Diplomacia a dos velocidades
Una cierta decepci¨®n al comprobar que grandes esfuerzos del presidente estadounidense, Barack Obama, rend¨ªan frutos limitados -la ley de seguridad social sin intervenci¨®n directa del Estado, o el acuerdo nuclear con Rusia, que preserva la capacidad desintegradora de ambas potencias- puede haber sido prematura. La reuni¨®n de Washington que concluy¨® ayer para asegurar que el uso militar del ¨¢tomo no caiga en malas manos parece que apunta a una pol¨ªtica de dos velocidades, de forma que la segunda, a largo plazo, act¨²e sobre otras de primera velocidad, a corto.
El acuerdo de Barack Obama con su hom¨®logo ruso Dmitri Medv¨¦dev de julio de 2009 en Mosc¨² y este mes la firma en Praga que frena la producci¨®n de nuevos ingenios nucleares, es un proyecto a varias d¨¦cadas, presidentes y generaciones vista, pero tambi¨¦n un gesto que pretende actuar sobre pol¨ªticas m¨¢s urgentes.
La decepci¨®n al ver que los esfuerzos de Obama daban frutos limitados tal vez ha sido prematura
Esa segunda velocidad incorpora la esperanza de rebotes en otros campos como persuadir a pa¨ªses no firmantes del Tratado de No Proliferaci¨®n Nuclear -India, Pakist¨¢n e Israel, que poseen el arma at¨®mica- a sumarse al mismo, y, especialmente, facilitar las negociaciones de paz en Oriente Pr¨®ximo. De un lado, crece el sentimiento en Estados Unidos de que, tras los desaires del primer ministro israel¨ª, Benjam¨ªn Netanyahu, Obama est¨¢ obligado a actuar decisivamente y personalidades como el ex consejero de seguridad nacional Zbigniew Brzezinski -cat¨®lico de origen polaco- y el ex congresista Stephen Solarz -jud¨ªo- ped¨ªan en un art¨ªculo en The Washington Post que el presidente se plantara en Jerusal¨¦n con un plan de paz basado en la resoluci¨®n 242 de la ONU, que exige la retirada de Israel de los territorios ocupados; y de otro, la casi segura adopci¨®n de sanciones contra Ir¨¢n que dificulten que el pa¨ªs chi¨ª desarrolle -si ese es su prop¨®sito- el arma nuclear eliminar¨ªa una gran raz¨®n que Israel esgrime para no avanzar en el contencioso palestino.
En vez de sostener, como es habitual, que hay que progresar en Oriente Pr¨®ximo para atacar los conflictos de Irak, Afganist¨¢n-Pakist¨¢n e Ir¨¢n, ser¨ªa la mitigaci¨®n del problema iran¨ª lo que quitar¨ªa argumentos a Israel para no negociar. Y la disputa por Palestina exige m¨¢s que nunca la urgencia de esa primera velocidad no s¨®lo por su capacidad de contagio en la zona, sino porque la segunda lo hace insoluble. Cada d¨ªa hay menos Cisjordania y Jerusal¨¦n ¨¢rabe que restituir al pueblo palestino a causa de la incesante colonizaci¨®n israel¨ª.
El fruto inmediato que Washington espera que se desprenda del acuerdo con Mosc¨² es la avenencia rusa a votar las sanciones de la ONU contra Ir¨¢n, aunque no necesariamente las de ¨²ltimo recurso, porque Rusia pretende que el castigo sea todav¨ªa m¨¢s simb¨®lico que insufrible.
Pero, tambi¨¦n como consecuencia del acuerdo nuclear, tan o m¨¢s importante para Washington es alinear a Rusia en la lucha contra Al Qaeda y los talibanes en Afganist¨¢n. Mosc¨² ya hab¨ªa autorizado en julio que 10 aviones de transporte norteamericanos cruzaran diariamente su espacio a¨¦reo con tropas y suministros para el conflicto, pero la colaboraci¨®n no ha hecho m¨¢s que comenzar. Rusia se ha apresurado en reconocer el nuevo poder instalado en Kirguizist¨¢n (Asia central), que depuso la semana pasada a un presidente vagamente pronorteamericano, mientras que Estados Unidos, que posee una base a¨¦rea en el pa¨ªs, ha preferido mantenerse al margen. Y semejante contradicci¨®n de ambiciones tendr¨¢ que resolverse para delimitar los intereses rec¨ªprocos en esa parte del mundo.
Mosc¨², a su vez, querr¨ªa que Washington reconociera la existencia de una esfera rusa de inter¨¦s privilegiado desde el C¨¢ucaso hasta Asia central, de Georgia a Kirguizist¨¢n; que se archivara con car¨¢cter indefinido el ingreso de las antiguas rep¨²blicas de la URSS, Ucrania y Georgia, en la OTAN; y, para coronar la obra, que Obama enterrara definitivamente el plan de su predecesor George W. Bush de instalar alg¨²n tipo de barrera de misiles en Europa oriental, que por muy orientada a Ir¨¢n que estuviera tendr¨ªa ominosamente a Rusia como v¨ªa de tr¨¢nsito. El presidente norteamericano ha desechado el proyecto, pero no est¨¢ claro con qu¨¦ quiere sustituirlo.
Esa relaci¨®n de objetivos que ambas potencias persiguen en gran parte del planeta constituye el lote de pol¨ªticas de primera velocidad, cuya soluci¨®n Obama pretende que se vea activada por la segunda velocidad del acuerdo nuclear. Pero el fulcrum de esa combinaci¨®n de velocidades lo busca hoy la diplomacia norteamericana en la pareja que forman Ir¨¢n y el conflicto de Oriente Pr¨®ximo.
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