La Academia se queda peque?a en su tributo a Miguel Delibes
Escritores, pol¨ªticos y familiares recuerdan al autor
A Miguel Delibes en la Academia le recordar¨¢n por sus fichas, esas tarjetas blancas en las que durante sus primeros a?os de acad¨¦mico dio cuenta de nombres de p¨¢jaros, plantas y alima?as. "Y de tantas peque?as cosas cotidianas de la vida, que echaba ¨¦l de menos porque eran de su lengua viva, de la que o¨ªa, al despertar, cada ma?ana", record¨® ayer Gregorio Salvador en un discurso que -junto al de Luis Mateo D¨ªez- brind¨® homenaje a Delibes como fuente de humanismo y sabidur¨ªa.
Un mes despu¨¦s de su muerte, la Academia celebraba (dentro del D¨ªa de la Fundaci¨®n pro Real Academia Espa?ola) su tributo al autor de El hereje. Los Reyes presid¨ªan un acto que tuvo mucho de desquite: la propia Casa del Rey ha dejado ver que fue un error que ninguno de sus representantes asistiera al funeral en Valladolid de un hombre con el que mantuvieron una relaci¨®n personal y que, como se?al¨® don Juan Carlos parafraseando a Antonio Machado, fue "en el buen sentido de la palabra, bueno". En un v¨ªdeo con una entrevista cedida por Televisi¨®n Espa?ola, Delibes se explicaba: "Soy un hombre sencillo que quiere vivir sencillamente".
Fue esa fidelidad a s¨ª mismo lo que le apart¨® de esa Academia que ayer se qued¨® peque?a para recordarle. Casi pleno de acad¨¦micos, adem¨¢s de escritores, familiares, amigos y pol¨ªticos que acudieron a una cita que abri¨® V¨ªctor Garc¨ªa de la Concha, director de la instituci¨®n, y en la que tambi¨¦n participaron el ministro de Educaci¨®n, ?ngel Gabilondo, y el presidente de la Fundaci¨®n pro Real Academia y gobernador del Banco de Espa?a, Miguel ?ngel Fern¨¢ndez Ord¨®?ez.
Delibes, que ocupaba desde 1975 el sill¨®n de la e, manten¨ªa contacto telef¨®nico con sus colegas y, record¨® De la Concha, con los caminos de la lengua a trav¨¦s de sus "inconfundibles y puntuales tarjetas blancas". Si Luis Mateo D¨ªez se detuvo en un d¨ªa -"El m¨¢s feliz de un pescador de ribera"- de alguien que durante 20 a?os asumi¨® la pesca de la trucha -al igual que la caza- como una vocaci¨®n que le ven¨ªa de su padre y de la tierra, Gregorio Salvador relat¨® los lazos que le un¨ªan a Delibes desde que eran j¨®venes gracias a su otra vocaci¨®n innata: la caza de palabras. "Yo era para ¨¦l un ling¨¹ista fiable, acaso por mi condici¨®n de dialect¨®logo de campo", dijo el acad¨¦mico antes de dar una lecci¨®n de lengua y de vieja amistad. "Miguel Delibes, con su fidelidad absoluta al habla de sus personajes, reales o recreados, ha dado autoridad literaria a muchas voces olvidadas del viejo castellano". Ese mismo castellano sobre el que, una vez en un viaje a Chile, admirado por las nuevas palabras que all¨ª descubri¨®, apunt¨®: "En resumidas cuentas el chileno, como es de ley, habla el castellano y, como es de ley, no se resigna a vivir entre los estrechos l¨ªmites del diccionario de la lengua".
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