?Silencio en Am¨¦rica Latina?
Tras la muerte del opositor pac¨ªfico cubano Orlando Zapata Tamayo y el inicio de la ¨²ltima huelga de hambre del tambi¨¦n opositor pac¨ªfico Guillermo Fari?as, las primeras reacciones internacionales contra ese nuevo cap¨ªtulo de la violaci¨®n de derechos humanos en Cuba se concentraron en Estados Unidos y Europa. En las ¨²ltimas semanas, sin embargo, esas reacciones leg¨ªtimas y aut¨®nomas contra el Gobierno de Ra¨²l Castro -que La Habana oficial presenta como "campa?as medi¨¢ticas" contra una naci¨®n, persistiendo en la totalitaria identidad entre pa¨ªs y poder- se han desplazado hacia Am¨¦rica Latina.
El presidente de Uruguay, Jos¨¦ M¨²jica, un ex guerrillero tupamaro, que sufri¨® presidio pol¨ªtico, y hoy defiende las v¨ªas electorales y democr¨¢ticas de la izquierda, cuestion¨® la "intolerancia" del Gobierno cubano. Marco Enr¨ªquez-Ominami, el ex candidato presidencial chileno ubicado m¨¢s a la izquierda, se?al¨® que La Habana se conduce con "autoritarismo". En Brasil, el principal candidato opositor a las pr¨®ximas elecciones presidenciales, el socialdem¨®crata Jos¨¦ Serra, y varios l¨ªderes parlamentarios de ese pa¨ªs, tambi¨¦n se pronunciaron contra la ausencia de libertades p¨²blicas en la isla y la criminalizaci¨®n de los opositores como "delincuentes" y "mercenarios".
Numerosas voces de izquierda se alzan desde Chile a M¨¦xico para condenar el totalitarismo castrista
Hay consenso: para lograr su democracia, es mejor integrar que aislar a Cuba
Algunos ex presidentes latinoamericanos (?scar Arias, Fernando Henrique Cardoso, Ernesto Zedillo, Michelle Bachelet...) han expresado, antes o ahora, su preocupaci¨®n por la falta de espacios para la oposici¨®n pac¨ªfica en Cuba. El senador socialista chileno, Fulvio Rossi, revel¨® que durante su viaje a La Habana, a principios del a?o pasado, la presidenta Bachelet pidi¨®, en privado, a Fidel Castro la liberaci¨®n de presos pol¨ªticos. La respuesta de Castro, entonces, a esa discreta solicitud, fue la revelaci¨®n p¨²blica de la petici¨®n que el comandante le hiciera a la presidenta de que Chile concediera salida al mar a Bolivia.
El presidente Sebasti¨¢n Pi?e-ra reiter¨®, durante su campa?a electoral y en las primeras semanas de su gobierno, que la promoci¨®n del respeto a los derechos humanos en Cuba no ser¨¢ suprimida de su agenda diplom¨¢tica. En el mismo sentido se han expresado muchos parlamentarios de oposici¨®n en Argentina, Venezuela, Bolivia, Ecuador y Nicaragua. La opini¨®n p¨²blica de esos pa¨ªses -como ha podido leerse en La Naci¨®n y Clar¨ªn, dos de los principales diarios argentinos- refleja la considerable extensi¨®n de una idea cr¨ªtica del socialismo cubano en Am¨¦rica Latina.
El ¨²ltimo episodio de este avance de la cr¨ªtica latinoamericana se produjo en M¨¦xico. Lo interesante es que el mismo no provino del Gobierno de FelipeCalder¨®n sino del Senado, una instituci¨®n que juega un rol importante en la pol¨ªtica exterior mexicana. A propuesta de un senador del PAN, el partido gobernante, las comisiones de relaciones internacionales de esa entidad legislativa aprobaron por mayor¨ªa una "exhortaci¨®n" al Gobierno de Felipe Calder¨®n para que sugiera a La Habana la excarcelaci¨®n de los presos pol¨ªticos y el inicio de un di¨¢logo con la oposici¨®n pac¨ªfica.
Durante las discusiones en el Senado mexicano, los tres grandes partidos de M¨¦xico (PRI, PAN y PRD) reiteraron su rechazo al embargo comercial de Estados Unidos y el respeto de la soberan¨ªa cubana. A¨²n as¨ª, el embajador de la isla en M¨¦xico, Manuel Aguilera de la Paz, envi¨® una carta en la que acusaba a los legisladores de "injerencia", la cual fue rechazada, precisamente, por "injerencista". El debate de la "exhortaci¨®n" se pospuso en dos ocasiones -de presentarse se aprobaba- hasta que el 15 de abril, la iniciativa fue derrotada por 43 votos contra 42. La mitad de los senadores mexicanos -incluyendo varios de izquierda- piensa que M¨¦xico debe posicionarse frente a la violaci¨®n de derechos humanos en Cuba.
El argumento central de las presiones de La Habana sobre la clase pol¨ªtica latinoamericana es que cualquier cr¨ªtica al Gobierno cubano, aunque venga acompa?ada de un claro posicionamiento en contra del embargo y a favor de la integraci¨®n de la isla a foros regionales, es "intervenci¨®n" en asuntos internos y "apoyo" a la pol¨ªtica de Estados Unidos. No por falaz, ese argumento deja de ser eficiente en una regi¨®n en la que, por la larga historia de conflictos con potencias atl¨¢nticas, la soberan¨ªa sigue siendo un valor importante de la cultura pol¨ªtica.
A pesar del chantaje permanente que gravita sobre las izquierdas, los centros y las derechas latinoamericanas, en esas tres latitudes de la pol¨ªtica regional predomina una percepci¨®n cr¨ªtica del sistema pol¨ªtico cubano y de la limitaci¨®n de derechos civiles y pol¨ªticos que el mismo impone a la ciudadan¨ªa insular. Mientras Fidel Castro manej¨® directamente la pol¨ªtica exterior cubana, esas cr¨ªticas latinoamericanas fueron combatidas con los peores m¨¦todos: desde la revelaci¨®n de conversaciones grabadas hasta la difusi¨®n de expedientes secretos de pol¨ªticos latinoamericanos, que alguna vez visitaron La Habana.
Esas pr¨¢cticas inhiben, sin duda, y pocos pol¨ªticos de la regi¨®n, desbordados de problemas internos, est¨¢n dispuestos a soportar las constantes maquinaciones de la diplomacia habanera en sus pa¨ªses. Durante la ¨²ltima crisis, sin embargo, la actitud predominante del Gobierno de Ra¨²l Castro ha sido restar importancia a las voces latinoamericanas que han demandado el reconocimiento de la oposici¨®n cubana. Un autorizado representante del Gobierno de la isla, en viaje "medi¨¢tico" por Espa?a, declar¨® colonialmente que esas voces carec¨ªan de "trascendencia".
?Realmente es as¨ª? ?Son insignificantes las cr¨ªticas latinoamericanas a la falta de democracia en Cuba? No lo creo. Las encuestas que han tocado el tema de la isla, su sistema pol¨ªtico y sus l¨ªderes, en diversos pa¨ªses de la regi¨®n, durante la ¨²ltima d¨¦cada, reflejan un notable deterioro de la imagen del socialismo cubano en las sociedades civiles y pol¨ªticas latinoamericanas. Los l¨ªmites de esas cr¨ªticas no tienen que ver con la influencia del "modelo" cubano o con el viejo "s¨ªmbolo" de la Revoluci¨®n, sino con el consenso que existe en Am¨¦rica Latina de que, para lograr su democratizaci¨®n, es mejor integrar que aislar a Cuba.
Consciente de esa mayoritaria apuesta por la integraci¨®n, ratificada en la pasada cumbre del Grupo de R¨ªo en Canc¨²n, el Gobierno de Ra¨²l Castro basar¨¢ su presi¨®n sobre las canciller¨ªas regionales en la idea de que si las mismas insisten en colocar el tema de los derechos humanos en la agenda, la interlocuci¨®n diplom¨¢tica se pierde y la agenda bilateral se cierra. El ¨²ltimo recurso que le queda al Gobierno de Ra¨²l Castro para impedir que la cr¨ªtica al totalitarismo cubano se instale en las pol¨ªticas latinoamericanas es, curiosamente, el boicot a la integraci¨®n regional de la isla.
Rafael Rojas es historiador cubano y exiliado en M¨¦xico. Ha ganado el primer Premio de Ensayo Isabel Polanco con Rep¨²blicas de aire.
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