Una coleccionista especial
Siempre se cuenta de Gulbenkian que buena parte de sus fastuosas colecciones permanecieron ocultas hasta su muerte. S¨®lo entonces, como ocurre a menudo, se hicieron visibles, p¨²blicas. La colecci¨®n, dice Walter Benjamin, termina s¨®lo cuando el coleccionista desaparece y son pocos los que optan por mostrarla en medio del proceso, desvelando esa parte ¨ªntima: las pasiones. Gulbenkian no es un ejemplo aislado, por eso se repite que las colecciones pierden parte de su esencia primera cuando pasan de privadas a p¨²blicas, cuando cada cosa atesorada con igual pasi¨®n se ve sometida al criterio objetivo, juzgada con los valores del mundo. Entonces, tal vez, aquello que m¨¢s amamos por la dificultad en conseguirlo o por el momento de la compra, se convierte en un objeto de escaso valor real al comprarlo con el resto.
Cosas de los arrebatos del coleccionista, porque para ser coleccionista, tambi¨¦n de arte, es imprescindible vivir gobernado por la pasi¨®n. No valen los asesores, ni los consejos, ni las sugerencias, ni la m¨ªmesis con el mercado. Para ser un aut¨¦ntico coleccionista hay que comprar con el cuerpo completo, seguir el instinto, el ojo, el deseo; y acertar o equivocarse.
La mayor parte de las veces, se advert¨ªa, esa pasi¨®n queda oculta en vida del propietario; otras, como ocurre en el caso de esta propietaria tan especial, el entusiasmo y los deseos se van a hacer p¨²blicos en vida de la due?a de las obras. Helga de Alvear est¨¢ a punto de inaugurar su colecci¨®n, ¨²nica porque es fruto de muchos a?os de trabajo y pasiones, claro, y fruto tambi¨¦n una mirada entrenada que desde sus primeros tiempos con Juana Mord¨® hacen de ella una de las m¨¢s interesantes y arriesgadas galeristas de Madrid, capaz de mostrar nombres como Nam June Paik o Tracey Moffatt cuando nadie casi los conoc¨ªa en la ciudad. Aunque Alvear es ante todo una coleccionista impenitente y el suyo no es el conjunto habitual del marchante que guarda obras de sus artistas o de los artistas que querr¨ªa tener en su galer¨ªa. Helga de Alvear ha coleccionado estupendas piezas de artistas maravillosos que el hacerse p¨²blicas van a pasar la prueba de la objetividad, porque adem¨¢s el criterio de la pasi¨®n, a juzgar por la contundencia del conjunto, tambi¨¦n hay rigor y coherencia. Como su pasi¨®n es sabia, ha coleccionado un peque?o museo que vamos a poder disfrutar pronto y el cual, porque Helga no puede parar de atesorar obras, promete dar muchas m¨¢s sorpresas en el futuro. No cabe duda.
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