La odisea griega
Fue como el propio primer ministro griego, Yorgos Papandreu, defini¨® la situaci¨®n de su pa¨ªs cuando pidi¨® a la Comisi¨®n Europea la activaci¨®n de las medidas de ayuda a Grecia te¨®ricamente acordadas por el Eurogrupo d¨ªas antes. Pero el tiempo corre y la odisea amenaza con convertirse en tragedia si las cantidades no llegan a Atenas antes del 19 de mayo, fecha en la que el Gobierno heleno tiene que hacer frente al vencimiento de 9.000 millones de euros de su deuda.
Llegar¨¢n, o al menos eso parece deducirse de la afirmaci¨®n hecha el mi¨¦rcoles por la canciller alemana, Angela Merkel, tras reunirse con los jefes del Fondo Monetario Internacional y del Banco Central Europeo, que Alemania cumplir¨¢ "con su parte del compromiso" si Grecia se compromete a llevar a cabo un dur¨ªsimo plan de ajuste para reducir este a?o por lo menos cuatro puntos su d¨¦ficit fiscal real, estimado en m¨¢s del 13% del PIB.
No s¨®lo Merkel ha puesto condiciones a la ayuda; pa¨ªses como Holanda han mostrado sus reticencias
En situaciones dif¨ªciles como la actual siempre se busca un villano para echarle las culpas y en este caso una gran parte de las cr¨ªticas por las reticencias en liberar los fondos comprometidos se han dirigido contra la canciller alemana. Injustamente, porque no s¨®lo Merkel ha puesto condiciones, sino que otros pa¨ªses, como por ejemplo Holanda, han mostrado igualmente sus reticencias.
Incluso un columnista del Financial Times ha hablado de irresponsabilidad por condicionar la decisi¨®n alemana a la celebraci¨®n de las elecciones en el Estado de Renania Norte-Westfalia el pr¨®ximo d¨ªa 9 de mayo. Unas elecciones vitales para Merkel, si su partido democratacristiano quiere conservar su actual mayor¨ªa en el Bundesrat o C¨¢mara alta del Parlamento germano.
Pero no s¨®lo la demora alemana ha estado provocada por razones electorales. La opini¨®n p¨²blica rechaza la ayuda a Grecia por el nada despreciable porcentaje del 86%. Es dif¨ªcil que cualquier l¨ªder elegido democr¨¢ticamente obrase sin cubrirse las espaldas a la vista de esos dos datos. Pero es que, adem¨¢s, se olvida algo importante. Alemania ya no es un pa¨ªs partido en dos por la guerra fr¨ªa con un complejo hist¨®rico por su pasado. Durante a?os busc¨® su identidad en Europa. Primero Europa y, despu¨¦s, Alemania. Consolidada la reunificaci¨®n, los t¨¦rminos se han invertido. Se piensa primero en Alemania y, despu¨¦s, en Europa. Sin que ello signifique que hayan perdido su vocaci¨®n europea -posiblemente sea el pa¨ªs de la Uni¨®n m¨¢s europe¨ªsta entre los grandes-, ni que exista el m¨¢s m¨ªnimo peligro de un resurgir nacionalista que algunos, interesadamente, pretenden intuir.
Como escrib¨ªa recientemente el periodista Tom Buhrow, presentador del telediario de la cadena ADR, "nos encantar¨ªa seguir pagando, pero simplemente el dinero ya no est¨¢ ah¨ª". "Alemania tiene poderosas industrias, pero, como pa¨ªs, su crecimiento no es lo suficientemente grande para hacer frente a una poblaci¨®n decreciente y envejecida". Alemania ha tratado varias veces de acelerar una uni¨®n pol¨ªtica, la ¨²ltima vez antes de que se produjera la ¨²ltima ampliaci¨®n. Pero la idea de la federaci¨®n fue rechazada de plano, principalmente por Francia, siempre a favor de la idea gaullista de la primac¨ªa de los estados nacionales. Todav¨ªa se recuerda la reacci¨®n de Jacques Chirac cuando se plante¨® esa posibilidad. Francia no ser¨¢ la Arkansas, ni siquiera la California, de unos Estados Unidos de Europa, dijo.
En cuanto a Grecia, la ayuda llegar¨¢ a tiempo para hacer frente a los pagos de este mes. Pero los mercados necesitan algo m¨¢s que una soluci¨®n rel¨¢mpago. Precisan un plan a un plazo m¨ªnimo de tres a?os que devuelva la confianza a los inversores en la capacidad de Grecia para pagar su deuda. Y eso no se consigue s¨®lo con los 30.00 millones prometidos inicialmente por la Uni¨®n Monetaria y los 15.000 millones del FMI.
A la salida de la reuni¨®n celebrada en Berl¨ªn el mi¨¦rcoles entre Merkel, Strauss-Kahn y Trichet, algunos asistentes ya hablaban de cifras superiores a los 120.000 euros. Y eso son palabras mayores para un pa¨ªs de la dimensi¨®n de Grecia. La pregunta inmediata es si la ciudadan¨ªa griega, en pie de guerra desde que se conocieron las condiciones para la concesi¨®n de la ayuda, estar¨¢ dispuesta a aguantar las draconianas medidas impuestas por los pa¨ªses de la Uni¨®n. Papandreu se compromete a cumplirlas, incluso otras m¨¢s duras, si fuera necesario. Pero es evidente que con su voluntad no basta, especialmente con huelgas sectoriales un d¨ªa s¨ª y otro tambi¨¦n. Su reto es explicar a sus compatriotas que la alternativa es el precipicio.
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