Estoconazo

Fandi?o se perfil¨® entre los pitones, en la l¨ªnea recta, mont¨® el estoque con parsimonia, mostr¨® la muleta al toro mientras se aupaba sobre la punta de las zapatillas; se acerc¨® a su oponente con lentitud, a c¨¢mara lenta, pero con la firme decisi¨®n de enterrar la espada hasta la empu?adura y en el preciso hoyo de las agujas. Y as¨ª fue. Pero qued¨® encunado entre la seria y astifina encornadura del animal, que, por la inercia del encuentro, lo lanz¨® al aire y casi llega a dar el torero una vuelta de campana antes de caer de bruces en el suelo en un costalazo hist¨®rico. El buen hombre qued¨® l¨®gicamente conmocionado y tard¨® un par de segundos en intentar recuperar la verticalidad; pero ¨¦se fue el tiempo necesario para que el toro quinto de la tarde cayera patas arriba, muerto sin puntilla.

Momentos de tanta intensidad no se viven todos los d¨ªas en una plaza, raz¨®n por la que Las Ventas se pobl¨® de pa?uelos blancos, y el presidente concedi¨® una merecid¨ªsima oreja. La verdad es que la faena muleta no tuvo ribetes de calidad, a excepci¨®n de una tanda de derechazos templados y con gusto, porque el toro punteaba el enga?o, y le falt¨®, como a los dem¨¢s, fuelle y codicia, pero la estocada mereci¨® por s¨ª sola tan ansiado premio. Y, adem¨¢s, se le hizo justicia al torero, que estuvo toda la tarde ilusionado y valiente, decidido a convertir la corrida en un trampol¨ªn. Tras mostrarse decidido ante el soso segundo, veronique¨® al quinto con solemnidad y sabor, y volvi¨® a lucirse en un quite, en el que dibuj¨® una media de cartel. Y al primero de la tarde, de pitones astifinos que daban miedo, hizo un quite por gaoneras que puso a todos un nudo en la garganta. Es decir, que ven¨ªa a triunfar.

No dio esa impresi¨®n Eduardo Gallo, que se afligi¨® ante el mejor de la tarde, el primero, serio y con mucho cuajo, pero noble. Alg¨²n detalle sin continuidad y escasa convicci¨®n. Y volvi¨® su apat¨ªa ante el parado cuarto. Y David Mora, el tercero, tuvo menos suerte con el lote, y su toreo dice poco. Lo molest¨® mucho el viento, y su primero lo volte¨® y lo perdon¨®. Que le d¨¦ gracias a Dios.