Un romance con But¨¢n
El lujo puede ser atravesar en la fr¨ªa noche un tambaleante puente de listones de madera suspendido sobre un r¨ªo salvaje. Ser recibido por una educada y relajada joven en forro polar mientras su simp¨¢tico perro mil razas te olfatea. Atravesar en la oscuridad un angosto camino de tierra con el susurro del viento entre campos de arroz. Llegar a la habitaci¨®n (sin televisor, sin m¨²sica, sin wi-fi) y encontrar en la mesa una carta personalizada, una botella de sidra dulce extra¨ªda de las manzanas de los ¨¢rboles que ves por la ventana y, en la almohada, un cuento de una autora local que ayuda a descifrar la particular¨ªsima identidad del remoto reino en el que te encuentras.But¨¢n, el ¨²ltimo reino budista del Himalaya, la tierra de la felicidad interior bruta, el pa¨ªs que no se abri¨® al turismo hasta los setenta, y cuando lo hizo fue con una pol¨ªtica de poca cantidad pero alta calidad, parec¨ªa un escenario perfecto para el concepto de lujo y de viaje que propone la cadena hotelera Aman. Y as¨ª lo supo ver Adrian Zecha cuando, en 2004, tras largas negociaciones, abri¨® el primer hotel de lujo de propiedad extranjera en el valle de Paro, al oeste de But¨¢n. Hoy, la oferta de Aman en aquel pa¨ªs, bautizada como Amankora, se completa con otros cuatro hoteles (en los valles de Thimphu, Punakha, Gangtey y Bumthang), con un m¨¢ximo de 24 y un m¨ªnimo de ocho habitaciones, cuidadosamente integradas en el apabullante paisaje de este peque?o pa¨ªs, cuyo Gobierno impone severas normas de arquitectura como parte de la pol¨ªtica de preservar las milenarias tradiciones y la naturaleza butanesas. Millonarios m¨¢s o menos exc¨¦ntricos y elegantes curtidos en mil aventuras pagan unos 1.400 d¨®lares por noche por alojarse en amplias habitaciones de un gusto exquisito, ajenas a la ostentaci¨®n. Amankora ofrece viajes a medida, combinando los distintos hoteles, que incluyen, adem¨¢s de alojamiento, gesti¨®n de visados y permisos, comidas, desplazamientos y actividades.
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