La calle es nuestra
Miles de ciclistas toman el centro de la ciudad con La Criticona, una cita anual exportada de Roma para abrir paso a la bici
En mitad del paseo de la Castellana, cuando el pelot¨®n se abre y ocupa ya todos los carriles que suben hacia la rotonda de Emilio Castelar, la chica de la camisa de flores suelta el manillar, abre los brazos y grita por encima de cuchicheos, pitidos, frenazos y bocinas: "?La calle es nuestra!". Si uno mira hacia delante, a los lados y vuelve la cabeza atr¨¢s con cuidado para no cruzar manillares, se da cuenta de que es verdad. La calle es de los ciclistas, de las miles de personas (3.500, seg¨²n los organizadores) que, por segundo a?o consecutivo, toman Madrid entre las seis de la tarde y casi las diez de la noche para reivindicar paso en masa.
Es La Criticona 2010, una cita que empez¨® en 2009 despu¨¦s de que un grupo de amigos que participan en Bicicr¨ªtica (el pelot¨®n sin jerarqu¨ªa que el ¨²ltimo jueves de cada mes se cita en Cibeles en bicicleta) fueran a Roma a probar la Cimona. El concepto es similar: una cita anual que convoca a todo el que se sume desde cualquier parte del mundo para pedalear. "Fuimos a Roma y nos encant¨®", asegura Elisabeth. Cimona viene de CM (Critical Mass: Masa Cr¨ªtica). "Aqu¨ª la bautizamos La Criticona, por lo de Bicicr¨ªtica", a?ade ella. Josu, otro incondicional del pedal, cuenta una veintena de personas empez¨® en noviembre a prepararlo todo y convocar a la gente para Madrid. Josu ayuda en las cuestas ("?baja el pi?¨®n!", grita a una ciclista asfixiada) y razona tambi¨¦n con los automovilistas obligados por un muro de bicis cruzadas a esperar el paso del pelot¨®n. Pero no todos los conductores est¨¢n dispuestos a esperar. "?Llevo 20 minutos parada!", grita una automovilista que baja del coche con los brazos en alto.
Los ciclistas empezaron en Cibeles y terminaron en La Elipa
"Todo el mundo deber¨ªa participar en esta fiesta", dice un madrile?o
Ni Madrid ni los conductores est¨¢n acostumbrados a la bici, un veh¨ªculo con el que s¨®lo se hace el 0,6% de los desplazamientos diarios de la capital, unos 45.000. Cada vez son m¨¢s y protagonizan la nueva ordenanza de Movilidad municipal (pendiente de aprobaci¨®n) que les cede sobre el papel el centro del carril y todo el respeto del resto de conductores. Pero aqu¨ª, en la calle, a¨²n no tienen ese respeto.
Como siempre que se citan, saben d¨®nde empiezan (siempre en Cibeles) y deciden d¨®nde terminan. Esta vez en La Elipa, junto al cementerio de la Almudena. Pero el recorrido es una inc¨®gnita. Y la puntualidad siempre falla. A las 18.00 empiezan a llegar los primeros. A las 18.30, siguen llegando y ocupando parte del paseo de Recoletos hacia Neptuno. Son muchos y la vista se pierde. Vienen de otros puntos del pa¨ªs, como Barcelona, Granada, Alicante o Almer¨ªa. Se les ve porque llevan carteles y camisetas o, en el caso de los bilba¨ªnos, porque lo proclaman cantando: "?Soy de Bilbao, soy de Bilbao, por eso la bici la llevo a todos laos!". En el pelot¨®n se habla tambi¨¦n italiano, franc¨¦s y alem¨¢n. "No sabr¨ªa decir cu¨¢nta gente ha venido de fuera, pero algunos se han quedado en el Patio Maravillas y otros en tiendas de campa?a", cuenta Elisabeth. Hay padres con hijos en sillitas de beb¨¦, patinadores, bicis t¨¢ndem, gente disfrazada, pelucones, ciclistas con banderas del arco iris, con altavoces que llenan de m¨²sica el paseo. "Esto es muy divertido, con mucha gente muy diversa. Esperaba el t¨ªpico grupo de hippies contestatarios y he visto de todo", confiesa la francesa Peggy Martinello, habitual de Bicicr¨ªtica, en su primera Criticona.
El pelot¨®n da la vuelta Cibeles-Neptuno-Cibeles (un cl¨¢sico para calentar). Y engancha la Castellana, donde la chica de la camisa de flores proclama ser due?a de la calle y otra ciclista grita a los automovilistas atrapados: "?Hala, a disfrutar de la caravana!".
En R¨ªos Rosas llega la primera gran cuesta y en Cea Ber-m¨²dez, la primera gran pitada. En un cruce, un ciclista coge la bici en peso con los brazos en alto para parar a los coches que intentan pasar. El estruendo de las bocinas es inmenso, pero el chico, que tiene la bici llena de globos, no cede ni un mil¨ªmetro. Polic¨ªas municipales y nacionales custodian el recorrido. En la calle de Jos¨¦ Abascal, un coche atropella la rueda delantera de una bicicleta. El ciclista le grita al automovilista (un se?or que debe rondar los 70 a?os) que es "un inc¨ªvico, un descerebrado". El hombre asegura que no pudo hacer nada, que se le cruz¨®. Se quedan sacando el seguro mientras pasa el pelot¨®n, que vuelve a la Castellana, saluda de nuevo a la Cibeles y enfila Alcal¨¢, con una cuesta arriba pronunciada y otra hacia abajo que ayuda a destensar las piernas.
Tuercen en Garc¨ªa Noblejas cuando empieza a oscurecer. Sigue la m¨²sica y las consignas, como: "?No contamina, no gasta gasolina!", "?Pon el culo duro sin gastar ni un duro!". En la explanada delantera del cementerio de la Almudena se acaba el paseo. A bajar de la bici. El madrile?o Crist¨®bal Icaza, tras su primera Criticona, da un consejo satisfecho: "?Esto es magn¨ªfico! Se la recomiendo a todos, todo el mundo deber¨ªa participar en una Criticona al menos una vez en la vida".
Laetitia D'Aloia. Dise?adora de relojes
"En Suiza se respeta a los ciclistas"
Ni una ni dos. Laetitia D'Aloia, de 26 a?os, tiene tres bicis. "Una la compr¨¦, las otras dos las encontr¨¦ rotas por la calle y las llev¨¦ a reparar". Todas se han quedado en el aparcamiento que hay debajo de su apartamento suizo. No se ha tra¨ªdo ninguna. "No, no, me la han prestado para moverme por Madrid: he venido a la Criticona con mi hermana". Trabaja como dise?adora de relojes. "?Claro, soy suiza!", bromea con su boquita pintada de rojo chill¨®n. Y usa bicicleta "desde siempre". En su peque?a ciudad de 36.000 vecinos, Neuchatel, todo el mundo lo hace. "Tenemos muchas calles reservadas a peatones y ciclistas. Es f¨¢cil", presume. "Y los conductores son mucho m¨¢s amables y comprensivos que aqu¨ª", compara. Confiesa que Madrid tampoco le ha resultado tan dura: "Simplemente tienes que estar mucho m¨¢s atenta, sobre todo en los cruces, pero se puede ir en bici". Defiende el uso como forma de libertad: "Puedo ir donde quiero y cuando quiero y adem¨¢s los paseos en mi ciudad son preciosos. Tenemos un gran lago". Conductores comprensivos, aparcamiento f¨¢cil, calles tranquilas... Laetitia tiene claro que en Madrid es necesario "y mucho" reivindicar un lugar para la bici pero en su pa¨ªs ser¨ªa absurdo. "En Suiza no hacen falta protestas como la Criticona porque todo el mundo respeta a los ciclistas".
Sebasti¨¢n Villegas. Mec¨¢nico de bicis
"El tr¨¢nsito es menos agresivo en Barcelona"
Sebasti¨¢n Villegas, nacido en Santiago de Chile y residente en Barcelona desde hace cuatro a?os, debe saber mucho de bicis. Se mueve en una roja y fina para ir a todas partes, es mec¨¢nico de bicis, ha participado en varias masas cr¨ªticas por Europa -estuvo en la Cimona de Roma- y estudia un doctorado sobre este tema. "Estudio la bicicleta como elemento art¨ªstico, como parte de una creaci¨®n y adem¨¢s tambi¨¦n investigo fen¨®menos como Bicicr¨ªtica". Acaba de llegar a Madrid expresamente para participar en la Criticona. No ha circulado muchas horas por la capital, pero en su corta experiencia de pocas horas ha sacado una conclusi¨®n importante: "Aqu¨ª el tr¨¢nsito es m¨¢s agresivo que en Barcelona". El mec¨¢nico y doctorando hace una cr¨ªtica a c¨®mo gestiona Barcelona la bici: "Se ha dado mucha importancia a los carriles bicis, pero no es la soluci¨®n, lo m¨¢s necesario es incentivar el respeto por la bicicleta del resto de conductores y no quitarle sitio a los peatones". ?Recomendar¨ªa el uso diario de la bicicleta? "Claro, creo que es la soluci¨®n m¨¢s obvia para circular por una gran ciudad".
Jara P¨¦rez. M¨¦dica
"En Alicante te juegas la vida"
Jara naci¨® en Santiago de Compostela, pero vive -y circula en bicicleta- en Alicante. Lleva una camiseta verde con Bicicr¨ªtica escrito en amarillo en la parte trasera y el nombre de su asociaci¨®n, Alacant en Bici, en una manga. Su bici negra, con la que ha venido en autob¨²s, lleva una caja de pl¨¢stico asida a la parte trasera. "Es muy ¨²til para hacer la compra", aclara esta doctora de 28 a?os. En Alicante va en bici a todas partes, pero confiesa que es un reto. "Es muy dif¨ªcil, un caos porque los coches no te respetan nada, casi te juegas la vida". Forma parte de un peque?o grupo de ciclistas cr¨ªticos de su ciudad que organizan el primer viernes de cada mes una cita para ir en bici por el centro de Alicante. "Siempre quedamos a las ocho de la tarde en la plaza de toros, de momento somos una veintena", explica. Algunos de sus amigos est¨¢n sentados en el banco de enfrente en Madrid, tambi¨¦n para participar en La Criticona, a la que Jara viene por segundo a?o. Cuenta que en su ciudad, fant¨¢stica para ir en bici por el buen clima y la cercan¨ªa del mar, falta mucho por hacer. La pasada Navidad montaron y desmontaron en apenas unos d¨ªas el primer carril-bici del centro. "Hubo muchas protestas de peatones y de conductores", explica. Para ella Madrid es una ciudad m¨¢s f¨¢cil si se trata de circular sobre dos ruedas.
Alessio Misino. Inform¨¢tico
"Si no hubiera taxistas, ser¨ªa mejor"
"Peccato!" (?L¨¢stima!). A Alessio Misino, de 35 a?os, equipado de arriba abajo como un ciclista profesional, le espera un avi¨®n a las 18.00. A ¨¦l y a su bici, una m¨¢quina enorme cargada con alforjas, saco de dormir y lo necesario para el mes que ha pasado circulando por Espa?a. A las 18.00, mientras ¨¦l y su bici suben al avi¨®n, empieza La Criticona madrile?a, la cita anual para invadir el centro y aleda?os de la ciudad en bicicleta. De ah¨ª lo de peccato! No se queda a la gran cita, pero ha paseado lo suficiente por Madrid en los ¨²ltimos dos d¨ªas para atreverse a hacer una comparaci¨®n entre su ciudad (Roma) y la capital espa?ola. "Tanto aqu¨ª como all¨ª, si no hubiera taxistas, ser¨ªa mejor", lamenta. Cree que Madrid "es fant¨¢stica para la bici en comparaci¨®n con Roma". Y se explica: est¨¢ llena de calles estrechas, empedradas, con agujeros y con basura. "No es extra?o encontrarse botellas rotas, es peligroso". Pero asegura que la conciencia ciclista empieza a despertar en su ciudad. "Cada 15 d¨ªas se re¨²nen representantes de ONG ciclistas con miembros del Ayuntamiento de Roma", dice.
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