Estado palestino, ahora
El reconocimiento internacional de un Estado Palestino no puede demorarse mucho tiempo. Salam Fayad, primer ministro de la Autoridad Palestina, ha declarado recientemente a este peri¨®dico que lo proclamar¨¢n en 2011.
Los ciudadanos de los pa¨ªses que participan en negociaciones interminables y sin resultado positivo piensan, con raz¨®n, que el Estado de Israel es una potencia mundial que impone por la fuerza sus decisiones al margen de la legalidad internacional. En todo caso, alguna instancia del mundo de la sociedad de naciones le permite cualquier iniciativa expansionista con la consiguiente limitaci¨®n y reducci¨®n del terreno sobre el que se asienta la poblaci¨®n Palestina. Esta poblaci¨®n aspira, m¨¢s pronto que tarde, al reconocimiento internacional de su condici¨®n de Estado de pleno derecho con la posibilidad de hacer o¨ªr su voz en Naciones Unidas.
Las autoridades de Israel tildan de antisemita a todo aquel que critica su pol¨ªtica de 'apartheid'
El tiempo se acaba, el conflicto puede estallar de manera violenta, mientras las autoridades del Gobierno de Israel desprecian las advertencias de la comunidad internacional. El argumento para rechazarlas no puede ser m¨¢s nimio, simplista o peligroso. Les basta con acusarnos de antisemitas, reacios a compartir el derecho del pueblo jud¨ªo para asentarse en los territorios que Yhav¨¦ les otorg¨® en exclusiva como tierra prometida. Escuchado de labios de un rabino ortodoxo, este argumento podr¨ªa resultar comprensible dentro de la tensa situaci¨®n que se vive en la zona. La tesis adquiere perfiles peligrosos cuando se escucha de altos representantes pol¨ªticos israel¨ªes.
La realidad de lo que est¨¢ pasando s¨®lo se ha podido contemplar fragmentariamente en los medios televisivos. El horror es indisimulable e insoportable para la conciencia y la sensibilidad de los ciudadanos del mundo. Las palabras m¨¢s duras de condena se diluyen en el tiempo y pasados los peores momentos se vuelve a una pol¨ªtica de expansi¨®n territorial y de presi¨®n sobre los derechos de los palestinos, empuj¨¢ndolos de forma consciente y calculada a reacciones extremistas. Se busca la confrontaci¨®n entre los que apoyan a Ham¨¢s y los que se mantienen fieles a la Autoridad Palestina, cada vez m¨¢s impotente y hu¨¦rfana de argumentos ante la prepotencia israel¨ª. El Gobierno israel¨ª actual desea una tercera intifada, esta vez entre palestinos.
El informe del juez surafricano Goldstone, encargado por Naciones Unidas, es demoledor y no deja espacio para las excusas de los israel¨ªes ante la desproporcionada reacci¨®n utilizada para reprimir a la poblaci¨®n de Gaza por el lanzamiento aislado por parte de grupos perfectamente identificables de algunos cohetes de alcance corto, pero de efecto mortal. La Operaci¨®n Plomo Fundido, del invierno de 2008-2009, entra de lleno en los cr¨ªmenes de guerra condenados por todas las convenciones internacionales.
Pero, al margen de los acontecimientos concretos que han merecido la atenci¨®n internacional, se ha instaurado una pol¨ªtica del d¨ªa a d¨ªa que priva a los palestinos del ejercicio de los m¨¢s elementales derechos como sociedad y como seres humanos. Sus dificultades de movimiento dentro de su propio territorio, la usurpaci¨®n de sus fuentes de recursos naturales -como el agua- para llevarla a los asentamientos ilegales, la imposibilidad de llegar a tiempo a sus puestos de trabajo o a los centros escolares y universitarios, la carencia de medios asistenciales y de accesibilidad a una asistencia sanitaria elemental, la detenci¨®n de las ambulancias ante los puestos de control de forma arbitraria y caprichosa con el riesgo, algunas veces consumado, para la vida de los enfermos que son trasladados a centros de urgencia, la imposibilidad de cultivar sus terrenos ante la barrera de cemento que se alza entre sus casas y las tierras de labor, la imposibilidad de comerciar en condiciones de igualdad con los productos de la tierra, est¨¢n configurando una situaci¨®n en todo semejante al apartheid de Sur¨¢frica. ?Puede la comunidad internacional asistir impasible a la consolidaci¨®n de una aut¨¦ntica e indiscutible pol¨ªtica de apartheid que est¨¢ catalogado como crimen internacional?
El panorama es desalentador y peligroso. Es un elemento desestabilizador de la zona, donde se puede desatar un cambio o conmoci¨®n pol¨ªtica en pa¨ªses que se creen seguros como Egipto o Jordania, o incentivar las fuerzas extremistas en Siria, Ir¨¢n o, por qu¨¦ no, Irak.
Alguien debe parar esta insensatez. Hasta hace poco cre¨ªamos que esta tarea le correspond¨ªa en exclusiva a la Administraci¨®n norteamericana y al potente lobby jud¨ªo que ampara al Estado de Israel y sus pol¨ªticas de fuerza. La ilusi¨®n se ha desvanecido. El episodio de la visita del vicepresidente Biden a la zona, recibido con el anuncio de la construcci¨®n de 1.600 nuevas viviendas en Jerusal¨¦n Este, se ha seguido con la visita de Benjam¨ªn Netanyahu a Estados Unidos y su pretenciosa y despreciativa actitud ante un presidente Obama que ha cambiado la pol¨ªtica contemplativa y permisiva por el rechazo de los m¨¦todos tradicionales.
Los c¨ªrculos de la derecha extrema norteamericana se han puesto al lado de Netanyahu, amenazando a un presidente que quiere la paz en la regi¨®n, con justicia para los palestinos. Si persiste en su actitud, abandone toda esperanza, se?or Obama, y sea usted bienvenido a la lista interminable de los antisemitas. Ya lo sabe: o cede y consiente sus desmanes, o ser¨¢ el enemigo de Yhav¨¦.
Jos¨¦ Antonio Mart¨ªn Pall¨ªn es magistrado y comisionado de la Comisi¨®n Internacional de Juristas.
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