El derecho a ser llorados
Convertir a los verdugos en v¨ªctimas nunca puede ser un acto de justicia. Por esto resulta irritante el procesamiento de Garz¨®n por su intento de reconocer y dar reparaci¨®n a las v¨ªctimas del franquismo. Est¨¢n convirtiendo el pacto de amnist¨ªa en un principio de ocultaci¨®n del pasado, de negaci¨®n del reconocimiento a las v¨ªctimas y de blanqueo del franquismo. El esp¨ªritu de la transici¨®n era avanzar hacia adelante desde la exigencia moral de no volver nunca a un enfrentamiento como la Guerra Civil. Para ello, se pact¨® una amnist¨ªa que protegiera a todos los potenciales protagonistas del cambio, los que ven¨ªan del franquismo y los que ven¨ªan de la resistencia. Pero esta amnist¨ªa no significaba una absoluci¨®n del pasado. Era, simplemente, aplazar el duelo para realizarlo cuando la democracia hubiese alcanzado ya su madurez y su equilibrio. Con paciencia, se dejaron pasar los a?os, pero el tiempo de silencio no pod¨ªa ser indefinido. Algo falla en la democracia espa?ola si, a estas alturas, todav¨ªa los verdugos pasan por delante de las v¨ªctimas.
Resulta dif¨ªcil de entender la extra?a alianza que se ha trenzado entre la ultraderecha, la derecha y un n¨²cleo muy concreto de la izquierda judicial. Y es inquietante el papel de un Gobierno (con alg¨²n portador del virus antiGarz¨®n incrustado) que, ampar¨¢ndose en la no intromisi¨®n entre poderes, deja hacer, olvidando que no estamos ante un problema judicial sino pol¨ªtico y que ser¨¢ el Gobierno el que tendr¨¢ que lidiar con las consecuencias internas y con el descr¨¦dito internacional que provocar¨ªa una sentencia condenatoria. La prensa extranjera no puede entender que Espa?a sea incapaz de encarar la revisi¨®n de la dictadura que han hecho ya otros pa¨ªses, como Chile y Argentina. Lo dec¨ªa The New York Times: "Espa?a necesita una explicaci¨®n honesta de su pasado, no perseguir a aquellos que tienen el valor de exigirla".
El Consejo General del Poder Judicial -a petici¨®n de parte: el juez empe?ado en cargarse a Garz¨®n- descalifica las cr¨ªticas. El Poder Judicial es tan susceptible de ser criticado como cualquier otro. En democracia nadie, ni siquiera los jueces, est¨¢ por encima de la libertad de expresi¨®n. Y es especialmente grave que el Poder Judicial pretenda limitar algunas expresiones, porque es el ¨²nico poder del Estado que no tiene otro control que el de la opini¨®n p¨²blica. Al Poder Ejecutivo lo controla el Legislativo, al Legislativo lo controla el ciudadano, que tiene la capacidad de cambiar las mayor¨ªas con su voto, a ambos los controla el Poder Judicial y, desde lejos, la opini¨®n p¨²blica. El Poder Judicial se controla a s¨ª mismo. Por lo menos, que aguanten los envites que puedan venir de la opini¨®n p¨²blica.
La derecha, que desde el caso G¨¹rtel va a por todas contra Garz¨®n, habla de las cr¨ªticas a los jueces que le han de juzgar como un atentado a la democracia. La libertad de expresi¨®n nunca atenta contra la democracia. Lo que s¨ª atenta contra la democracia es el querer escapar a ella. A la derecha el cuerpo le pide pelea contra Garz¨®n, pero puede salir trasquilada: conseguir¨¢ movilizar a una izquierda que estaba muy desactivada.
Si el primer principio de la Justicia, como dice Amartya Sen, es actuar contra la injusticia flagrante, en este caso hay una clara inversi¨®n de los valores: una presunta injusticia -querer enjuiciar a los verdugos con una interpretaci¨®n de la ley que algunos jueces consideran inapropiada- se utiliza para tapar una flagrante injusticia -la negaci¨®n del reconocimiento a las v¨ªctimas del franquismo-.
La justicia tiene un marco y un contexto. Se ejerce en una comunidad con unos valores determinados y con un trayecto hist¨®rico. La norma legal no tiene la asepsia de un teorema. El que la interpreta debe saber encontrar el equilibrio entre el texto y el contexto para actuar con equidad. Y la equidad dice que la injusticia flagrante no se est¨¢ cometiendo con los verdugos -que salieron de rositas de esta historia- sino con las v¨ªctimas. La justicia no puede decidir que hay v¨ªctimas que no tienen derecho a ser lloradas, para decirlo con la expresi¨®n de Judit Butler.
La imagen liberal de Espa?a va a retroceder varios escalones en el mundo, porque es dif¨ªcil entender que a estas alturas el franquismo a¨²n tenga protecci¨®n y los que lo denuncian a¨²n tengan que pagar por ello. Creo que la prensa internacional lleva raz¨®n: la democracia espa?ola sigue cojeando porque una parte de este pa¨ªs todav¨ªa no puede admitir la realidad del franquismo.
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