La nostalgia transversal
La Diagonal como un palimpsesto de nombres desaparecidos
La Oca, Nit i Dia, Tic-Tac, Griff¨¦ & Escoda, Rialto, Finisterre, Pokins, La Ara?a... la Diagonal es un palimpsesto de nombres desaparecidos, una superposici¨®n de locales, tiendas, cines, librer¨ªas, bares, en el que cada generaci¨®n -como suced¨ªa con aquellos pirul¨ªs forrados de sucesiva carteler¨ªa- ha ido colgando fragmentos de memoria, retales de sentimientos.
La ciudad ofrece numerosas huellas para encaminarse por el sendero de la remembranza, peque?as marcas, muescas que provocan a veces grandes conmociones en la conciencia individual y colectiva. Determinado ¨¢ngulo de la luz sobre un edificio, el refulgir de un autom¨®vil que al pasar se imprimi¨® de manera indeleble en nuestra retina, la perspectiva infantil de una nevada, un carrusel o un desfile, la salida de misa o el vuelo alborotado de las palomas.
En la canci¨®n triste de las librer¨ªas que cerraron, resiste ?ncora & Delf¨ªn
La ciudad ofrece numerosas huellas para la remembranza
En ese universo del recuerdo, siempre selectivo y aleatorio, los comercios y los locales p¨²blicos que marcaron nuestra geograf¨ªa urbana funcionan como grandes reclamos, luminarias que atraen la nostalgia y conjuran nuestras reminiscencias. La Diagonal, por su extensi¨®n, por lo central que ha sido en la vida de muchos, est¨¢ llena de esas improntas, de esos fantasmas.
Es sabido que hay unos indios en M¨¦xico que no dejan de visitar sus lugares sagrados aunque ya no existen m¨¢s que en su recuerdo: en la vieja arboleda de los esp¨ªritus se alza una gasolinera, el territorio del venado divino lo atraviesa hoy una autopista; pero ellos, los indios, contemplan el mundo como era antes y lo adoran con el gozo de quien conserva las cosas que no deben perderse.
Un fen¨®meno similar, pero (relativamente) m¨¢s profano, se puede experimentar en la Diagonal. Puedes regresar de ni?o a los escaparates de la jugueter¨ªa Tic-Tac, comprar la bandeja de dulces en la vieja pasteler¨ªa Sacha, asistir a una sesi¨®n doble en el cine Rialto, descubrir la comida r¨¢pida en Pokins, adquirir las lecturas de la universidad en el Cinc d'Oros, probarte aquel traje de Pedro Morago que hoy no entiendes c¨®mo te atreviste a lucir (?) en la boda de un amigo (ya separado) y subir a la planta juvenil de Sears sin salir de Galer¨ªas Preciados ni de El Corte Ingl¨¦s.
Esa Diagonal de la memoria es nostalgia transversal, un espacio multidimensional en el que los recuerdos se mezclan y superponen. En ¨¦l, no dejas de jugar a los bolos en el Boliche o al minigolf en Bikini, de tomar el aperitivo con tu t¨ªa en Balmoral, de probarte un jersey shetland en Gales o Farreras, de comprar un bolso en Fendi o zapatos en Gucci, o de contemplar junto a tu novia adolescente, cogidos de la mano, una rebeca de Ted Lapidus. Uno se pregunta qu¨¦ ha sido de Paco Zaragoza, que proclamaba su moda desde la gran marquesina de su tienda, o de los espectaculares Ferrari de Autom¨®viles Serena, en su acristalada esquina en Casanova (hoy Zara); y ya que estamos, ?ad¨®nde han ido a parar las Mantequer¨ªas Leonesas o el alto b¨²ho luminoso de r¨®tulos Roura que marcaba el camino de salida de la Diagonal hacia la Meridiana? Una generaci¨®n recordar¨¢ el hospital de San Juan de Dios que abri¨® en 1973 donde hoy se alza L'Illa, otra la inauguraci¨®n del Windsor Palace en 1950 con Lo que el viento se llev¨®, o el olor del pan reci¨¦n hecho en la espaciosa panader¨ªa de la esquina de Bon Pastor.
Alguien rememorar¨¢ su vestido de novia confeccionado en Pepe Mart¨ªnez, o aquel primer self-service, ?oh maravilla!, junto a Via Augusta, que en los ochenta nos hac¨ªa sentirnos tan modernos, casi tanto como cenar en el Network. En la canci¨®n triste de las librer¨ªas desaparecidas -Mediterr¨¢nea, Librer¨ªa Francesa (hoy el bar Berl¨ªn), con su inolvidable s¨®tano...- pone el contrapunto la resistente ?ncora & Delf¨ªn, que ah¨ª sigue.
M¨¢s nombres para la nostalgia: Modelo, la pasteler¨ªa Mora, Leoni, Seguros Winterthur, Pedrerol y Bofill, la perfumer¨ªa Magda de Calvo Sotelo (sic)... Hasta la gran arteria llegaban los felices ecos de lugares vecinos que forman parte inseparable de su historia: Zacar¨ªas, Don Chufo (de giratoria pista), Metamorfosis... qu¨¦ decir del cine Aristos y su librer¨ªa quiosco, del posterior Morat¨ªn, de ...
Deteng¨¢monos aqu¨ª, porque el desbordar de la melancol¨ªa traza ya otras diagonales que se extienden por Barcelona toda hasta anegar la ciudad en un mar de nombres y recuerdos, sombras luminosas de un ayer que se resiste a bajar definitivamente la persiana.
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