El silencio y el aplauso, seg¨²n Kevin Spacey
El actor se confiesa ante un auditorio de chavales en Avil¨¦s
A veces las preguntas m¨¢s inocentes dan lugar a respuestas confesionales profundas. Pas¨® ayer en Avil¨¦s, cuando Kevin Spacey se abri¨® a compartir todo tipo de curiosidades con alumnos de secundaria y de interpretaci¨®n asturianos. Pero aparte de man¨ªas, famas, gustos y temores, se impuso su compromiso con el teatro y la vida. ?Acaso hay alguna diferencia entre ambos? "Muy poco. Cuando te dedicas a un oficio as¨ª incorporas toda tu experiencia vital. Lo que nos ocurre, la pasi¨®n, el miedo, las vivencias. Es una suerte, una terapia. Algunos de nosotros lo llamamos doctor Teatro". Lo hizo en un acto p¨²blico y abierto, organizado por el Centro Niemeyer de la ciudad asturiana, una instituci¨®n con la que empezar¨¢ a colaborar a partir de diciembre cuando abra sus puertas.
"Actuar es una terapia. Algunos lo llamamos doctor Teatro"
Pero eso de que el teatro y la vida van unidos resulta tambi¨¦n relativo para Kevin Spacey. De hecho dijo respetar el famoso m¨¦todo, pero no encontrarse entre los int¨¦rpretes entregados fan¨¢ticamente a ¨¦l. "Me gusta saber que cuando salgo a escena estoy actuando. Luego cuelgo el personaje en la misma percha que el disfraz y me voy a mi casa", asegur¨®.
De todas formas, su pasi¨®n por las tablas lo es todo. Desde hace 10 a?os. Cuando dej¨® de lado el cine. "Las pel¨ªculas son algo inorg¨¢nico. Ruedas unos meses, a veces empiezas por el final, a veces no sabes ni en lo que est¨¢s metido. Al cabo de un a?o te lo ense?an y compruebas que lo que ves no se parece en nada a lo que crees que hac¨ªas", asegura. Pero en el teatro, no. En el teatro controlas el proceso de principio a fin. "Cada d¨ªa vas al mismo lugar y lo ves crecer, enriquecerse y profundizar como consecuencia de la continuidad, del ritual".
As¨ª lo siente desde que en el a?o 2000 empez¨® a poner en marcha su proyecto del Old Vic, en Londres. La ciudad le atrap¨®. "Estoy orgulloso de haber levantado una instituci¨®n brit¨¢nica como el Old Vic. No es que no quiera hacerlo en Estados Unidos, es que una cosa as¨ª en Broadway, o algo parecido a lo que estamos haciendo aqu¨ª hoy, con los gastos que supone, ser¨ªa imposible".
No podr¨ªa llevar a cabo un trabajo integral, con talleres, educaci¨®n, formaci¨®n. No podr¨ªa contagiar el sue?o que tuvo ¨¦l de joven, cuando una gran figura le anim¨® a dedicarse al oficio. "Este trabajo me hace consciente de su importancia cada d¨ªa. Me recuerdo con 13 a?os, en un taller. Tuve que interpretar delante de Jack Lemmon. Me dijo, chico, eres un gran actor. Yo entonces ten¨ªa ese brillo en los ojos que tienes t¨², y t¨², y t¨²", comentaba dirigi¨¦ndose a los chavales que le o¨ªan en el escenario y entre el p¨²blico.
Les tuvo atrapados durante una hora. Les anim¨® a relativizar el ¨¦xito y a centrarse en lo importante. Les hablo de la sensaci¨®n de fracaso, les aconsej¨® que se abrieran y no guardaran sus dudas, sus temores. "Lo principal a la hora de hacer una obra de teatro es ser fiel al autor. Lograr que la gente se olvide de qui¨¦n eres y entre en otro mundo a los 10 minutos de empezar la funci¨®n. Esa es la clave. La frustraci¨®n llegar¨¢, os invadir¨¢, pensar¨¦is muchas veces que os encontr¨¢is en una situaci¨®n sin salida. Deb¨¦is compartirlo, hablarlo, confrontar ideas. As¨ª se construye, as¨ª se salvan los obst¨¢culos".
A Spacey, el ¨¦xito le vino acompa?ado con los aromas del prestigio. Se lo labr¨® sutilmente, en papeles cargados de ambig¨¹edad y matices, desliz¨¢ndose entre el bien y el mal, entre los grises y las grietas, la iron¨ªa y el cinismo de algunos iconos fundamentales ya en el cine como los que cre¨® en American Beauty. El cine le dio gloria y la posibilidad, curiosamente, de un futuro lejos de las pantallas, centrado en el teatro. No es que se muestre harto, ni desagradecido. Pero s¨ª sabe re¨ªrse de aquellos tiempos. Gan¨® el Oscar por su interpretaci¨®n de Keyser S?ze, ese mafioso cojo con cara de no haber roto un plato que bord¨® en Sospechosos habituales. "Cualquiera abrir¨ªa las puertas de su sal¨®n para un premio de la Academia. Yo lo guardo junto a la batidora", coment¨®.
En el jolgorio de los estudios era demasiado ruidoso. Lleg¨® un momento en el que buscaba otra cosa. Algo que s¨®lo le daba el teatro. "Mucha gente piensa que lo mejor para un actor es el aplauso. Se equivocan...". Y call¨®. De repente, la sala qued¨® como suspendida por una especie de interrogante. Spacey se coloc¨® en el centro y pocos segundos despu¨¦s resolvi¨® el enigma. "Lo que m¨¢s me gusta del teatro es esto: el silencio".
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