?Es la televisi¨®n, est¨²pido!
?Estamos s¨®lo a s¨®lo seis d¨ªas de un reajuste fundamental del sistema pol¨ªtico brit¨¢nico o el ascenso del tercer hombre, Nick Clegg, es ¨²nicamente un destello fugaz producto de los debates en la televisi¨®n y de una nueva forma, m¨¢s estadounidense y presidencialista, de vender a los pol¨ªticos? Es una pregunta pertinente ante las elecciones en Reino Unido del jueves, que ya han derrotado al pron¨®stico inicial de anodinas para convertirse en revulsivas de un sistema tradicional de pol¨ªtica de club, de bipartidismo cuasi perfecto, alternancia entre los dos grandes partidos tradicionales y castigo a los minoritarios por una ley electoral de mayor¨ªa blindada.
En juego est¨¢ algo m¨¢s que saber a qui¨¦n llamar¨¢ la reina Isabel II al Palacio de Buckingham para formar Gobierno. ?Al l¨ªder del partido m¨¢s votado, que podr¨ªa ser el conservador David Cameron, al que consiga m¨¢s esca?os aunque los logre con menos apoyo popular, el laborista Gordon Brown, o, lo m¨¢s improbable, al jefe de los liberaldem¨®cratas, Nick Clegg, por su capacidad de garantizar un Gobierno?
El 40% de los aspirantes de la derecha a un esca?o quiere renegociar o abandonar la UE
Ni conservadores ni laboristas parecen convencer al electorado, que no los considera merecedores de gobernar en solitario, lo que podr¨ªa dar paso a una coalici¨®n. El desgaste de los partidos tradicionales muy afectados por la corrupci¨®n pol¨ªtica, la p¨¦rdida brusca del bienestar econ¨®mico por la crisis, la sacudida de la vieja Inglaterra producida por la inmigraci¨®n, la asunci¨®n de que el pa¨ªs ya no dispone de los medios para mantener la presunci¨®n de gran potencia, abonan la necesidad de un ajuste a la realidad. No somos Grecia, pero nos puede ir bien como a Holanda, tambi¨¦n antiguo imperio y naci¨®n comercial y exportadora, escribe Martin Wolf en el diario Financial Times.
La fulgurante aparici¨®n del l¨ªder liberal, convertido en s¨®lo un mes de Nick Qu¨¦ en superestrella pol¨ªtica, ha hecho posible pensar en una reforma electoral como resultado de las elecciones. Parece impensable dejar sin representaci¨®n justa a casi el 30% del electorado. Ni conservadores ni laboristas podr¨ªan gobernar sin admitirla, en mayor o menor medida. Este nuevo horizonte ser¨ªa impensable sin la frescura y el desparpajo pol¨ªtico mostrado por la nueva estrella. Clegg lo ha entendido: ?es la televisi¨®n, est¨²pido! Ha sabido aprovechar la denostada caja tonta, un medio tradicional. Los nuevos media, Internet y las redes sociales que tan potentes fueron en la elecci¨®n de Barack Obama, se han rendido a los cl¨¢sicos en la campa?a brit¨¢nica.
Teleg¨¦nico, cultivando una imagen de insurgente, le ha robado la cartera del cambio a Cameron, resaltando la pertenencia al pasado de Brown. Ha vendido con ¨¦xito su figura de antiestablishment, algo que no es, logrando respetabilidad en su audaz asalto al viejo statu quo. Por primera vez unas elecciones brit¨¢nicas se convierten en una prueba de personalidad: la televisi¨®n vende bien al mensajero, no al mensaje. En algunos aspectos, podr¨ªamos ver en Clegg al Obama brit¨¢nico. El l¨ªder liberaldem¨®crata conecta mejor que sus adversarios con un Reino Unido m¨¢s joven, menos chovinista, m¨¢s europeo, m¨¢s cosmopolita, pero todav¨ªa no mayoritario. Su madre es holandesa, y su padre medio ruso; su mujer es la abogada espa?ola Miriam Gonz¨¢lez Durante y sus tres hijos se llaman Antonio, Alberto y Miguel. Anatema para la Inglaterra de toda la vida y suficiente para que la prensa conservadora clame que "Clegg tiene s¨®lo un cuarter¨®n de ingl¨¦s". Su europe¨ªsmo le hace sospechoso: fue europarlamentario y le gustar¨ªa que el pa¨ªs adoptara el euro, no exactamente una buena baza electoral estos d¨ªas. Cameron, si llega al poder, reforzar¨ªa el euroescepticismo brit¨¢nico. El 40% de los candidatos conservadores a la C¨¢mara de los Comunes son partidarios de una renegociaci¨®n fundamental de la presencia del pa¨ªs en Europa o incluso una retirada de la UE.
El tercer y ¨²ltimo debate ante las c¨¢maras, en la noche del jueves, confirm¨® la incertidumbre y no despej¨® las dudas sobre el asunto esencial: la cura de caballo en forma de recorte del gasto p¨²blico y subida de impuestos que el nuevo Gobierno deber¨¢ poner en pr¨¢ctica. Su tama?o y la velocidad con la que debe ejecutarse.
David Cameron recuper¨® terreno, Gordon Brown perdi¨® probablemente su ¨²ltima baza, y Clegg mostr¨® que no puede ganar pero confirm¨® que tendr¨¢ mucho que decir sobre el nombre del nuevo inquilino del 10 de Downing Street. El iconoclasta alcalde de Londres, el conservador Boris Johnson, piensa que "la Cleggman¨ªa es el mayor ejercicio de sinraz¨®n medi¨¢tica desde la muerte de la princesa Diana". Saldremos de dudas en la madrugada del pr¨®ximo viernes. fgbasterra@gmail.com
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