Pero ni?as, ?no os lo habr¨¦is inventado todo vosotras?
Jose Domingo Rey Godoy, que hoy tiene 57 a?os, era p¨¢rroco de la iglesia de El Salvador de Pe?arroya-Pueblonuevo (C¨®rdoba) desde septiembre de 1981. Durante los meses de octubre de 2000 a junio de 2001 abus¨® en el confesionario de varias ni?as que se estaban preparando para recibir la primera comuni¨®n.
La justicia consider¨® probado que realiz¨® tocamientos a seis ni?as -dos de ellas gemelas- cuando acud¨ªan a ¨¦l para recibir el sacramento de la penitencia o bien cuando les hac¨ªa pasar a su despacho. Fuese donde fuese, les manoseaba en la zona p¨²bica, aunque siempre, eso s¨ª, por encima de la ropa. El sacerdote realiz¨® tales actos libidinosos en repetidas ocasiones con cada una de las chiquillas.
Los padres de las menores, cuando se enteraron de lo que les hac¨ªa el cl¨¦rigo, decidieron contratar a un abogado para que se pusiera en contacto con la di¨®cesis de C¨®rdoba. "Quer¨ªamos que el obispo supiera lo que estaba pasando con ¨¦l y que le sacara lejos de nuestro pueblo. Quer¨ªamos evitar el calvario que supon¨ªamos que iba a suponer para nuestra hija si el caso se judicializaba", explica hoy una de aquellas aut¨¦nticas madres-coraje.
Como tem¨ªan las madres, que fueron las verdaderas impulsoras del ataque judicial contra "don Jos¨¦ Domingo", la di¨®cesis cordobesa hizo oidos sordos a sus s¨²plicas. No movi¨® ni un dedo. As¨ª que las familias decidieron acudir al abogado pe?arroyense Luis Serrano Polo y al juzgado para poner fin a las agresiones sexuales.
La denuncia supuso una aut¨¦ntica "guerra civil" en Pe?arroya. Los partidarios del cura se movilizaron y recogieron 2.800 firmas de apoyo al denunciado a trav¨¦s de Cajasur (una entidad propiedad de la Iglesia), o mediante las residencia de ancianos, en la calle y en los comercios. A la vez, empezaron a correr rumores y maledicencias de que las ni?as estaban siendo utilizadas por sus padres para vengarse del cura por los motivos m¨¢s dispares. Incluso las menores sufrieron las invectivas de m¨¢s de un vecino: "?C¨®mo os va a haber hecho eso "don Jos¨¦ Domingo?" ?No os lo habr¨¦is inventado todo vosotras?", les dec¨ªan.
El cura neg¨® ante el juez las acusaciones. S¨®lo admiti¨® haber efectuado alg¨²n tocamiento "de modo fortuito y nunca con prop¨®sito lascivo", seg¨²n consta en la sentencia del Tribunal Supremo.
Lleg¨® el juicio y las ni?as, una tras otra, con su lenguaje infantil, declararon p¨²blicamente que el p¨¢rroco les tocaba el pepe (sus ¨®rganos genitales). Pero no s¨®lo a ellas: otras cuatro mujeres, con edades comprendidas entre 23 y 30 a?os, y entre ellas una catesquista, testificaron que el mismo sacerdote les hab¨ªa manoseado en repetidas ocasiones cuando ten¨ªan la misma edad que las ahora denunciantes. O sea, que la conducta del cura ven¨ªa de lejos, aunque nadie hab¨ªa tenido arrestos para denunciarle durante los 20 a?os que llevaba destinado en el pueblo.
Antonio Jurado Torrero, entonces vicario de la zona, representante del Obispado de C¨®rdoba, respald¨® plenamente "la buena conducta" y la moral del p¨¢rroco de Pe?arroya. Pero de nada sirvi¨®. En mayo de 2003, el juez F¨¦lix Degay¨®n Rojo sentenci¨® al padre Rey Godoy a 11 a?os de prisi¨®n.
No obstante, el sacerdote sigui¨® al frente de su parroquia, como si nada hubiera pasado, en medio de las protestas de las familias de las muchachas manoseadas. Sin el menor pudor. Hab¨ªa apelado a la Audiencia de C¨®rdoba. Esperaba ser absuelto. Quiz¨¢s confiaba en que las sutiles - o no tan sutiles- presiones de la Iglesia le ayudar¨ªan a salir absuelto. Pero nueve meses despu¨¦s, los magistrados Antonio Fern¨¢ndez Carri¨®n, Jos¨¦ Mar¨ªa Maga?a Calle y Pedro Roque Villamor Montoro confirmaron la pena.
Lejos de acatar la condena sin el menor el reparo, el obispo de C¨®rdoba, Juan Jos¨¦ Asenjo, mostr¨® su "apoyo y cercan¨ªa" al p¨¢rroco, pero no tuvo m¨¢s remedio que destituirle de su cargo. Sin embargo, el cura se resisti¨® a ingresar en prisi¨®n alegando que 2.000 vecinos solicitaban su indulto al Gobierno. Cuatro meses despu¨¦s, fue a prisi¨®n. Hoy se halla en libertad condicional, al haber cumplido ya la parte de condena estipulada para obtener tal beneficio. Vive en C¨®rdoba con su madre y una hermana, seg¨²n varios vecinos de Pe?arroya.
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