Chivos expiatorios
La demagogia se abre peligrosamente paso en el tratamiento a los inmigrantes ilegales
Los ediles de CiU y el Partido Popular en Vic y Llavaneres han anunciado su intenci¨®n de denunciar a los inmigrantes en situaci¨®n irregular que se inscriban en el padr¨®n. Un tercer municipio catal¨¢n, El Vendrell, ha acordado hacer otro tanto con los ilegales detectados a trav¨¦s de tr¨¢mites administrativos corrientes. Se trata de iniciativas que, al transferir responsabilidades a instancias distintas de los ayuntamientos, abren para estos un territorio en el que se puede endurecer a conveniencia el discurso contra los ilegales y, simult¨¢neamente, declararse incompetente para llevarlo a la pr¨¢ctica. Esta contradicci¨®n deliberada forma parte del arsenal de una demagogia que ha vuelto al primer plano en buena parte de Europa.
Uno de los mayores riesgos para el Estado de derecho es la aceptaci¨®n de una agenda pol¨ªtica dictada por la demagogia, a la que los partidos democr¨¢ticos se incorporan en ocasiones para arrebatar votos a las fuerzas populistas y xen¨®fobas. Es el caso del PP de Badalona, responsable de un folleto de propaganda en el que se vincula inmigraci¨®n y delincuencia, m¨¢s tarde desautorizado por la direcci¨®n regional. No es cierto que las fuerzas populistas y xen¨®fobas ofrezcan malas soluciones para un problema que ser¨ªa, sin embargo, real. Planteado en los t¨¦rminos que lo hacen, se trata de un se?uelo que s¨®lo tiene por objeto designar chivos expiatorios. Los partidos democr¨¢ticos deber¨ªan saber que del tratamiento dado a la inmigraci¨®n depende que el deterioro de la situaci¨®n econ¨®mica no acabe cuestionando el Estado de derecho, que primero afectar¨¢ a los trabajadores extranjeros y despu¨¦s a todos los ciudadanos.
La gravedad de la crisis y de sus efectos sobre el empleo es una dura prueba para las instituciones democr¨¢ticas. Las ideolog¨ªas y las opciones pol¨ªticas que hoy responsabilizan a los trabajadores extranjeros de los males colectivos no son menos irracionales, ni menos peligrosas, que las que destruyeron el Estado de derecho en nombre de otras fantas¨ªas que se?alaban a otros culpables, presentados como cuerpo minoritario y extra?o. Unas y otras parten de la falacia de que s¨®lo se podr¨¢ recuperar la prosperidad prescindiendo de un grupo humano, poco importan los criterios con los que se defina. Y en cuanto a los medios para prescindir de ¨¦l, nada impedir¨¢ que se vayan endureciendo una vez que se renuncia al principio de que la ley es igual para todos.
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