Orgullo y responsabilidad
Sus manos, en las que se dibujaban las venas un poco hinchadas, temblaban. Su voz sonaba entrecortada, pero segura y fuerte, Sus ojos cansados expresaban sinceridad, inter¨¦s, esa curiosidad inmensa por saberlo todo, por conocer la verdad, por sentirse part¨ªcipe de cada instante. Como siempre me salud¨® con dos besos y me demostr¨® su cari?o. Recuerdo con una sonrisa ese ¨²ltimo momento en que nos vimos hace unos d¨ªas. Una vez m¨¢s me aconsej¨® con autoridad: "Digues-li al Pep que ho est¨¤ fent molt b¨¦. Tots els jugadors tenen un comportament molt bo. Sobretot, digues-li! ["Dile a Pep que lo est¨¢ haciendo muy bien. Todos los jugadores tienen un comportamiento muy bueno. ?Sobre todo, d¨ªselo?]".
Nos consol¨® en la derrota de Barcelona y llor¨® de emoci¨®n en la victoria de Atlanta
Hace pocos meses me llam¨® para decirme que le gustar¨ªa poder compartir unos minutos con Pep. Fue una comida en su despacho interesante, llena de admiraci¨®n mutua y respeto. El Presidente era as¨ª, quer¨ªa siempre conocer la verdad directamente. Fue agradable admirar una vez m¨¢s su sabidur¨ªa y experiencia al servicio del deporte.
Podr¨ªa escribir tanto, pero tanto sobre mi estima hacia ¨¦l... Mis primeros Juegos Ol¨ªmpicos en 1980 tambi¨¦n fueron los primeros suyos. Veinte a?os despu¨¦s, en Sidney, nos fuimos. En Barcelona 92 nos abraz¨® despu¨¦s de la final perdida cuando todo el equipo de waterpolo lloraba desconsoladamente y en Atlanta 96 nos colg¨® la medalla de oro mientras sus ojos se llenaban de l¨¢grimas. Nos consol¨® en la derrota y llor¨® de emoci¨®n en la victoria. Podr¨ªa escribir tanto, pero tanto sobre ¨¦l...
El d¨ªa de la ceremonia del adi¨®s, del ¨²ltimo saludo, no estaba triste. Casi me doli¨® no sentirme afligido, pero fue inevitable emocionarse, una emoci¨®n serena, en una organizaci¨®n perfecta. La familia, sus hijos y nietos, todo el mundo del deporte presente, su pasado, su legado, su vida... ?Qu¨¦ vida! Todo perfecto. No, no me sent¨ªa triste...
El deporte est¨¢ en deuda con ¨¦l. Los deportistas est¨¢n en deuda con ¨¦l. Tenemos la obligaci¨®n, el deber y el orgullo, siendo hijos de su historia, de transmitir a los j¨®venes los valores que ¨¦l defendi¨®. Debemos recordar y dar a conocer a las futuras generaciones del deporte espa?ol que todo empez¨® con ¨¦l, que am¨® el deporte y lo sirvi¨® como nadie, que demostr¨® siempre su aprecio a todos nosotros. Los futuros deportistas deber¨ªan crecer y vivir sabiendo que tienen el compromiso y la responsabilidad de no olvidar nunca a un hombre excepcional. Al menos, yo nunca lo olvidar¨¦.
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