El 'teleco' que quer¨ªa jugar la 'Champions'

El Himalaya siempre ha ejercido entre los amantes de la monta?a una atracci¨®n fascinante, casi un embrujo. Tolo Calafat, mallorqu¨ªn de 40 a?os, no era ajeno al atractivo de las cimas m¨¢s altas del planeta, atracci¨®n complicada de compaginar con la vida normal. Calafat, empleado de Telef¨®nica como t¨¦cnico de telecomunicaciones, no era profesional de la monta?a y por norma general pagaba de su bolsillo sus incursiones himal¨¢yicas. Quiz¨¢ por la naturalidad con la que compart¨ªa su pasi¨®n, su figura era muy apreciada en las islas. "Una persona serena y entra?able", resumen los responsables de la firma Bestard de calzado de monta?a con la que colaboraba. Su desaparici¨®n ha causado una profunda impresi¨®n entre los que le conocieron, caso del alpinista alav¨¦s Eneko Pou: "Estuve con ¨¦l meses atr¨¢s y charlamos acerca del Annapurna. Yo estuve a punto de no bajar cuando sufr¨ª un principio de edema a 7.300 metros y le coment¨¦ que se trataba de una monta?a muy seria. Le vi impresionado, pero como es l¨®gico ilusionado". La temporada anterior, Calafat hab¨ªa compartido expedici¨®n al Shisha Pangma con Juanito Oiarzabal, alcanzado ambos la antecima y renunciando a pisar la cima para evitar un flanqueo muy comprometido y la llegada del mal tiempo. "Es como jugar en la Champions League", afirm¨® entonces Calafat en un medio mallorqu¨ªn, ilusionado ante la perspectiva de compartir su experiencia con alguien tan reconocido como Oiarzabal. "Estuvo a punto de cancelar su expedici¨®n al Annapurna porque con el cambio de gobierno en las islas se esfum¨® una subvenci¨®n que ten¨ªa apalabrada por parte del Gobierno Balear", recuerdan desde Bestard. Finalmente, Calafat tir¨® de ahorros y pag¨® de su bolsillo el coste de su viaje al Annapurna avalado por la experiencia adquirida durante a?os en Pirineos, Alpes, Andes y, sobre todo, al vencer el Everest o el Cho Oyu, ascensiones que le convencieron de sus aptitudes para ascender las monta?as m¨¢s elevadas del planeta.

Tolo Calafat era un claro ejemplo del monta?ero comprometido con una afici¨®n que le llev¨® a recorrer las monta?as m¨¢s dispares del planeta: desde el Elbrus, en el C¨¢ucaso, al Aconcagua argentino, pasando por el Artesonraju peruano o el Mont Blanc (Alpes). El Himalaya supon¨ªa un escal¨®n l¨®gico en su curiosidad, sin m¨¢s pretensiones que perpetuar una pasi¨®n que desgraciadamente le ha colocado en el peor de los escenarios.