funci¨®n al papel de meros agentes de negociaci¨®n sociales, mientras la internacionalizaci¨®n de los mercados y la econom¨ªa canalla, basada en formas mafiosas e ilegales de enriquecimiento, crece en potencial y se extiende entre la sociedad y los pol¨ªticos. La degradaci¨®n del modelo est¨¢ llevando al descr¨¦dito de la pol¨ªtica, al convertirla en terreno controlado, en muchos casos, por advenedizos sin escr¨²pulos, que la utilizan para medrar y cuyo principal objetivo es forrarse y abusar del poder.
Parece que las hondas ra¨ªces del pasado siguen vivas en nuestro cuerpo social como un c¨¢ncer que genera met¨¢stasis. Y por si fuera poco, adem¨¢s la manipulaci¨®n de los media procura domesticar a la ciudadan¨ªa combativa gui¨¢ndola hacia el conformismo, el des¨¢nimo, el consumismo y el rol pasivo de espectador de este deprimente espect¨¢culo. Hoy, 14 de abril habr¨¢ que volver la mirada una vez m¨¢s hacia los pensadores griegos y comulgar con su idea del eterno retorno para confiar en la recuperaci¨®n de los valores republicanos. Mientras eso sucede, paciente resistencia, ciudadanos.
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