Metralla fina

En una secuencia, relativamente temprana, de esta pel¨ªcula irresistible y desvergonzada, John Travolta y Jonathan Rhys Meyers -en los respectivos papeles de un experto en trabajos sucios y un ch¨®fer de embajada con pluriempleo en los subsuelos de la CIA- suben a la Torre Eiffel en hora de m¨¢xima afluencia. Cargan con un espectacular jarr¨®n de porcelana china relleno de coca¨ªna. La circunstancia de estar rodeados de turistas no les inhibe de meter ocasionales zarpazos para el indelicado consumo de la indiscreta sustancia. Desde Par¨ªs con amor es una de esas pel¨ªculas que enervar¨¢n a todo espectador que necesite aferrarse a la verosimilitud para entrar en una ficci¨®n. El resto tendr¨¢ alicientes a granel para pas¨¢rselo en grande.

Quien no necesite la verosimilitud para entrar en un filme lo pasar¨¢ en grande

En su faceta como productor, Luc Besson, uno de esos creadores hacia los que resulta razonable sentir amor y odio en equilibrada proporci¨®n, lleva tiempo facturando el equivalente multisalas de la vieja pel¨ªcula europea de g¨¦nero -?y de batalla!- que antes ten¨ªa su destino natural en los cines de barrio. Sus productos intentan armonizar el esp¨ªritu eurotrash de sus precedentes naturales con las exigencias de un cine espect¨¢culo de ¨²ltima generaci¨®n que, en sus formas, se mira en el modelo estadounidense, con puntuales interferencias de algunas modulaciones orientales -en especial, el siempre mucho m¨¢s estilizado cine de acci¨®n de Hong Kong de los ochenta-.

La secuencia de cr¨¦ditos de Desde Par¨ªs con amor podr¨ªa ser, en cierto sentido, toda una declaraci¨®n de principios est¨¦tica: esta historia arranca cuando lo que, tiempo atr¨¢s, fue voluntad de estilo ha degenerado en metralla expresiva... sin que el proceso de erosi¨®n afecte a la fundamental satisfacci¨®n de los bajos instintos del espectador, a trav¨¦s de la violencia grotesca y de un humor que salta sobre los c¨®digos de la camarader¨ªa viril para zambullirse, directamente, en lo ga?¨¢n, en una sensibilidad cafre que espantar¨ªa a un hooligan. Junto a las sucesivas entregas de la serie Transporter (2002, 2005 y 2008) -en cuyas dos primeras entregas, Pierre Morel, director de Desde Par¨ªs con amor, ejerci¨® de director de fotograf¨ªa y operador de Steadicam-, esta pel¨ªcula merece ser considerada una de las joyas de la corona en el cat¨¢logo Besson de placeres (no necesariamente) culpables.

John Travolta, que disfruta cada segundo de su reformulaci¨®n en bestia parda, inyecta una buena sobredosis de carisma a esta historia cuyo t¨ªtulo acaba siendo menos ir¨®nico de lo que parece: una improbable trama contrarreloj en la que el aparente acoso al narcotr¨¢fico acaba cediendo su lugar al pulso con el terrorismo isl¨¢mico. De lejos, cualquiera podr¨ªa tomar la pel¨ªcula de Morel por un thriller de acci¨®n made in Hollywood del mont¨®n: de cerca, la incorrecci¨®n pol¨ªtica, el trazo de aguafuerte, un sentido del humor bestia y sangriento y la dosificaci¨®n de contundentes -incluso brutales- golpes de efecto marcan la diferencia y no dejan lugar a dudas. Aqu¨ª Europa no est¨¢ emulando lo peor de Hollywood: lo est¨¢ corrompiendo.