?Que aproveche!
Cristina Lucas se ha zampado a Jimmie Durham. La base del men¨² se la ha proporcionado el comisario del evento Cuauht¨¦moc Medina, mexicano que rige los destinos de la segunda edici¨®n del PAC (Proyecto de Arte Contempor¨¢neo) bajo un ep¨ªgrafe contundente: Domin¨® Can¨ªbal. Cristina Lucas (Ja¨¦n, 1973) para gestar los contenidos de su muestra hab¨ªa convocado previamente un banquete donde alumnos, profesores de Bellas Artes y periodistas que iban a cubrir el pic-nic disfrutaron de una barbacoa ritual en la que se engulleron chuletas regadas con sangr¨ªa en los jardines del Malec¨®n. La carne de cerdo y cordero se prepar¨® sobre los bidones, ahora barbacoas, que hab¨ªa utilizado el lac¨®nico Durham (Arkansas, 1940) en su intento por transformar la iglesia barroca de Ver¨®nicas ("desacralizada" sede de la bienal) en una suerte de vertedero anclado por una inquietante pintada en el ¨¢bside: "Cierra tu boca abre tu". Frase inconclusa que ha completado Lucas con otra boca. Y a fe que todos la abrieron para manducar carne y hablar de arte.
Domin¨® Can¨ªbal / Cristina Lucas
II Edici¨®n PAC (Proyecto de Arte contempor¨¢neo). Sala Ver¨®nicas
Ver¨®nicas, s/n. Murcia
Hasta el 10 de mayo
La m¨ªstica de Ver¨®nicas se impone. Lo vimos con Durham, que no supo sustraerse a su privilegiado aire ext¨¢tico y redujo su propuesta a la de un titubeante trapero de lujo, incapaz de urdir una propuesta clara entre lo profano y lo sagrado. Y lo vemos ahora con Lucas, quien, desde el polo opuesto, se ha rendido a la dramaturgia del espacio al dejar la treintena de barbacoas ordenadas seg¨²n el eje lit¨²rgico de la planta con forma de cruz latina de la iglesia. La cruz, imagen inequ¨ªvoca de martirio y muerte, fue trasladada hasta el lugar por los alegres comensales desde el Malec¨®n murciano en una procesi¨®n-conga que remit¨ªa en alg¨²n tramo al pase¨ªllo beatle de Abbey Road.
Transpira el espacio conventual de Ver¨®nicas una disposici¨®n al culto que es astutamente utilizado por Lucas. La artista entiende que ya recorremos un lugar escenificado y lo fagocita a su favor montado un v¨ªa crucis audiovisual con el que recrea nueve "estaciones" particulares: meditar, desechar, reciclar, transfigurar, banalizar, sacrificar, peregrinar, contemplar y redimir. ?Resultado? Por un lado, la dramaturgia del desmontaje de piedras, telas y cables dispuestos por Durham acaba proporcionando piezas de acompasada coreograf¨ªa. Por otro, la transformaci¨®n de los bidones-barbacoa (o el milagro de la rueda de cami¨®n transfigurada en gigantesco columpio) nos obliga a cuestionarnos si cuando los objetos-basura se transmutan y redimen en objetos ¨²tiles no estaremos ante eso que solemos denominar dise?o de objetos.
Todo es registrado por c¨¢maras, incluso nuestra permanencia en el templo es retransmitida por una c¨¢mara en directo: obs¨¦rvese en lo alto, al fondo de la iglesia. En el centro, bajo un monitor que recoge una boca que come y come, podemos sentarnos sobre un poliesp¨¢n ro¨ªdo para contemplar el callejero encuentro can¨ªbal. Durante una hora dentro de campo vemos al consejero de Cultura Pedro Alberto Cruz que asiente a las preguntas que se le hacen a la artista: ?es el arte pol¨ªtica?... Lucas y el comisario, vestidos de negro, ofician el happening conducido por las normas de Hannibal Lecter (ella misma lo menciona en el v¨ªdeo); un quid pro quo donde quien interroga debe, a su vez, contestar a otra pregunta del cuestionado. Pueden imaginarse qui¨¦n acaba siendo el objeto del serm¨®n cultural de dimes y diretes: el cr¨ªtico de arte que no asiste a la comilona.
http://www.pacmurcia.es/
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